miércoles, 6 de abril de 2011

This is England!

Segunda parte

En la entrada anterior, les contaba los inicios de la localidad de  Conchillas; si no la han leído, pueden hacerlo aquí.



Conchillas vivía de, por y para la compañía Walker, encargada de explotar los yacimientos de piedra y arena, cuando se produjo un naufragio. Sólo hubo un sobreviviente, un tal David Evans, el cocinero de a bordo. Evans se quedó en Conchillas, haciendo lo que sabía hacer: cocinar. Comenzó trabajando para los Walker, y pronto abrió un almacén de ramos generales, en el que  les fiaba a los trabajadores, anotándoles las compras en una libreta, sabedor que cuando cobraran su salario, le pagarían. Después, empezó a fiarles a los agricultores de las inmediaciones, a  pagar con la cosecha. Fiado va, pago viene, tuvo que construirse un galponcito para almacenar el grano. 




El edificio es una construcción particular;  su techo inclinado desagua en un canalón que permite recoger el agua… ¡Ideal para cuando llega la época del deshielo! 



De a poquito, empezó a importar alguna cosita para vender, que un par de alpargatas, que una palangana esmaltada, que un tractor. Ya que estaba en esto de los negocios, terminó acuñando su propia moneda.




Un pueblo tan próspero, en el que los negocios de Walker y Evans iban viento en popa, necesitaba un hotel de lujo… y evidentemente, lo tuvo.




El Hotel Evans abrió sus puertas en 1911, y recibió hombres de negocios y turistas de alcurnia. En la actualidad, se encuentra cerrado, y no se puede visitar. Cuando intentamos ingresar, a solicitar permiso para verlo aunque sea de afuera, primero nos salió  al encuentro un perro muy simpático que movía la cola con entusiasmo, y luego un señor que nos ladró, por lo que nos retiramos con la cola entre las patas. Por algo las cámaras tienen zoom.



La prosperidad y la idílica vida de Conchillas vio su fin tras la Segunda Guerra Mundial; el Imperio Británico dejó de ser lo que era, y a comienzos de los ’50, la compañía Walker apagó la luz, cerró y se fue.

¿Qué quedó? Una arquitectura singular, recuerdos –a estas alturas, con visos de leyenda- de un pasado próspero, y un cementerio bien diferente a los del resto del país.





El puerto parece un pueblo fantasma; los lugareños van a pescar, o a hacerse un asadito bajo los árboles.




Ni la Texaco resistió el paso del tiempo.


Aunque sí la ANCAP… ¡Al menos el cartel es nuevo!


Sí hay panadería y fábrica de pastas…


…y club, por supuesto...


…en donde se organizan campeonatos de “tuti” y “pul”.



También hay servicios médicos; en la puerta de la policlínica había un papel con el número de celular del médico; el edificio es lindísimo. 


Una pequeña hostería y restaurante.

Y unos alrededores lindos y tranquilazos.








Por supuesto, no falta el Banco República, que más que banco es taburete.
.....

Y para que nadie dude de que llegó el siglo XXI, hay ciber.


¿Qué pasará en Conchillas? Pues se avizoran vientos de cambio; la empresa Montes del Plata pretende instalar una planta procesadora de celulosa… 



Seguramente los escasos habitantes de Conchillas sueñen con la  vuelta de la prosperidad perdida…

Habrá que ver si a orillas de esa playita mansa los lugareños podrán seguir pescando con todo el tiempo del mundo, o llegará el momento en que eso sólo sea un recuerdo –a esas alturas, con visos de leyenda- de un pasado incontaminado. 


lllll

miércoles, 30 de marzo de 2011

This is England!

Primera parte

Esta entrada podría ser un capítulo más de la "Guía práctica para conocer el Uruguay" o de  la saga "Cómo hacer turismo en Uruguay y no morir en el intento", pero para que no me quedara un título larguísimo, opté por el que le puse. Cualquiera podrá afirmar que hay una contradicción flagrante, pero ese mismo cualquiera que siga leyendo se dará cuenta que no necesariamente es así.

La historia comienza con una invitación que recibí de una amiga que es profesora de Historia del Arte; con otras colegas amigas suyas había organizado una visita a Conchillas y a Colonia del Sacramento, en la que ella oficiaría de guía. Con lo que sabe de arte y arquitectura, con lo que me gusta Colonia del Sacramento (a la que hace bastante tiempo que no iba, entre otras cosas por aquella lluvia tremenda que nos agarró a mi amiga Laura, a su fiel auto el rojito y a mí cuando íbamos hacia allí en plena sequía*, que casi perecemos ahogadas) y con el interés que me despertó conocer Conchillas, localidad a la que solo conocía de nombre y por el revuelo que se armó cuando la empresa “Montes del Plata” comunicó que iba a instalar una planta procesadora de celulosa allí, no dudé ni un segundo en aceptar la invitación.
El último domingo del verano, por la mañana, rumbeamos pa’ la Colonia; la primera parada era Conchillas, un pueblo situado a 50 km de Colonia del Sacramento, a 40 km de Carmelo, a 7 km de la orilla del río y a 7 km de la ruta… ¿A quién se le ocurrió poner un pueblo lejos de todo? ¡Pues a los ingleses!


Resulta que Conchillas –cuyo nombre se debe a las mismas, que hay por todas partes- es un pueblo fabricado a prepo como consecuencia de la construcción del “nuevo” puerto  de Buenos Aires, allá por 1880 y poco; para construir un puerto que compitiera con otros de la zona, se necesitaba piedra y arena, materias primas que se encontraron no allí sino en la orilla de enfrente. Dado que esa zona era rica en yacimientos de caliza y de granito, como quien dice, una de cal, y una de arena, hacia allí  dirigieron sus miras los ingleses de la compañía de Charles Walker. Claro que la explotación requería algunos detallecitos, como embarcaciones que transportaran la piedra y la arena hacia Buenos Aires, un puerto desde donde partieran las embarcaciones, una línea de ferrocarril que transportara la materia prima desde la mina hacia el puerto, y mano de obra que hiciera todo esto. Así que ni corto ni perezoso, como lo indica su apellido, Mister Walker** recorrió media Europa ofreciendo trabajo, y es así que llegaron a ese lugar aún inhóspito personas de los más variados orígenes: rusos, búlgaros, austríacos, italianos… y es así que en 1887 oficialmente nace Conchillas. La idea era hacer un asentamiento pasajero, por lo que se construyeron barracas para que vivieran los obreros. 


Las casas se hicieron de piedra, con techo de zinc a dos aguas; las ventanas tienen los vidrios por fuera y los postigos por dentro, así durante el crudo invierno “británico” se pueden abrir para que entre luz sin tener que congelarse.



Como el suelo resultó muy duro, las casas se construyeron sin cimientos; las paredes tienen una inclinación tal (más anchas en la base que en la cima)  que les  permite sostenerse sin problemas (la prueba es que ciento veinte años después ahí están, muertas de risa).


La cocina era compartida… entre una familia que ocupaba una habitación (la pareja y todos los hijos que tuvieran)  y varios obreros solteros, que ocupaban otra habitación. Las amas de casa no sólo atendían a su familia, sino que también cocinaban para los “inquilinos”, y les lavaban la ropa; los solteros, eso sí, tenían que pagar por estos servicios (de otro tipo de servicios, si es que los hubo, no quedaron registros).
En esta foto, se ve la chimenea de la cocina compartida en esta especie de vivienda de solteros contra casados.


Por  supuesto que baño no había; para bañarse y lavar la ropa, estaba el arroyo; para evacuaciones diversas, había un retrete afuera de la casa, que debido a la dureza del suelo ya mencionada, no tenía pozo negro ni de ningún otro color; las  deyecciones se recogían en un recipiente con asa que cada noche era vaciado por el “nochero” (también funcionario de Walker). El nochero llevaba un carro que iba cargando con el fruto de su trabajo, y  luego iba a descargar en un vagón: por la mañana, el tren que llevaba la piedra de la cantera hacia el puerto, llevaba el vagón “cisterna”, que se vaciaba en la playa… Digamos que como balneario, dejaba mucho que desear. Fue recién a mediados del siglo XX que se prohibió ese sistema, y la playa actualmente sí puede ser disfrutada por los escasos lugareños. 


Así como instaló una mina, una línea de ferrocarril,  un sistema de agua corriente con canillas públicas, una usina eléctrica, un puerto y un pueblo, la compañía británica instaló una iglesia y una escuela; una iglesia anglicana, que en la actualidad es un templo evangélico bautista (no hay capilla católica en el pueblo, les digo por si tienen ganas de ir a confesarse).


Pero la historia de Conchillas recién comenzaba… Lo mejor –y lo peor- estaba aún por venir.
¡No se pierdan el próximo capítulo!

*Al respecto, consultar aquí
** Walker, caminante

miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Muy pronto!

Esta entrada corresponde a una no-actualización del blog; esta vez, no se debe a mi habitual pelotudez, sino a razones de lo más válidas: por un lado, se vienen las encantadoras -y, con todo respeto,  inútiles- pruebas diagnósticas que una servidora tendrá que corregir, y por otro, a que he sido electa Presidenta (cual Cristina Fernández o Dilma Rousseff) de una "comisión receptora de votos" para las elecciones del próximo domingo, así que esta semana tendré que asistir a los cursos de la Corte Electoral, y el domingo trabajar con denuedo, ya que el pueblo así lo ha querido.
Tal vez se aproxime un nuevo episodio de "El voto que el alma pronuncia" que publicara en junio de 2009, pero esta vez visto desde "la presidencia". Lo que sí se viene próximamente es un nuevo capítulo de la apasionante saga "Cómo hacer turismo en Uruguay y no morir en el intento". 
Para muestra, este botón: 


¡No se lo pierdan!!!

martes, 15 de marzo de 2011

No, no tengo caralibro

Pues no, por el momento no tengo facebook ("caralibro")... ¿Y qué?  



martes, 8 de marzo de 2011

Hoy es el día

No estoy de acuerdo con los "días de..."; además, tener un "día de la mujer" como que fuera una fecha patria, cuando las mujeres somos más de la mitad de la población del mundo, me resulta extraño, por decir lo menos. 
Pero lo cierto es que sigue siendo necesario a estas alturas de la ¿civilización? reclamar algunos derechos básicos, denunciar maltratos, abusos y sometimientos de todo pelo, poner sobre el tapete la situación de miles de mujeres víctimas de opresiones de todos los colores... Y no sólo en Somalía o en Afganistán, también acá, a la vuelta de mi casa. Y bueno, dejé de lado el "no me gusta", y decidí hacer mi pequeño aporte a este día.



Ah, me olvidaba... ¡Feliz día!

Feliz día para todas las mujeres y para todos los hombres con los que compartimos nuestra vida con gusto, que nos respetan, nos quieren, nos admiran, nos acompañan, nos ayudan, nos consuelan, nos divierten, nos... 


(Sí, la idea y las ilustraciones son mías... ¡Ténganme un poco de fe, carajo!)

martes, 1 de marzo de 2011

¡Qué porquería es el glóbulo!*

Como planteaba en mi última entrada (si no la leíste, primero tendrías que avergonzarte, y luego, leerla acáel número de comentaristas y de visitantes de este blog es bastante exiguo, si lo comparo con el otro blog que tengo en mi calidad de docente de Ciencias Biológicas: en cuestión de un año, ha recibido más de 50.000 visitas, en tanto que este que ahora estás leyendo, en tres años apenas si sobrepasa los 45.000. Por lo tanto, y sacando conclusiones apresuradas, deduje que la gente quiere leer temas científicos, propuesta que fue secundada por Marple.  Entonces, allá vamos.

Imagino que a estas alturas, estimado lector, sabrás que tanto vos como yo tenemos sangre, al igual que pasa con muchos otros animales; es más, como se sabe desde el siglo XVI,  esa sangre circula, es decir, se desplaza. Nosotros, que somos mamíferos (sí, no pongas esa cara, ¿o acaso naciste de un huevo?) tenemos circulación cerrada, esto es, que la sangre siempre se desplaza dentro de vasos sanguíneos, que pese a que el nombre sugiere otra cosa, son  conductos, tubos o cañerías, que se comunican unos con otros, de forma ordenada.

Ahora, por más que una cañería esté llena de líquido, el líquido no se desplazará a menos que algo lo obligue; ese algo es el corazón, que es nada más que un órgano muscular y hueco que funciona como bomba, que no se parece en nada a la representación gráfica pedorra  que se hace y que tiene tanto que ver con los sentimientos como la uña del dedo gordo del pie.


 Hasta ahí, todo bien, pero… ¿Por qué caracho se desplaza la sangre dentro de la cañería vascular? 
Pues bien, entre las muchas funciones que tiene la sangre, está la de servirle de medio de transporte al cuerpo; por ella van los nutrientes, el oxígeno, los anticuerpos, los medicamentos y todos los etcéteras que se te ocurra incorporarte, y por ella vienen a la vuelta los desechos, pero de una forma ordenadita y prolija: no se le ocurre jamás a un desecho que una célula acaba de tirar meterse a contramano como un perfecto pelotudo y armar bruto lío en el tránsito.

Pero el tema que nos ocupa hoy no es otro que el análisis de la composición de la sangre: ese líquido rojo y viscoso no es granadina ni nada que se le parezca, y hasta el más abombado habrá  notado alguna vez que ni siquiera es siempre bien rojo su color, sino que a veces la sangre es más bien morochona. Lo que pasa es que cuando va cargada de oxígeno es de un rojo brillante, y cuando vuelve cargada de dióxido de carbono es de un rojo oscuro, más adecuado para hacer morcillas.

La sangre tiene dos componentes básicos: la parte líquida, que es la obvia, es decir, el plasma, y la parte formada por células, que de obvia no tiene nada, porque si la querés conocer tendrás que mirar por un microscopio. El plasma es algo así como un caldo: agua con ingredientes, la mayoría de los cuales son proteínas, y es la mayor parte de la sangre; de lo contrario, más que líquida sería algo así como una mermelada de frutillas, y no quieras imaginar la fuerza que tendría que hacer el corazón para bombearla, y cómo tendrías de hinchadas las venas y las arterias.

La otra parte, la menor, está integrada por células, de las que hay tres modelitos: los glóbulos rojos, también llamados eritrocitos o hematíes, los glóbulos blancos, alias leucocitos y las plaquetas, también conocidas como trombocitos. El porcentaje de las células en el total de sangre se llama hematocrito, y en una persona bien nacida anda alrededor de un 40 o 45 %.  (¡Ah! ¡Era eso lo que decía el análisis!) 

Los glóbulos rojos se caracterizan por varias cosas, en particular por lo numerosos que son: en un milímetro cúbico de sangre (un cubito así chiquitito de 1 mm de lado) caben cómodos unos 5:000.000. Pero así como son numerosos, son chiquitititos, y tienen forma de disco bicóncavo, algo así como un ojito de panadería pero con dulce de los dos lados. Por supuesto que no son rojos, como cualquier suspicaz habrá sospechado desde un principio; son amarillentos, pero al ser taaaaantos, dan ese efecto “rojo sangre” de las películas de Tarantino. 

Ahora bien… ¿Para qué tenemos tantísimos glóbulos rojos? Pues ni más ni menos que para transportar oxígeno. Cuando un glóbulo rojo pasa por los pulmones, “atrapa” el oxígeno que está entrando, con un anzuelo especial, la hemoglobina. El oxígeno “enganchado” es llevado a las células del cuerpo, quienes lo utilizan para producir energía. Esto hace que si baja el número de glóbulos rojos (anemia, que le dicen) hay pocos camiones que transporten oxígeno, y las células les falta materia prima para producir energía, por lo que se generará una sensación de cansancio. Esto da una buena excusa: “Señor Jefe, no puedo trabajar al ritmo que usted me pide, no porque sea boludo, sino porque tengo anemia. “

Los glóbulos blancos son muchísimos menos que los rojos (unos 7.000 por mm3), pero a su favor tienen que son grandotes y variados: hay linfocitos, monocitos y granulocitos. No son blancos (¡Cuac!) sino incoloros, y se encargan de defendernos del ataque de otros organismos tales como virus, bacterias y protozoarios  (no así de suegras o exnovios pesados). Claro que en la defensa los glóbulos blancos a veces ganan y a veces pierden, pero a no preocuparse que de algo hay que morir.

Las plaquetas no son verdaderas células, sino fragmentos; con unos 200.000 por mm3 de sangre te arreglás bien. Se podría pensar que si son cachitos de células, no sirven para nada… ¡Craso error! Son las plaquetas las que van a actuar de sellador cuando la cañería se rompe, ya que participan en la coagulación. 

Evidentemente, las células se van muriendo, porque no hay célula que viva cien años ni cuerpo que la resista, pero continuamente se van formando nuevas células, no en la Fábrica Nacional de Células Sanguíneas, sino… ¿a qué ni te imaginás dónde? ¡En el interior de los huesos! La elaboración de las células sanguíneas se llama nada más y nada menos que hemocitopoyesis o hemocitopoyesis para los amigos, que como todo el mundo sabe quiere decir “formación de células de la sangre”.


Para decorar esta entrada, les dejo estos avances de la película "Bodas de Sangre", de Carlos Saura, con el divino Antonio Gades, y olé!


Y con esto culmino esta entrada que seguramente será la más extraña que se haya visto en este blog, pero no se podrá decir que no cumplo con  lo que prometo. 


* Compilación realizada por el Maestro  José María Firpo, publicada en 1976 por Editorial Arca

miércoles, 23 de febrero de 2011

Ajo y Agua...fiestas


El lunes 21 caí en la cuenta de que hoy, 23 de febrero, "Ajo y Agua" cumple tres años. Motivo de alegría y festejo, dirá cualquiera. Pero no sé qué me está pasando que no lo siento así, tanto que casi me olvido del aniversario. Este blog, que nació entre dudas, pero con muchísimo entusiasmo,  tuvo su época de esplendor, en la que esta escribidora publicaba una columna semanal, por lo menos, y en la que cada entrada recibía decenas de comentarios, y no exagero, el archivo está ahí abajo a la derecha.

Evidentemente, ahora ya casi nada queda de ese esplendor, más que el recuerdo de un pasado entre   aventurero y divertido, al menos para mí. Claro que la culpa, si es que de culpas se trata, no es de Ajito; el pobre sigue acá, quietito en su ciberespacio, y es en todo caso mía. A veces pienso que ese entusiasmo inicial se fue apagando porque muchos de los gestores de Ajo y Agua ya no están en blogger; los "padrinos"  de la criatura se fueron borrando, y tienen sus blogs ocultos bajo un denso manto de telarañas. Otro tanto pasó con amigos que fueron apareciendo en el camino, cuyas presencias enriquecían este blog, que siempre fue muy pobrecito, y que también se han alejado. Me consta que algunos están cometiendo adulterio, y engañan a blogger con facebook , es decir, que siguen estando pero no acá. Pero justo es reconocer que otros amigos siguen estando al firme, en sus blogs y en este. Así que tal vez sea yo la que anda de capa caída, o con escasez de inspiración.  O sea que, Ajito, como pasa tantas veces en las relaciones de pareja, no sos vos, soy yo.

Escalera a ninguna parte: a veces siento como si estuviera subiéndola... 

En ocasiones he pensado si no será necesario replantear el blog; es decir, darle otro enfoque, para que siga siendo una forma de expresarme y de compartir con ustedes, los lectores, pero desde otro ángulo. 
Por poner un caso, con mi identidad secreta de profesora de Ciencias Biológicas, tengo un blog en el que cuelgo material de mis clases; en el plazo de un año, ha recibido más de 50.000 visitas, en tanto que Ajo y Agua, en tres años, apenas  si sobrepasa las 45.000. No hay caso, la gente quiere ciencia. En la próxima entrada, seguramente abordaré el tema de la hemocitopoyesis, así que vayan estudiando. 

Ah... Muchísimas gracias a todos los que siguen estando ahí. En serio.

viernes, 18 de febrero de 2011

¿Será un signo del Apocalipsis?

No voy a posar de liberada, por muy mente abierta que sea para algunas cosas, ni de tradicionalista a rajatabla, que tampoco lo soy, con puntuales excepciones. Entre los asuntos en los que sí se me puede tildar de tradicional, y quizás hasta de reaccionaria, por qué no admitirlo, está el tema de los helados. Y cuando digo helados, me refiero a los verdaderos, a los helados de heladería, no a esos tristes sucedáneos, "...simple remedo de la felicidad..."* que se venden en los supermercados en cajas de cartón o de plástico, que lo mejor que tienen estos últimos es  que el envase se destinará luego a usos múltiples. Ni qué decir de los helados caseros, que invariablemente cristalizan y una tiene la sensación de estar masticando vidrio. De los helados que vienen en polvo en un sobre, mejor no diré nada, porque tienen tanto parecido con los helados verdaderos como lo tienen los caballos de calesita con Mr. Nedawi.** 
Volviendo al tema que motiva esta confesión, diré que sin ser una fundamentalista del cucurucho (no me vengan con helado en vasito de plástico, que es herejía), siempre tomo helados de los mismos sabores, con algún candidato en el banco de suplentes de los sabores  para recurrir a él en caso de que no haya manjar de nuez. Es decir, los helados tienen que tener base de dulce de leche o de crema, con algún fruto seco o trocitos de chocolate, y nada más. Nunca vi mi cara de asco cuando oigo que alguien pide helado de kiwi, pero me la imagino, y me doy miedo a mí misma.    
Pues bien, esta tarde, con un calor agobiante, tenía que hacer unos trámites y luego pensaba ir al cine si llegaba a tiempo (como confesé en una entrada anterior, suelo ir al cine a  primera hora de la tarde); dado que llegué una media hora antes, decidí ir a un bar y tomar algo, porque la permanencia en la vereda atentaba contra la vida hasta de un beduino, cuando me percaté de la presencia de una heladería. Sin parar mientes en las calorías, decidí que podía tomarme un heladito, bajo el frío abrazo del aire acondicionado del local. Entré, pagué el ticket correspondiente, y me dirigí a la empleada que en breve demostraría su destreza de movimiento de muñeca para armar esa especie de zigurat helado sobre el cucurucho... y entonces pasó lo que pasó.
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No sé si se debe al cambio climático y a esta era de calentamiento global que me ha terminado de derretir las neuronas -y con ellas, mis principios- o al cambio climatérico que seguramente esté padeciendo por razones cronológicas o qué, pero la cuestión es que muy suelta de cuerpo, le dije a la chica: "De lemon pie, por favor". 
¡Décadas de crema rusa, manjar de nuez, dulce de leche granizado y crema americana, tiradas por la borda!  ¡Años y años de empalagosas dulzuras, traicionadas por no sé qué impulso de la más injustificada rebeldía...! ¿Qué me está pasando? ¿Será una señal del fin de los tiempos, o de algo peor,  como que Peñarol vuelva a salir campeón de la Libertadores? Tengo miedo, no me da vergüenza confesarlo.
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Lo peor de todo fue que el helado de lemon pie estaba delicioso.



*   Verso de la canción "A mi gente", de José Carbajal, El Sabalero
** Caballo ganador de la edición 2011 del Gran Premio Ramírez

miércoles, 2 de febrero de 2011

Más de lo mismo, pero distinto

Un par de semanas atrás, en la entrada titulada "Breve concierto para confusión y charango", relaté la experiencia de haber disfrutado de un espectáculo que dieron en el ómnibus tres músicos, gracias a la equivocación que cometí cuando me tomé el 546 en lugar del 76, que era el ómnibus que me acercaba más a mi destino de aquella tarde. Hoy me ocurrió algo similar, aunque totalmente distinto, como leerás a continuación.
Resulta que había llegado ese día que las mujeres -bah, no sé por qué generalizo, capaz que me ocurre solo a mí- deseamos que no llegue nunca y que pase de una buena vez, que es la cita anual para hacerse la colposcopía, un estudio que en sí demora escasos minutos y puede salvar la vida, pero que es sumamente incómodo ya que una sale del consultorio con la sensación de que el ginecólogo se dejó olvidado algún instrumento adentro,  y por eso una se va caminando  como Gary Cooper en "A la hora señalada".     
La cuestión es que para ir al consultorio, me tomé el 427 en dirección a Pocitos, y a las pocas paradas subieron dos veinteañeros armados con un violín el uno y con una flauta traversa el otro, y ahí nomás se largaron a interpretar una obra de Michel Corrette*... ¡Una belleza!
Creo que el próximo año iré con menos aprensión a hacerme la colposcopía; tal vez tenga suerte, y el 427  se desvíe por un ratito de su recorrido habitual  y nos traslade otra vez a sus pasajeros a la Francia de Luis XV.

No encontré en youtube la obra que interpretaron los chicos, pero les dejo otra de Michel Corrette, que no se parece en nada, pero es preciosa igual; se trata de "La Choisy", XIVeConcerto Comique, interpretado por la orquesta de cámara de Jean-François Paillard. La foto representa la Pallazzina di Caccia de Stupingi (Turín), que no sé qué tendrá que ver con el concierto, dado que no se aclara qué relación tiene una cosa con otra (tal vez fuera interpretado allí el concierto, o sería que a Michel Corrette le gustaba ir a cazar a Stupingi, vaya una a saber).



* Michel Corrette, compositor y organista francés (1707- 1795)

sábado, 29 de enero de 2011

La Gran Cathy

Hace algún tiempo, y por primera vez, usé este espacio de comunicación para hacer algo que no había hecho con anterioridad (bueno, más o menos eso mismo quiere decir "por primera vez"): recomendar una serie de televisión. En tal ocasión, se trataba de "Tremé", y si no la viste, no sé que estás esperando. Pues bien, vuelvo a lo mismo, pero en esta oportunidad, se trata de una serie muy diferente. 
No me voy a meter en el berenjenal de intentar definir qué es el humor, y si se puede hacer humor con cualquier tema; básicamente creo que sí, que se puede hacer humor con cualquier tema, pero no todo el mundo tiene esa habilidad, y no a todo el mundo le gusta, así que andá teniendo en cuenta este concepto. 
Y de eso se trata "The Big C", la nueva serie de HBO: de enfocar con humor el tema del cáncer. La serie fue creada por Darlene Hunt, y es protagonizada por la maravillosa Laura Linney.


La Linney interpreta a Cathy, una profesora de 42 años, a quien le diagnostican un melanoma (y con esto no revelo nada, ocurre a los 5 minutos de comenzada la serie), y que a partir de ese momento, como le pasaría a cualquiera, se replantea su vida. Y ahora sí, no digo más. No digo más de la trama, claro. 
Tres personas cuyo criterio respeto muchísimo, Daina Rodríguez, conductora del programa radial "Efecto mariposa", Hernán Casciari  (¿Necesita presentación?) y nuestra amiga Ro, de "El cristal con que se mira" que si bien nos tiene abandonadísimos a nosotros y a su blog, vive y mira tele, recomendaron la serie; como ya estaba empezada, recurrí a ciertos hechizos internáuticos, y vi los tres primeros episodios. ¡Guau!  Remarcable todo, el guión, las actuaciones, el humor, la ternura... y sí, claro, la melancolía y la angustia. 
Así como me la recomendaron, hago lo mismo: no dejen pasar The Big C. En este rincón del mundo va por HBO los domingos por la noche (mañana 30 de enero se emitirá el cuarto episodio de un total de trece); en Uruguay, a las 22:30, en Argentina a las 21:30. En España ya la dieron (¡y sí, primer mundo, qué vivos!)  pero está disponible al alcance de cualquiera que esté leyendo esto.
Para finalizar, les dejo el video de la presentación, que incluye una canción preciosa de Leftover Cuties, llamada "Game called life" (El juego llamado vida).