Esta canción es del artista argentino Higinio Mena, y en nuestro país la popularizaron el Choncho Lazaroff y José Carbajal, “el Sabalero”.
¿A qué viene esta canción? ¡Pues que tuve la ocasión de conocer a un personaje “real” que podría ser el propio Perico Alcasotro!
La cuestión tuvo su origen en mi frustrada aventura en pos de conocer la laguna Merín, que pueden leer aquí. El viaje en lancha por el río Cebollatí no tenía como destino la desembocadura del río en la esquiva laguna, ya que no conseguimos compañeros de aventuras, pero sí acordamos mis amigas y yo en ir hasta la localidad de “Las limeras”, con una pareja que se animó a acompañarnos, bajo el timón de Daniel, de la Prefectura de La Charqueada. Daniel nos propuso llegar hasta allí, para conocer a José María, un personaje entrañable que vive en el monte junto al río, y a quien le encanta recibir visitas en su “casa”.
Desembarcamos en el Puerto Las Limeras, en donde estaba atracada la embarcación de José María, quien vive de cortar leña en el monte y de hacer hornos de carbón; la leña y el carbón son transportadas en su lancha y llevadas a golpe de remo los 8 km que separan Las Limeras de La Charqueada.
Allí nos encontramos con el anuncio de bienvenida:
Y caminando por el monte llegamos al “Campamento Los Mariachis”.
Varios pescadores se quedaban durante la Semana de Turismo pescando y pasándolo bomba en el puerto, con la cálida hospitalidad de José María.
Me contaron que los peces los mantienen vivos en unas jaulas plásticas bajo el agua, así los mantienen fresquitos. Igual, no solo de pescado vive el hombre, así que el día anterior habían cazado un tatú, del que apenas si quedaban unos bocados.
El propio Mujica se encontraba con ellos disfrutando de un descanso:
Gran admirador de nuestro Presidente, José María le puso su apellido al gato. Aunque también con él vive la simpática Píldora, que nos hizo fiestas y se dejó mimar de lo lindo.
José María nos invitó a conocer su cocina…
...y su alacena!
Y para darle color al guiso, nunca está demás atrapar algún plumífero, para lo cual se vale de esta aripuca, que así se llama esta trampa:
Tras la visita guiada a su domicilio, José María nos llevó hacia el horno de carbón que estaba construyendo, a través de un sendero apenas visible entre la vegetación...
No negaré que me sentí un poco como un personaje de Quiroga...
En medio de la vegetación, vimos algunos de los árboles de cítricos que le dan nombre al paraje; nos dijo que algunos de esos árboles tienen más de cien años, y siguen dando frutos.
Tras una buena caminata a selva traviesa, llegamos al horno de carbón; en mi vida había visto uno, y realmente me sorprendió el laburito que debe llevar hacer uno, para tener luego que prenderle fuego y ver cómo toda esa madera se reduce a carbón...
Aquí lo vemos a José María con un coqueto
delantal de los vinos "Pueblo del Sol"
Según nos dijo, para optimizar su labor, hizo unos cruzamientos entre abejas y bichitos de luz, cosa de poder trabajar de noche.
Volvimos luego al puerto, nos despedimos de los pescadores, de Mujica y de Píldora, pero no de nuestro anfitrión, ya que nos pidió que lo arrimáramos hasta La Charqueada, dado que tenía que hacer algunas diligencias por el pueblo, y era más rápido en la lancha a motor que ir remando.Eso sí, el bote había que llevarlo, de lo contrario no podría volver.
Al bote le había entrado agua, así que activó la bomba de achique: una botella de plástico de dos litros cortada, con la que fue sacando el agua del fondo de a poquito...
Resuelto el problema, enganchó el bote a la lancha de motor, y así se fue con nosotros hasta La Charqueada...
Hay una casa allá entre la arboleda
en donde vive el Perico Alcasotro,
navegando sobre siete pilares,
la acorralan despacio los agostos,
las aguas grávidas de la creciente,
le traen de vez en cuando los despojos,
de alguna lancha de contrabandistas,
es un misterio la vida de Alcasotro.
Ya se le puede ver calafateando,
alguna embarcación por los canales,
con la espátula haciendo maravillas,
la pipa entre la boca desdentada,
y la camisa manchada de aceite,
y la ansiedad mordida por los vientos,
rachas de eternidad son sus silencios,
hacha de un sol bestial mata en su cara.
Dicen que dio una vez la vuelta al mundo,
que otra vez se cargó cuatro gendarmes,
cosa triste de ver que cierta gente,
no hable bien de quien hizo algo importante,
carajo no hay más ley que la de abajo,
solo la ley del pobre al pobre abriga,
que aquel que anda en malas con los retobados,
es que anda en buenas con la policía.
Cuando el tano le da a la verdulera,
a él le gusta bailar con la Celina,
y esa mañana de invierno o primavera,
toda la isla entera se endominga,
cuando su boina viene a los chinchorros,
se arman grandes fritangas populares,
crece un humo violento de chupines,
que hace de surubíes y de bagres.
Tarde ha apagado ya su sol de noche,
se duerme entre sus gatos y sus perros,
y su casa navega intensamente,
como nave de sombra en los sauzales,
tras su bote borrachas las anguilas,
dicen que van bailando en el verano,
mientras su pipa ya en el mediodía
va timoneando el pavor de los caraos...