domingo, 26 de septiembre de 2010

Tres historias bajo un techo amarillo


Entre los ejemplares de fauna autóctona más característicos a la vez que singulares de Montevideo, se encuentran los conductores de vehículos equipados con taxímetro; en la columna del capítulo X de la Guía Práctica para conocer el Uruguay abordé el tema de los taxis montevideanos, cuyas particularidades se deben, en mi modesta opinión, a los taxistas.
A continuación, les dejo tres historias reales que me han ocurrido en taxis, para que lo piensen bien antes de decidir la conveniencia de abordar un vehículo con techo amarillo.

El que no los votó

Era el domingo 31 de octubre de 2004, o más bien, la madrugada del 1 de noviembre; la izquierda acababa de ganar las elecciones nacionales por primera vez en la historia de Uruguay, luego de 175 años de gobiernos de los partidos tradicionales. La primera orden dictada por el Dr. Tabaré Vázquez como Presidente electo fue: “¡Festejen, uruguayos, festejen!”, y Montevideo era una fiesta. Me había tocado trabajar como Presidente de una comisión receptora de votos, y al final del escrutinio, entregar la urna en el Estadio Centenario, que en ese entonces era el lugar de recepción. Claro que a esas horas, más allá de la alegría, tenía un cansancio brutal, así que cumplido el deber cívico, me dispuse a buscar un taxi en medio de la multitud embanderada que cantaba “¡Y ya lo ve... / y ya lo ve... / el Presidente / es Tabaré!”
Al final, encontré un taxi libre en Garibaldi y 8 de Octubre, subí e indiqué el destino, el cual suponía atravesar la ciudad recorriendo calles y avenidas atestadas de gente que festejaba. Ni bien cerré la puerta, dispuesta a tener un viaje en absoluto silencio, al menos dentro del coche, el taxista se lanzó con un discurso extremoderechista que hubiera sonrojado al propio Franco. Yo creo que ni las buenas noches me había dado que me espetó que él no “los” había votado, y de allí a su vinculación desde los años 60 con el pachequismo, hasta llegar al presente, en el que apoyaba a Alberto Iglesias (si alguien lo conoce, que le avise que el voto que tuvo fue de este señor). A las 2 de la mañana, tras casi 24 horas sin dormir, habiendo trabajado como esclavo en las galeras, lo único que deseaba era llegar a casa, pegarme un buen baño y sucumbir, así que me ahorré mi discurso proselitista de izquierda, y lo dejé que hablara y hablara y hablara...
Después de todo, tal vez esto nunca ocurrió y se trata de una alucinación producto de la mezcla de alegría y cansancio, y del dolor de cabeza que a esas alturas comenzaba en las sienes y terminaba en los talones...

El novio de América

Esta vez, tengo testigos, así que a menos que se tratara de una alucinación colectiva, ocurrió realmente. Una noche, con tres amigas más habíamos ido a tomar algo a la Ciudad Vieja; a la vuelta, compartimos un taxi. Patricia, que era la primera en bajarse, se sentó junto a él, en tanto que las otras tres nos sentamos atrás. Ni bien Patricia llegó a su destino, le indicamos cómo seguía el recorrido; cuando Laura mencionó su dirección, en seguida él le preguntó: “¿Por casualidad no conocerá a Fulano?” ¡Para qué...! Comenzó un meticuloso interrogatorio acerca de Mengano, Zutano y Perengano, los vecinos de Laura, porque resulta que el tipo había vivido por allí, “...y la madre de mis hijos sigue viviendo a la vuelta”. Esa fue la primera alusión, como al pasar, de uno de los tantos amores de la larga lista de novias, esposas y concubinas, que el taxista tenía desparramadas por todo Montevideo –ahora vivía con otra por Av. Italia y Francisco Simón-. Conmigo tuvo menos suerte, porque yo le ladré un par de monosílabos ante sus preguntas de si conocía a X o a Y, pero cuando vio donde me bajaba... resulta que cuando se casó la primera vez (¿”No la conoce a Silvia?”)... ¡La fiesta de casamiento había tenido lugar en el salón que hay a tres casas de la mía! Claro, las historias de sus amores para mí terminaron cuando me bajé, pero Mónica tenía para un rato más, así que no sé con exactitud cuántas parejas me perdí; sí me contó ella después que cuando le indicó dónde se bajaba, él le preguntó si comparaba en la panadería de la esquina; ella, muerta de risa le dijo: “¡No habrás sido novio de la panadera también!”, a lo que él, muy serio le respondió: “No... de la hermana”!

El hombre GPS

Una noche, el amigo Peter Parker y su esposa organizaron una reunión en su casa, a la que asistimos algunos bloggers, más unos historietistas y dibujantes; faltaba una semana para el Montevideo Comics, así que había mucho para conversar, amén de compartir algún Malbec y algún Cabernet Sauvignon (aunque Martín tomó Coca-cola, aclaro antes de que lo haga él); al final de la velada –eran como las 4 de la mañana- varios de los concurrentes que tenían coche se ofrecieron para acercarnos a los que no teníamos, otros decidieron tomar un taxi; al final, Pablo, un joven dibujante y yo, éramos los únicos residentes de la zona oeste de Montevideo, por lo que decidimos compartir un taxi; yo me bajaría en Belvedere y allí tomaría otro para seguir el recorrido hasta casa, y él seguiría hasta el Cerro. Bien, conseguimos un taxi libre y nos acomodamos en el asiento trasero. Estoy segura de haberle dicho claramente al taxista que íbamos primero al Paso (del Molino) y que luego seguiría el viaje; le dije “Agraciada y Freire”, a lo que el taxista sugirió un recorrido que me sonó imposible. Ahí cahí en la cuenta de que él había entendido Gral. Freire (que sí corta Agraciada, pero muy lejos del Paso), por lo que le aclaré la confusión. ¡Para qué! Se largó a hablar acerca de la necesidad de precisar bien el destino (cosa que yo había hecho), y de las calles que se llaman parecido, y de... siguió hablando y hablando y hablando... para incomodidad de sus pasajeros (honestamente, a las 4 de la mañana, a mí me daba igual hablar o no con mi compañero de viaje, a quien conocía hacía unas horas, y supongo que a él le daba lo mismo, aunque en algún momento intentó sacar el tema de la historieta y de Montevideo Comics como para cortar la catarata verborrágica del taxista, que seguía y seguía...) En un momento, preguntó hacia dónde seguiría Pablo; cuando él mencionó su dirección, el tipo saltó diciendo que él se conocía todas las calles del Cerro... y para demostrarlo, fue recitando todas las calles que cortan Grecia desde Carlos Mª Ramírez hasta la rambla! "Japón, Estados Unidos, Berna, Burdeos, Perú, Bélgica, China, Austria, Suecia, Rusia..." y así todo el globo terráqueo. No conforme con habernos desmayado del embole, se largó a decir que también conocía todas las calles que cortan General Flores... Ante la posibilidad de tener que soportar el recitado de las calles que cortan una de las avenidas más largas del mundo, no me bajé del taxi: me tiré de cabeza.
Espero que Pablo haya sobrevivido al viaje tras mi cobarde deserción, sin ahorcarse con la bufanda.
Si alguien sabe algo de él, que tenga la bondad de contármelo. 

sábado, 18 de septiembre de 2010

¡Ay, Gondwana, no te rajes!

Hace cuestión de dos años atrás –concretamente, un 19 de junio, fecha del nacimiento de José Artigas, y debido a ello- había planteado como eje de una de las columnas del blog la cuestión de qué hubiera ocurrido con nuestro país si se hubieran concretado los ideales artiguistas. Esa columna, escrita en un impulso surgido a partir de reflexionar acerca de las ideas de nuestro prócer en su cumpleaños, dio lugar a muchísimos comentarios, y del intercambio con otros bloggers, surgieron varias columnas más del mismo tenor: “Qué hubiera pasado si…” Si no hubiéramos expulsado a los ingleses cuando nos invadieron, si no hubiésemos expulsado a los portugueses, y si los italianos que llegaron al país en varias oleadas migratorias en realidad nos hubieran invadido con todas las de la ley (aunque hablar de invasión legal es un poquito oximorónico). Pues bien… vuelvo a atacar la misma idea, dado que no se me ocurre ni una sola idea nueva, y el público siempre se renueva.

La realización de la Copa Mundial de Fútbol en Sudáfrica tuvo en algunos de nosotros efectos varios, entre ellos, abrirnos los ojos a una realidad prácticamente desconocida. Sí, claro, sé que Sudáfrica queda allí, que si una   pone un poco de empeño puede llegar nadando (siempre que lo haga en línea recta), he visto alguna documental, leído algún artículo o hasta alguna novela ubicada allí, y visto alguna película –casualmente, vi “Invictus” un par de meses antes del comienzo del Mundial- y muy poco más. Por supuesto que como amante de los viajes, Sudáfrica integra mis listas mentales de destinos posibles, pero claramente irrealizables*. Aprovechando la cantidad de información colateral que generó el fútbol, aprendí un poco de historia, un poco de antropología, un poco de cultura, un poco de gastronomía… y pensé en que no tendríamos que ignorar tanto sobre una tierra que hasta hace no tanto tiempo formaba parte de la misma masa continental que nuestra América del Sur. Una de las tantísimas publicidades que durante poco más de un mes se subieron al carro mundifutbolístico, planteaba el parentesco entre nosotros y los africanos, que por supuesto que no es tal, pero otro león rugiría si la deriva continental no se hubiera metido en donde nadie la llamaba.


Resulta que hace apenas unos 250 millones de años –un rato, nomás, si pensamos que el planeta tiene unos 4.500 millones de años, día más, día menos- las masas continentales no eran lo que son hoy en día, sino que se encontraban un poquito más apelotonadas, formando la Pangea. Posteriormente, hace unos 200 millones de años, la Pangea se dividió dando lugar a dos masas continentales: Laurasia al norte, y Gondwana al sur. Gondwana estaba integrada por lo que hoy conocemos como América del Sur, África, Madagascar, Arabia, India, Australia y Antártida. Luego, movimientos separatistas telúricos irían alejando unos continentes de otros, aunque América del Sur y África recién se separaron hace poco más de 65 millones de años.


Entonces… ¿Qué hubiera ocurrido si América del Sur y África hubieran permanecido unidas?


  • Podríamos ir a visitar las Pirámides en un ómnibus que saliera de la Terminal Tres Cruces
  • La farándula porteña veranearía en Durban
  • En alguna plaza de Montevideo habría un monumento a Shaka Zulú
  • Álvar Núñez hubiera descubierto las cataratas del Zambeze en 1541, y las habría bautizado Cataratas Juana la Loca
  • El Estrecho de Magallanes comunicaría el océano Pacífico con el Índico
  • David Livingstone se habría perdido en el Mato Grosso
  • Artigas NO habría encabezado el Groote Trek ("gran éxodo") de los bóers; los hubiera combatido
  • Los ingleses no habrían sido expulsados; hablaríamos inglés, además de charrúa, guenoa, yaro y chaná
  • Las llamadas se harían en Soweto
  • En el zoológico de Villa Dolores habría animales exóticos como osos polares o pandas; para ver elefantes o jirafas bastaría con ir a Florida o a Cerro Largo
  • Juan Valdez sería etíope
  • En Minas de Corrales habría riquísimos yacimientos de oro y diamantes 
  • El rally de Dakar se correría en la Patagonia (¡Fah, me zarpé mal!)
  • En 1911, Hiram Bingham habría descubierto Tombuctú, la célebre ciudad perdida de los Incas
  • Río de Janeiro estaría a orillas del río Congo 
  • El estadio de Maracaná se encontraría en la llanura de Guanabara
  • Jorge Amado habría escrito “Sabana de todos los Santos”
  • En las vacaciones de julio, las quiceañeras se irían de viaje a esquiar al Kilimanjaro
  • Nuestros ríos estarían infestados de cocodrilos
  • En el Parque Salus se encontraría la célebre Fuente del León
  • J.R.R. Tolkien hubiera nacido en Paso de los Toros, que en realidad se llamaría Paso de los Búfalos, y hubiera sido un habitué del Sorocabana
  • El Trócoli estaría en la falda de Table Mountain, y el Parque Olímpico tendría vista al Océano Índico
  • Por el Parque Anchorena corretearían los ñúes
  • Los Teros serían campeones mundiales de rugby, y a los jugadores de la selección sudafricana de rugby les dirían "los tatúes"
  • Los europeos vendrían a practicar caza mayor a Durazno o a Flores
  •   Los restos de Australopithecus afarensis descubiertos en Etiopía en 1974 llevarían el nombre de "Stefanie" por la canción de Zitarrosa
  • En nuestro continente convivirían el río más largo del mundo y el río más caudaloso del mundo (¡Chupen, giles del norte!)
  • El suplemento de avisos clasificados del diario El País sería “el avestrucito Luis”
  • Napoleón hubiera terminado sus días en la isla de Flores
  • Christian Barnard habría realizado el primer transplante de corazón en el hospital de Tacuarembó
  • La caravana de festejos por el cuarto puesto de la celeste en el mundial de Sudáfrica hubiera sido por la ruta que une Johannesburgo con Montevideo, célebre por el puente colgante sobre la Bahía Atlántica

  • Hombres tales como Nelson Mandela o Pepe Mujica podrían haber llegado a ser Presidentes, aún luego de haber sido presos políticos



*Acepto regalos del estilo “viaje a Sudáfrica con todos los gastos pagos”. Valija con rueditas ya tengo, gracias.

lunes, 13 de septiembre de 2010

¡Por fin!

Para alegría de los seguidores de este blog, por fin se terminaron las crónicas del viaje al Norte Argentino. Muy rico todo, pero de ver fotitos y leer anécdotas intrascendentes, seguramente ya estaban hartos.
En breve, el blog retomará su cauce, y volverá a las crónicas intrascendentes, pelotudas y carentes de todo interés que lo han caracterizado.
Ahora bien, ¿qué se entiende por "en breve"? Ah... probablemente esa expresión tendrá connotaciones muy distintas para cada uno de ustedes y para mí. Sepan que está en proceso una fascinante crónica sobre la deriva continental, pero  aún no he tenido el mínimo de ingenio suficiente para terminar de escribirla.
Les dejo, mientras tanto,  una emocionante encuesta, que verán a la derecha (la suya, no la de la pantalla). 

viernes, 3 de septiembre de 2010

Lejos de la mano de Dios

En la última entrada les había comentado que mientras estaba en la ciudad de Salta, tenía dos días libres, y entre las muchas opciones que ofrece la provincia estaban la visita a Cachi -que fue la crónica relatada la semana anterior- y la visita a San Antonio de los Cobres.
San Antonio de los Cobres es un pueblo situado a casi 4.000 msnm, que supo tener su mejor época  durante el auge de la minería. Las condiciones de vida de sus poquitos miles de habitantes son extremadamente duras, tanto por la naturaleza hostil -y de una terrible belleza- como por los escasísimos medios de subsistencia. A San Antonio llega el célebre "Tren a las nubes", uno de los trenes más altos del mundo. Este tren corre sólo los sábados, por lo que me venía bárbaro, dado que los días que tenía libres eran un viernes y un sábado, y justamente el paseo en tren era uno de los mayores atractivos que me llevó a hacer este viaje. Sin embargo, tras unas consultar realizadas in situ, opté por ir el viernes y en camioneta, y seguramente me habré perdido la experiencia de andar en un vagón por las nubes*, pero les aseguro que fue de las experiencias más disfrutables del viaje, y por más de una razón.
Ese viernes, a mitad de la noche -no puedo usar el término "madrugada" porque la luz diurna ni se sospechaba siquiera- la camioneta de Tastil que un grupo de intrépidos aventurereros habíamos contratado, pasó a buscarnos por el hotel. El guía, Ramiro, resultó ser de lo más simpático y de un nivel altísimo en lo que a guiatura se refiere, lo mismo que Tony, el conductor, cuyo excelente desempeño quedó demostrado, como veremos más adelante.
Abandonamos la ciudad de Salta, y nos dirigimos hacia el oeste, siguiendo la ruta paralela a las vías del ramal C-14 del Ferrocarril Belgrano, que como tantas cosas, es el nombre verdadero del tren a las nubes (una obra maestra, producto del ingenio de Richard Maury). Bueno, siguiendo la ruta es un decir... durante el terremoto de Chile delpasado febrero, y sus réplicas, se produjeron derrumbes por lo que varios tramos siguen sepultados (no así las vías, que quedaron intactas), por lo que hubo que ir por otro lado... ahora bien, quién precisa ruta si puede ir por el lecho del río Toro!

Los intrépidos aventureros observamos uno de los viaductos del Tren a las Nubes, aún a riesgo de que  nos arrastre el portentoso caudal del río Toro

Mientras seguíamos camino río arriba, las montañas se iban despertando ante los primeros rayos del sol de la mañana, y Ramiro nos iba desasnando acerca de la región. 

Un cementerio con las tumbas construidas en lo alto (cerca del cielo) y enfrentando al este (hacia el nacimiento del Inti sol)



Paramos un rato en la localidad de Santa Rosa de Tastil, un pueblito que nos recibió con una colorida feria y una iglesia que parece un decorado de una obra teatral. Aproveché la parada para curiosear un rato en la feria, e ir a empolvarme la nariz en un baño público; del lado interior de la puerta del cubículo me encontré con un letrero que decía lo siguiente: "Please do not throw paper or other waste in the toilets. Use bins provided. Thank you." Oh my dog! En un pueblito en donde no hay luz eléctrica ni señal de telefonía celular, es natural que los anuncios se escriban en la lengua autóctona, claro está.






A medida que nos íbamos acercando a San Antonio de los Cobres, el paisaje se iba tornando cada vez más y más árido.  






Cerca del mediodía llegamos a San Antonio de los Cobres, un pueblo que a primer golpe de vista, parece una maqueta.


Se trata de casas dadas por el gobierno, que como no son hechas de adobe, no resultan adecuadas para habitar, dado que no aíslan del frío, por lo que los lugareños no las  pueden ocupar. 
Ni bien bajamos de la camioneta, se nos acercaron mujeres y niños para ofrecer sus artesanías; como nos había ocurrido a lo largo del viaje, los niños nos pidieron golosinas (lo comenté en una crónica anterior, jamás piden dinero, sino caramelos o galletitas). Ramiro ya nos había hablado con claridad al respecto: nada de darles golosinas a los niños, ya que están teniendo grandes problemas de salud bucal, que no tienen cómo tratarlos.
Igual, imagino que la salud bucal figura entre los  problemas menores que debe enfrentar esta gente en su vida cotidiana.

El "verdadero" pueblo de San Antonio de los Cobres

Tras una recorrida por el pueblo, seguimos viaje; íbamos a parar para almorzar en "El Mojón", el restaurante más cercano...  a 35 km del pueblo! 
El Mojón es un establecimiento situado en medio de la nada, en la desoladora belleza de la puna. Unos arbustos de escasos cm de altura, llamas, burros y alguna vicuña esquiva son los únicos habitantes, además de Sandro Llampa y su familia. Allí viven desde hace años, y dan la bienvenida a quienes buscan un lugar para pasar la noche o para comer. Las construcciones son de barro, y las mesas... de sal! La comida es casera, hecha por la esposa de Sandro, mientras carga a su guagua en la espalda. Comimos unas riquísimas empanadas de carne -esta vez, con papa en el relleno-, albóndigas con arroz, pan casero hecho en horno de barro, y de postre probé el típico anchi, que se hace con sémola de maíz, azúcar y limón (muy rico). El lugar cuenta con capilla y un museo interesantísimo, que recrea una típica vivienda puneña. 

                      
Calidez hasta en los mínimos detalles: la panera/servilletero es de cardón

Los baños están señalados con muñequitos con trajes típicos

                         

Hornos de barro, y mesas de sal



La capilla de "El Mojón", y un cardón infaltable




Siendo que estábamos en Argentina, tampoco podía faltar la cancha de fútbol

Parte del museo, con enseres típicos de la puna

Aquí me ven junto a uno de los chiquitos de la familia, a la sombra de un cardón

Tras el almuerzo, la recorrida y un poco de charla con los habitantes de ese oasis de calor humano en medio de la hostilidad de la puna, seguimos recorrido hacia nuestra próxima parada. La ruta seguía cortando esa árida planicie, en la que a veces asomaban algunos de los pobladores de la puna:






Varios km más adelante -distancias inimaginables para un uruguayo- llegamos a las imponentes Salinas Grandes.   




Se trata de un extensísimo salar que se encuentra entre las provincias de Salta y Jujuy, a casi 3.500 msnm. La sal es extraída a mano, por trabajadores de una cooperativa. Las condiciones laborales son realmente durísimas. 



Los cristales de sal van formando un mosaico de polígonos (había puesto "pentágonos", pero Juan Pascualero  notó que los 5 lados se transformaban en 4 o en 6)  



Piletas excavadas a pico


Un trabajador extrayendo la sal. Deben cubrirse completamente el rostro, para evitar quemarse por el reflejo del sol en la nívea blancura de la sal

Estatuas de sal, cual esposa de Lot


Un artesano tallando lajas; complementan sus ingresos con artesanías hechas con recursos naturales

Tras la imponente experiencia de visitar el mar de sal, seguimos viaje. Nos estábamos acercando al punto más alto de la ruta, los Altos del Morado. Increíblemente, no hacía tanto frío a más de 4.100 msnm, o sería que tantos sentimientos y emociones como los experimentados en la puna sirven de abrigo. 

Pero ya lo dijo Newton, todo lo que sube baja... había que descender la cuesta, rumbo a Purmamarca. Y la bajadita por la Cuesta de Lipán puso en evidencia que Tony era tremendo chofer.


La cuestión es que el pobre hombre no sólo tenía que manejar la camioneta por la serpenteante ruta, sino que tenía que llevar tras sus espaldas a 14 uruguayos ansiosos por llegar a Purmamarca lo antes posible... porque la Selección Uruguaya se jugaba todos los boletos frente a la de Ghana por los cuartos de final de la Copa del Mundo!
Llegamos a Purmamarca para el segundo tiempo; nos metimos en "Mama Coca", a ver lo que quedaba del partido, y a  sufrir con el alargue y los penales. 
La experiencia de ver a cuatro gatos locos con una bandera uruguaya festejando un triunfo por las callecitas de tierra seguramente es algo que los purmamarqueños no ven todos los días.


¡Uruguay nomá! Una multitud congregada entre la bandera y Cerro de los Siete Colores, que se pintó de celeste (¡Qué cursilería, parezco Gorzy!)

A estas alturas ya todos saben que ese fue el partido más infartante del Mundial de Sudáfrica, con la picadita del Loco Abreu y la mano de Luisito Suárez.
La mano de dios no parece pasar muy a menudo por la puna, o a menos eso me pareció.
Pero tal vez estoy equivocada. 


*Sí había tenido una experiencia similar, 10 años antes, en el tren que va desde Cusco a Aguas Calientes, a los pies de Machu Picchu... ¡Espectacular!