sábado, 24 de abril de 2010

Cómo hacer turismo en Uruguay y no morir en el intento - Tercera parte

Más fácil es lavarle los dientes a un dromedario que conocer la Gruta del Palacio
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Hace poco más de un año atrás, había publicado las crónicas -o debería decir la odisea- del viaje al Lejano Oeste que emprendimos con mi amiga Laura a bordo de su vehículo, el fiel Rojito. Quienes no las hayan leído y decidan hacerlo, o quienes aún habiéndolas leído y en cumplimiento de algún castigo seguramente emanado de un pecado cometido, deseen hacerlo nuevamente, pueden hacerlo aquí:
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A quienes no las hayan leído y decidan abstenerse de hacerlo, o a quienes las hayan leído pero las hayan borrado de su memoria, les cuento que, en aquella ocasión del viaje por los departamentos de Flores y Colonia, nos pasó de todo, excepto aquellas cosas que queríamos que nos pasaran. Por sólo citar algunas, cuando fuimos a visitar la Gruta (o Grutas) del Palacio, nos encontramos con que el sitio cerraba los martes y habíamos ido un martes, no pudimos visitar la Estancia de Anchorena porque estaban canceladas las visitas debido al riesgo de incendios a raíz de la intensa sequía, no pudimos ir a la isla Martín García porque estaba rota la lancha... amén de que nos tuvimos que volver bajo el diluvio que puso un clarísimo fin a la sequía que hacía meses azotaba el país.
En la semana de Turismo, decidimos hacer un nuevo intento por visitar la gruta, esta vez con la compañía de nuestra amiga Mónica, que vaya una a saber qué ánimo aventurero la empujó a sumarse, aún a sabiendas de la confabulación universal urdida en nuestra contra, porque de otro modo no se entiende todo lo que nos sucedió.
Antes que nada, aclararé que esta vez sí encontré en internet una página de la Intendencia Municipal de Flores que informaba los días y horas de visita a la Gruta o las Grutas, aunque no con claridad, precisamente, ya que en dicha página, que parece redactada por un extranjero que está haciendo sus primeras armas en el manejo de nuestro idioma, ni siquiera queda en claro si se trata de una gruta o de más de una1 .
Arrancamos temprano, y enfilamos hacia la Ruta 1, para luego tomar la 3. En un determinado momento, la soleada mañana desapareció y dejó lugar a una niebla gris y fría, que unos pocos km más adelante desaparecería tan misteriosamente como había aparecido. Dado que el resto del día permaneció cálido y soleado, supongo que la grisura se debió a la presencia de dementores2 que asolaban el departamento de San José. Superada la niebla, seguimos sin tropiezos. O casi.
Esta vez, con mi cámara en ristre,  estaba decidida a fotografiar el popular queco3 "Las gatas”, situado en las afueras de la ciudad de Trinidad, para dar pruebas gráficas de su existencia a los escépticos que la pusieron en duda en mi crónica anterior; grande fue mi sorpresa al descubrir que el mencionado establecimiento desapareció, o cambió de firma -sospecho que es el que actualmente lleva por nombre el anodino “Edén”-. No salía de mi asombro cuando nos topamos con un cartelón así de grande que indicaba con toda claridad no sólo el camino a seguir hacia la Gruta, sino también los días y horarios de visita, cartel cuya patente inexistencia un año atrás nos había causado la decepción de haber encontrado el acceso cerrado. Bien, esta vez, no había como errarle. O sí.
Resulta que al llegar a la entrada del predio en donde se encuentra la Gruta, a punto de alcanzar nuestro objetivo, el Rojito, al cual no habíamos consultado si quería ir o no, nos hizo saber su disconformidad: patinó y... casi casi se fue a la cuneta! Allí se quedó, varado, con la rueda delantera izquierda girando en el aire, y ni forma de avanzar o retroceder. Y bué, otra vez el Universo conspiraba en nuestra contra, en esta ocasión a un kilómetro escaso de la esquiva gruta. Pero así como hacer turismo en Uruguay tiene sus muchísimas contras, el sufrir un percance automovilístico como este tiene su costado positivo: en menos que canta un tero, había un montón de uruguayos salidos de entre las chircas dispuestos a ayudarnos; no hubo conductor que no parara y ofreciera una mano (creo que el propio Adrián Sutil4 hubiera frenado su Force India de no haber estado por Malasia o no sé dónde en esos momentos). La cuestión fue que entre tanto comedido estaba el conductor de un camionazo con zorra cargado hasta la pera de troncos de eucalipto, que en dos minutos ató una cuerda y le pegó un tirón al Rojito que casi lo manda de nuevo a Montevideo del envión. Luego de agradecerles profusamente a todos (y de reanimar a Laura, que estaba no sólo al borde de la cuneta, sino al borde de un ataque de nervios), nos dirigimos a conocer la mítica Gruta... ¡¡¡POR FIN!!!!
Increíble -y afortunadamente- el resto de la visita al Departamento de Flores continuó sin contratiempos ni otros incidentes dignos de mención, excluyendo tal vez el encuentro con un bagre delicioso a orillas del Lago Andresito.
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Y aquí, los documentos gráficos:
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“...Una canción se filtra entre la niebla
con una gris mortaja de fantasma...”

La Gruta del Palacio, al fin:
una vista del Salón de los Pasos Perdidos
(perdidos entre las algas)
 
Otra vista (desde el ángulo opuesto)

¿Columnas dóricas, jónicas, corintias... ?
Más bien areniscas ferrificadas.
(¡Qué me vienen con Calícrates...  pura naturaleza!)

Una princesa nativa, habitante del Palacio

¡Qué gambas, mamita!

Aves que se reflejan como...aves
(¿Qué habría consumido Dalí aquel día?)

“Qué bonito que cantaba
la palomita en su cable...”
 (Otro que había consumido algo...
¿Desde cuándo cantan las palomas?)

Gran pescador de caña en el lago Andresito
(¿Habrá sido el responsable del bagre del almuerzo?)

Historia de un cachorro de coatí y un cachorro de hombre

¡A lo que a llegado la manipulación genética!
 Nunca había visto unos venaditos tan raros...

El animal más peligroso del mundo
(era hora de que conocieran mi verdadero yo)

Una ingeniosa publicidad de Colgate Herbal

En el paseo de esculturas de la Reserva de Fauna Dr. Tálice,
destaca el asombroso realismo de la estatua de un caballo

El auténtico Iron Man oriental

¿Rubio natural, o Koleston?

¡¡¡Se siente, se siente
Maradona Intendente!!!
(Mirá en lo que terminó D10S...)
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1 Pueden consultar aquí: http://www.imflores.gub.uy/gruta.html
2 Terroríficas criaturas que aparecen en la saga de Harry Potter, cuya presencia se advierte por una helada neblina y una profunda sensación de angustia
3 Nombre que reciben en Uruguay las casas en donde hay damas que ejercen el oficio más antiguo del mundo, y no me refiero al de “creador de universos”
4 Piloto germano-uruguayo de F1
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sábado, 10 de abril de 2010

De revolcones y caídas


Por nuestra enviada especial*

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Cada año, durante la Semana Santa-de-Turismo-Criolla-de-la-Vuelta-Ciclista-de-la-Cerveza-del-Festival-del-Olimar (quienes no entiendan de qué estoy hablando, favor de leer explicación aquí) en Montevideo tiene lugar la “Semana Criolla”, en el predio de la Rural del Prado**. Durante esa semana, decenas de jinetes del interior del país y de países vecinos, vienen a la capital a demostrar su destreza -o la completa falta de la misma- en las jineteadas: la cuestión consiste en aguantar montado sobre un bagual (o sea, un caballo de mal carácter) sin caerse de manera ostensible durante unos segundos, que vistos de afuera parecerán una insignificancia pero para el jinete seguramente parezcan una eternidad, y para el caballo, ni te digo.
Junto con las jineteadas se establecen cientos de puestos de venta de artesanías y comidas típicas, amén de otra cantidad de puestos de venta de todo tipo de insumos (no podían faltar los estuches para teléfonos celulares, por poner un caso), entretenimientos para niños y puestos con información de distintas divisiones del Estado. Por las noches hay espectáculos artísticos en diversos escenarios.
Esta cronista no podía permanecer ajena a este acontecimiento que año a año convoca a miles de personas, y hacia allá me dirigí, cámara en ristre, para documentar gráficamente cuanto allí sucede.
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¡Campana de largada! Aquí vemos al indómito bagual y a su jinete,
como abrazado a un rencor
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“...no es un crimen ser golpeado,
ni es delito haber rodado en
 las vueltas de la vida...”
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Este año se implementó el tradicional juego de “Ponerle la cola al caballo”,
sólo que alguien no entendió bien las reglas,
y en lugar de vendarle los ojos al jugador,
 se los vendó al caballo
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Un hermoso ejemplar de bagual, mezcla de zaino, bayo,
tordillo, alazán y varios pelajes más
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Entre los espectáculos anunciados, destacaba
la opereta criolla “Los paraguas de Cherburgo”
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Qué linda tarde para playa... el agua está bien verde!
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No sólo de caballos indómitos se trata la Criolla; también se destaca
la presencia de feroces mosquitos, como este terrorífico Aedes aegypti
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La sensación de inseguridad está haciendo mella en la población...
ya se ven civiles armados aún en ambientes familiares como éste
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Como para no armarse, si a quienes están encargados de velar por
nuestra seguridad no se les mueve ni un pelo!
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Típica comida criolla:  “fast food” o “comida rápida”
(tan rápida que los bovinos salen del galpón y 
en el carrito los transforman en hamburguesas)
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Un innovador vehículo ecológico: las plantas proporcionan el oxígeno,
no quema combustible fósil, ni utiliza ninguna fuente contaminante
de energía. Tampoco se mueve, pero eso es lo de menos.
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Hablando de vehículos, en la entrada vi estacionado el fusca de mi amigo
Peter Parker, pero a él no lo encontré en el interior del predio
(no es de extrañar, con la de gente que había)
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Una talabartería, con diversos artículos típicos confeccionados en cuero,
para deleite de los avezados jinetes 
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Otros artículos típicos preferidos por nuestros criollos:
las mochilas de Ben 10, Barbie y  Hannah Montana
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Sombrero típico: 100% Gaucho Uruguayo
 (seguramente confecccionado en serie en Sichuan)
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Otro sombrero típico del gaucho oriental, en este caso con el emblema
de “The Sharks”, popular equipo de rugby de Sudáfrica
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Las típicas bombachas gauchas, prendas de lo más apreciadas por el paisanaje
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Si las jineteadas o el uso reiterado de bombacha gaucha hace que se eleve
 la temperatura del gauchaje, no hay más que tomarse un tecito
de milenrama para atacar los molestos calores
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*Que soy yo misma, claro
**Actividades similares tienen lugar en el Parque Roosevelt del limítrofe departamento de Canelones
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