sábado, 25 de julio de 2009

Un gran salto para la humanidad

El pasado 20 de julio se cumplieron 40 años del primer alunizaje. Vaya novedad, dirán ustedes. La cuestión es que, para conmemorar ese pequeño paso del hombre, el Planetario organizó un acto solemne -detesto llamarlo "evento", si estaba organizado y además se sabía que iba a acontecer desde hacía cuatro décadas, así que de eventual no tenía nada- en el cual se presentó un video uruguayo acerca de la misión del Apolo XI. La pregunta, a estas alturas, es qué silbato vengo a tocar yo, si mis actividades profesionales y de cultivo del ocio están tan lejos de la carrera espacial como lejanos estamos todos nosotros de la propia Luna.
La cuestión es que el amigable vecino Peter Parker -de larga fama en la blogósfera- hace cuestión de un mes atrás me propuso hacer un dibujo para un afiche que él tenía que crear -en su calidad de diseñador gráfico, y no de superhéroe arácnido-, para publicitar una serie de charlas sobre astronáutica que su amigo Alejandro Galli, de la Asociación de Aficionados a la Astronomía
[1], iba a dar.
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El resultado de la labor mancomunada es el siguiente[2]:
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Bueno, la cuestión es que fui invitada a la presentación del audiovisual y la muestra que lo acompaña, y allá fui, el lunes al mediodía.
No sé qué era lo que me esperaba, pero sin dudas, no lo que sucedió. Para empezar, imaginaba que entre la concurrencia iban a abundar miembros de la comunidad académica, de la propia asociación, docentes de Astronomía -todos ellos fácilmente reconocibles por desarrollar un cuello particularmente largo y mirar siempre para arriba, en particular de noche- y alumnos de 4º año de liceo, que cursan la asignatura Astronomía. Craso error. Bueno, había algunos de los personajes antes mencionados, pero lo que abundaba allí era otra cosa.
Para empezar, ni bien llegué, se apareció el periodista Mariano López de Canal 12 con camarógrafo y todo -se ve que alguien les había avisado que yo iba a estar- y después fueron llegando numerosas estrellas de la farándula vernácula como los actores Jorge Bolani y Paola Venditto, el escritor Mario Delgado Aparain y la diva Julia Möller, más una cohorte de señoras que sacaron a relucir sus tapados de felino ennaftalinado y sus peinados batidos y plastificados con laca, muy al tono con la época en que se produjo la llegada del Apolo XI a la Luna, aunque algunas por su aspecto más bien parecían sobrevivientes del Apolo XIII. Y casi me desmayo cuando veo aparecer a un caballero con gabardina beige, pelo cortadísimo y cuchuflete de la oreja, con un aspecto de agente secreto de película de clase B que se caía, que resultó nomás ser lo que parecía -no un personaje de película de clase B sino un agente secreto-, que imagino estaría custodiando a unos funcionarios de la Embajada de Estados Unidos que patrocinaban el acto, porque lo que es Armstrong, Aldrin y Collins sólo se aparecieron en pantalla, ya que según parece, prefirieron ir a un ágape que les ofreció Obama que sabe mucho menos de Astronomía que cualquiera de los gurises de 4º de liceo que se encontraban presentes. Mientras esperaba que comenzara la proyección, una mujer que hablaba correctamente el español pero con un fuerte acento de Omaha se acercó a preguntarme si yo tenía idea del programa. Evidentemente, no podía decirle que yo estaba ahí porque había dibujado al astronauta en alpargatas del afiche de la puerta, y que sabía tanto de los acontecimientos como ella, así que me limité a decirle que en la invitación se hablaba de la proyección de un video y que yo sospechaba que luego habría una conferencia, y que se indicaba que empezaría a las 12.30 -cuando ya eran 12.40- a lo que ella dijo: "Pero claro, esto es Uruguay", y me dejó sin poder defender la impuntualidad oriental que tan bien nos deja parados -o sentados, como en ese caso- hasta en la propia Luna.
Una vez concluido el video -de lo más interesante y que podrá ser apreciado en los días sucesivos en el propio Planetario por el público en general- se sucedieron los discursos de rigor de diversas autoridades y de un adolescente del Liceo Nº4 de Maldonado que fue el que estuvo mejor de todos, por lo breve, conciso y claro de su pieza oratoria.
Como en todo acto que se precie en Uruguay, sea casamiento, inauguración de una muestra fotográfica, fiesta de fin de cursos, velorio o conmemoración de alunizaje, la cosa terminó con la ingesta de sólidos y líquidos varios, en medio de un ambiente de cordial camaradería en donde se habló de cualquier cosa menos de cohetes y de satélites naturales.
Por las dudas, y en vista de que sólo una década más se cumplirán los 50 años de la llegada del hombre a la Luna, ya voy agendando cita con la peluquera para que me haga un batido sesentoso, y voy viendo de conseguir un tapado de piel de naftalina salvaje, no sea cosa que me inviten de nuevo.
Ah... los canapés estaban buenísimos; Armstrong, Aldrin y Collins no saben lo que se perdieron.
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[1] Asociación de Aficionados a la Astronomía: http://aaa.org.uy/

[2] Que pueden ver y apreciar todos quienes concurran al Planetario Municipal en estos días

jueves, 23 de julio de 2009

Con todo al aire

Eduardo Nogareda, conductor del programa radial "El truco de la serpiente" ha cometido el desatino de invitarme al programa de mañana viernes.
No me queda claro si es que el pobre no sabe lo que hace, o es que está cumpliendo una pena por alguna infracción que ha cometido, pero la cuestión es que allí estaré leyendo una de mis crónicas. Si tenés tiempo y ganas de reírte de mis torpes balbuceos microfónicos, o de escuchar un muy buen programa (a excepción del ratito que estaré yo), sintonizá Emisora del Sur (1290 AM ó 94.7 FM) mañana viernes 24 de julio a partir de las 16:15 horas.
Para escuchar en internet:
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¡Qué país generoso...!

sábado, 18 de julio de 2009

Disculpame el eufemismo

Hace un tiempo Ro, la de El cristal con que se mira, me propuso el tema de los eufemismos. Muy rico todo, pensé, pero como yo soy muy ordenada, decidí empezar por el principio. ¿Qué es un eufemismo? Según el incalificable Diccionario de la Real Academia de la Lengua –faro que guía a esta escribidora perdida en las tinieblas de la ignorancia, como podrá ver y apreciar cualquiera que pase por este blog- un eufemismo es una “...manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.” Ah, bueno. Así que un eufemismo es una forma de decir algo pero con otras palabras. Una especie de hipocresía sinonímica, ya que estamos. Ahora bien, si mal no recuerdo, las ideas cuya recta y franca expresión es dura o malsonante, tienden a ser recta y francamente corporales: suelen referirse a la anatomía, a la fisiología o a la patología del propio cuerpo humano.
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Por ejemplo, la premisa que dice "todos los hombres son mortales" que una tenía por verdadera, parecería ser que no es así. Mucha gente es inmortal, dado que no se muere, sino que pasa a mejor vida. Sin duda, hay algunas vidas mejores que otras, pero no deja de ser un poco injusto que los que ya se daban la buena vida pasen a tener una aún mejor, en tanto que se les podría dar una mejoría a quienes tienen una vida espantosa. Se me dirá que la expresión alude a una vida mas allá de la existencia terrenal, que una ni siquiera tiene la certeza de que exista, y quién te dice que no te toque ir a rostizarte con Don Lucifer, que será que a mí me mata el calor que no me parece que ésa sea mejor vida, o al menos no desde el punto de vista térmico.
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Pasaron a mejor vida
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Las personas que sí se mueren, a veces lo hacen por causa de una terrible enfermedad. Ahí es que yo me planteo cuál sería la enfermedad que aquejaba al difunto: ¿Un dengue hemorrágico, acaso, que lo hizo desangrarse en medio de unos espasmos tremendos? ¿Una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que lo tuvo durante mucho tiempo respirando por las orejas mientras lucía un tono de piel azul? ¿Un cólera, que se lo llevó en medio de la indignidad de una diarrea apocalíptica? Enfermedades terribles yo diría que hay muchas, pero parece –según me informan- que la expresión refiere exclusivamente al cáncer, que ya es un eufemismo, porque no es una enfermedad sino que pueden ser varias, y que además, suelen ser identificadas por su nombre y apellido, ya que no es lo mismo un linfoma de Hodgkin que un sarcoma de Kaposi. O como decía mi abuela, "parece que Fulano tiene algo malo", con lo que a una le quedaba la idea de que Fulano tenía un perro mordedor o un prontuario frondoso.
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Algunas de las personas que permanecen con vida, lo hacen con serias dificultades e inconvenientes, dado que no cumplen con las funciones orgánicas que hacen a la condición de ser un ser vivo. Por ejemplo, no defecan, ni mucho menos cagan, sino que mueven o movilizan el vientre. En realidad, las únicas personas que sí mueven el vientre son las bailarinas de la danza del mismo, que se reducen a un escasísimo número de personas.
En los últimos tiempos, ha surgido un nuevo eufemismo referido a la frecuencia y velocidad de evacuación de la materia fecal: el tránsito. Si a mí me hablan de tránsito lento, me imagino la ruta interbalnearia un domingo de verano a las 7 de la tarde, y no que Mengana está de pésimo humor porque hace cuatro días que no caga, perdón, que no moviliza el vientre.
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Mueve el vientre sin problemas
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La edad es otro tema del cual no se puede hablar sin rodeos; el envejecimiento dejó de ser un proceso natural para convertirse en un oprobio, que hay que ocultar a como dé lugar. De ahí que un individuo no sea más un viejo, por más que tenga una antigüedad probada sobre el planeta, sino que es un adulto mayor. Ahora bien, se alcanza la mayoría de edad a los 18 años, y la adultez unos pocos años después, por lo que un tipo de 31 años es un adulto y es mayor, mal que le pese, es decir que entró en la misma categoría del bisabuelo que el otro día festejó los 97.
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En lo que respecta a la sexualidad y a la actividad sexual propiamente dicha, comprendiendo los aspectos eróticos, genitales, reproductores y aledaños, prácticamente una no entiende cómo sigue existiendo la especie humana, si todo es puro eufemismo. Las mujeres no menstruamos, sino que estamos en esos días (es decir, que no sé en qué estoy cuando no menstrúo... ¿En esos otros días que no son esos días, tal vez?), en los cuales hay que tener particular cuidado con la higiene íntima (¿Me tendré que cepillar el esófago?) Por supuesto que una jamás de los jamases tendrá vagina, clítoris o quién sabe qué otros vericuetos malsonantes, válgame Falopio.
Por su parte, lo hombres no tienen pene (bueno fuera) sino que tienen órgano viril. Ahora bien, dado que viril quiere decir perteneciente o relativo al varón, cualquier órgano que tenga un ser humano de sexo masculino es un órgano viril, por lo que bien podríamos estar hablando del ojo o del páncreas.
Las personas decentes jamás practican el coito o cópula; como mucho, se acuestan... Para mí que acostarse quería decir algo así como ponerse en posición horizontal para descansar o dormir, y de ser posible en una cama, pero parece ser que no es así. Cuando alguien dice “Mengano se acostó con Zutana”, por poner un caso, parece ser que quiere decir que dichas personas mantuvieron trato carnal o se conocieron en el sentido bíblico, no sé si me explico. O sea que es incorrecto –y yo diría, inmoral y censurable- decirles a los niños pequeños “Es hora de acostarse”. Debe decirse, por lo tanto “Es hora de ir a tenderse o echarse con el objetivo de dormir.”
En los últimos tiempos ha cundido un anglicismo, que es tener sexo. ¡Caramba, y yo que creía que tenía sexo femenino desde que un espermatozoide de papá que tenía un cromosoma X se unió con un óvulo de mamá que también tenía un cromosoma X...! Pues no. En estos momentos que estoy tecleando este texto, te juro que no estoy teniendo sexo (no soy tan habilidosa, lamento confesar).

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El embarazo, el parto y el puerperio, hechos naturales y por demás deseables sobre todo en este país que somos tan poquitos, pueden llenar de felicidad a una persona o a una pareja, pero no por ello se podrá hablar de esos temas a calzón quitado, aunque suelen involucrar varias quitas de calzones, que no será imprescindible pero sí más cómodo. Perengana puede estar embarazada, cómo no, pero jamás parirá a su hijo, sino que tendrá familia, con lo que padres, hermanos, tíos y primos pasan automáticamente a un estado de no-existencia. Luego de tener familia, la mujer no pasará a ser una puérpera, sino que estará en la cuarentena, por lo que el maravilloso acto de tener un hijo pasa a convertirse en sinónimo de haber padecido la peste bubónica.
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Perenganita tuvo familia
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Y no sé si corresponde que acabe este texto, porque como sabemos, acabar también es un eufemismo.
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sábado, 11 de julio de 2009

La pandemia de la prensa amarilla



Siguiendo con el apostolado de mantener a la población debidamente informada, van aquí una serie de aclaraciones acerca del ineludible tema de la gripe del chancho.


Para empezar por el principio, los virus no son seres vivos, no insistas; no los podés matar. Los virus son... virus, existen y están allí, y una tiene que asumir su existencia, como asume la existencia del átomo, de los impuestos y de los comentaristas de fútbol.
Lo que tienen los virus es que se hacen los vivos, y cada tanto se les da por invadir verdaderos seres vivos. Invaden sus células, obligan a éstas a hacer copias de ellos, y así hay cada vez más virus, para invadir nuevas células, hasta que al final se aburren y se van, o ya no quedan más células por invadir, porque el ser vivo que los alojaba –llamado huésped- decidió morirse de una buena vez.
Ahora bien, los virus son específicos: invaden a un tipo de célula determinada de una especie determinada, es decir, que se aquerencian en el huésped. El inconveniente es que los virus mutan con gran facilidad, y es así que un virus que durante años invadió células de una especie en particular -pongamos por caso, el chancho- un buen día mutó (es decir, cambió) y decidió que el chancho le resultaba poca cosa y se le dio por invadir cristiano.
Ahí es que entra en juego la palabrita zoonosis: una zoonosis es una enfermedad propia de una especie que se le da por atacar a otra. Según el Diccionario de la Real Academia, es una “enfermedad o infección que se da en los animales y que es transmisible al hombre en condiciones naturales” con lo que queda claro que los integrantes de la Real Academia no son animales, y andá a saber a qué Reino pertenecen, si es que son seres vivos, y que a las mujeres, por suerte, no nos pasan esas cosas.
La cuestión que el virus A (H1N1), que como todos sabemos pertenece a la familia
Orthomyxoviridae, hasta hace poco infectaba a los cerdos, hasta que le vino el berretín, y decidió abandonar al modesto suino para ir a alojarse a otra especie tanto o más chancha, pero con mayor estatus zoológico. Así fue que la gripe porcina, que ya existía, se humanizó, en el peor sentido del término, por lo que ya no es correcto seguir llamándola gripe porcina o gripe del chancho, a menos que quien la padezca sea inspector de tránsito.
Y tampoco le alcanzó con llamarse gripe, y comenzó a llamarse influenza, siendo términos sinónimos, sólo que gripe es de origen francés e influenza de origen italiano; será que a este virus le caen simpáticas las fiestitas de Berlusconi. Es decir, que estamos en presencia de la Influenza A (H1N1), y no de otra cosa.
¿Qué diferencia tiene con la gripe común, que después de haberla padecido durante siglos, aprendimos que se llama “estacional”? Ninguna, salvo el virus que la causa. La gripe estacional puede ser causada por virus A, B o C, que a su vez pueden tener variantes, según las proteínas que tengan en su superficie. Por lo demás, da lo mismo tener una que otra, siendo mejor no tener ninguna de ellas, si me dan a elegir. Los mismos dolores musculares, la misma fiebre, el mismo decaimiento, los mismos estornudos... Una falsificación capaz de engañar a cualquiera, salvo a los expertos.
¿Cuál es el problema, entonces? El problema es la globalización. Siempre hubo virus y enfermedades infecto-contagiosas, muchísimo peores que la humilde influenza. Claro que en épocas anteriores, había menos gente, menos traslados y nada de información. La mayoría de las personas nacía, vivía y moría en la misma comarca, y ni sabía qué había unos pocos kilómetros más allá. Hoy no. Hoy un tipo estornuda en Veracruz y a las pocas horas otro es contagiado en Jakarta, y un rato más tarde otro se resfría en Casablanca. Los virus viajan en avión de una parte a otra del mundo, y sin que los afecte el jet-lag. Y son seguidos por los medios de comunicación, que con esto de los satélites, las cámaras digitales, los teléfonos celulares, las laptops y la mar en coche. Como si cada virus tuviera un GPS, que permitiera ubicarlo al instante, no importa en la nariz de quién acabe de colarse.
Y se desata la pandemia. Que quiere decir que la enfermedad se extiende a muchos países, y no que es algo terrible. El problema, en este caso, es que “pandemia” suena a “pandemonio”, que no tienen nada que ver, ni tampoco es tan grave, sino que es el nombre que este muchacho Milton le puso a la capital del Infierno en su “Paraíso Perdido”, como bien le podría haber puesto Montevideo, si no fuera porque por ese tiempo todavía no estaba fundada, y ni siquiera Zabala había nacido.
[1]
Entonces, como decía el Chapulín Colorado, que no panda el cúnico, que la cosa no es tan grave. Me dirás que muchas personas han muerto por esta pandemia. Bueno, sí. Ahora bien: ¿tenés idea de cuántas personas mueren anualmente por gripe estacional? Y no voy a traer a colación las muertes por accidentes de tránsito, enfermedades vinculadas al tabaquismo, cáncer, violencia doméstica, guerras, hambre y otras pandemias que sí son infernales, porque escapa al tema de este artículo y a las posibilidades de esta escribidora. Ni tampoco me voy a poner a hacer disquisiciones acerca de las ganancias de las multinacionales de la industria farmacéutica con la venta de antigripales y antirretrovirales. Y menos que menos voy a decir que las farmacias se hacen su junio-julio vendiendo alcohol en gel y tapabocas, que después de todo es un negocio y de algo hay que vivir.
Así que menos bola a la prensa, que bien puede ocuparse de otros temas muchísimo más serios e importantes como el funeral de Michael Jackson, el pase de Cristiano Ronaldo al Real o el inminente estreno de la sexta película de Harry Potter.
Y vos cuidate del frío, alimentate adecuadamente, lavate las manos seguido –que siempre viene bien- y salí corriendo si alguien estornuda cerca.
Y si ya estás con estornudos, dolores musculares y fiebre, metete en la cama y aprovechá para quedarte vagando unos días, que es lo mejor que podés hacer en el invierno.
¡Achís!




[1] “Paradise Lost”, la obra de John Milton, fue publicada en 1667, en tanto que Bruno Mauricio de Zabala, el fundador de Montevideo nació en 1682, y Montevideo fue fundada en 1726.

sábado, 4 de julio de 2009

Le salieron mal los anales y lo mandaron al siete i

Si el lenguaje de los partes policiales –que luego repite la prensa ¿especializada? en crónica roja- nos resulta críptico (ver artículo sobre el tema publicado en este mismísimo blog la semana anterior), qué podemos decir del lenguaje de los médicos. Claro que los profesionales de la salud (¿o debería decir “de la enfermedad”?) tienen su propia jerga y sus términos técnicos, pero de entenderlos dependen nada más y nada menos que nuestra salud, cuando no, nuestra vida, cosa que no ocurre en los partes policiales, porque honestamente un dolo más o un acometimiento menos me dan igual, pero con un proteinograma electroforético no se juega.
De la supina ignorancia que tenemos los pobres mortales de los términos médicos, y de la incapacidad de algunos galenos de traducir al español qué esfigmomanómetro quieren decir, surgen malos entendidos, muchas veces jocosos, como hacerse los anales, andar con la honda o sufrir neuralgia del trigésimo.
Como la docencia es, antes que nada un apostolado, y entre los objetivos de este humildísimo blog está el de educar a las masas (y a los sánguches), aquí van algunas aclaraciones de orden práctico:

Aguda: en este caso, no se refiere a las palabras acentuadas en la última sílaba, sino a una fase de una enfermedad. Se dice que está en fase aguda cuando es imposible obviar que una está enferma, porque le vino flor de patatús (de la índole que sea).

Azúcar: uno de los monstruos del imaginario colectivo; tener “azúcar en la sangre” produce un pavor completamente infundado. No hay modo de que un cristiano tenga azúcar en la sangre; quienes tienen azúcar circulando por su cuerpo suelen ser plantas, en particular la caña de azúcar y la remolacha azucarera-oh, sorpresa-. Lo que una tiene es glucosa, y el nivel de tan dulce sustancia en la sangre se llama glucemia o glicemia. Como casi todo en esta vida, hay que tener lo justo, porque tanto el exceso o el defecto perjudican. Cambiá los waffles de chocolate por una manzana, y después me contás.

Colesterol bueno / colesterol malo: parece el título de una película de Kusturica, pero sin embargo es la denominación vulgar e incorrecta de HDL y LDL, que como todo el mundo sabe, quieren decir High Density Lipoproteins y Low Density Lipoproteins. Hay que tener ambas lipoproteínas en niveles de normalidad, y dejarse de joder con concepciones maniqueas.

Colesterol: especie de monstruo legendario de la posmodernidad. Tildado de “malo” por el vulgo, el colesterol no sólo no es malo, sino que es imprescindible para las membranas celulares, para que las neuronas te funcionen rapidito y para un montón de cosas más. Lo que es malo no es tener colesterol, sino tenerlo en exceso. Aflojale a las milanesas con papas fritas, a los bizcochos y a aplastar el culo en la silla, y vas a ver cómo en seguida se te amansa.

Crónica: se dice de la enfermedad que se aquerencia y no se va, por más que una insista en negarla. Conviene asumir la condición de enfermo crónico de una buena vez, y aburrir a familiares y amigos con los detalles cada vez que sale el tema en una conversación.

CTI: siglas de Centro de Terapia Intensiva o Centro de Tratamiento Intensivo. No insistas con decirle "siete i", por más que se encuentre situado en el séptimo piso del hospital. A este centro se derivan los pacientes en condiciones críticas -es decir, más jodida- o aquellos cuyo estado de salud se ha visto seriamente perjudicado por acciones cometidas por sus insoportables familiares o por un jefe tóxico, dado que en el CTI el paciente está solo y tranquilo. El personal técnico cuenta con entrenamiento especial, pero suelen seleccionarse más que por sus capacidades, por su taciturnidad, dado que la mayoría de los pacientes de un CTI no son dados a conversar.

Es un virus: muletilla que utilizan algunos médicos cuando no pueden determinar con precisión el diagnóstico, pero sospechan que lo que tiene el paciente no es muy grave. Nunca es un virus: los virus son patoteros y siempre andan de a chiquisientillones. Y lo que tienen de bueno los virus es que cuando se aburren de enfermarte, se van (cuando no te matan, claro).

Hemograma: examen de sangre que consiste en que un técnico que está muy aburrido se entretenga en contar cuántos glóbulos y plaquetas tenés. Supongo que en el laboratorio hacen apuestas para ver quién le emboca al número de leucocitos, como para agregarle emoción a la cosa.

La clínica es soberana: expresión que utilizan algunos médicos cuando revisan al paciente y éste tuvo a bien llevar un montón de síntomas parecidos a los del libro, por lo que el diagnóstico se cae de maduro. Cuando la soberanía de la clínica está en duda, agarrate pa'l temblor: se viene una andanada de análisis y estudios paraclínicos que podrás pagar sólo sacando el 5 de oro.

Mamografía: técnica utilizada para diagnosticar cáncer de mama. Hay muchos chistes que comparan lo que una siente al hacerse la mamografía con aplastarse una teta con la cortina metálica del garage; nada de eso es cierto. Es mucho peor, pero andá igual.

PAP: nombre cariñoso con que se designa al Papanicolau, examen que todas las mujeres tenemos que hacernos anualmente. No es nada del otro mundo y te puede salvar la vida, así que ponete la bombacha de ir al doctor y andá de una buena vez.

Próstata: órgano de la anatomía masculina que nadie sabie bien qué es, dónde está y para qué sirve, pero que suele joderles la vida a los caballeros, en particular a los de mediana edad en adelante. Nada malo pasaría si el señor se hubiera empezado a controlar a los cuarenta y poco, pero es más fácil convencer a Mahmud Ahmadineyad de que asuma públicamente el fraude electoral que a otro individuo cualquiera de que vaya al urólogo.

UCI: Unidad de Cuidados Intermedios. Lugar de internación para pacientes indecisos, ni tan graves como para CTI ni tan leves como para sala común. Viene a ser como un hospedaje clase turista, ni un 5 estrellas ni una pensión.

Queda abierto el consultorio: dejanos tu pregunta, y en breve responderemos tu duda. Recordá que estamos para servirte.
(Lo que no aclaremos aquí, ya se aclarará en la autopsia.)
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