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Vaya una a saber por qué, pero el mundo de la publicidad me fascina. Claro, yo no podría ser publicista porque la honestidad brutal que padezco impediría que alguien en su sano juicio me contratara. Una pauta publicitaria que dijera "el champú Sedosal es una cagada, si pensás que la modelo de la foto tiene ese pelo divino porque lo usa, estás peor del lado de adentro de la cabeza que del de afuera", sería un dechado de sinceridad, pero la publicidad se trata de vender, y no de ser honestos.
Ahora bien, me está pasando desde hace unos cuantos años que no entiendo algunas pautas publicitarias. Así nomás, no entiendo qué carajo me quieren vender, o no entiendo si los creativos se piensan de verdad que con ese mensaje pelotudo me van a tentar al consumo del producto. Una vez, hablando al respecto con mi amiga Bea que trabaja en una agencia de publicidad, me dijo algo así como que si el mensaje no me llega, es porque el producto -o la campaña- no está dirigido a mí. Ni que decir que ahí me quedé más tranquila: el problema no son ellos, soy yo.
Ahora bien, me está pasando desde hace unos cuantos años que no entiendo algunas pautas publicitarias. Así nomás, no entiendo qué carajo me quieren vender, o no entiendo si los creativos se piensan de verdad que con ese mensaje pelotudo me van a tentar al consumo del producto. Una vez, hablando al respecto con mi amiga Bea que trabaja en una agencia de publicidad, me dijo algo así como que si el mensaje no me llega, es porque el producto -o la campaña- no está dirigido a mí. Ni que decir que ahí me quedé más tranquila: el problema no son ellos, soy yo.
Es decir, los publicistas son realmente creativos, brillantes y capaces de diseñar estrategias exitosas para convencer a un determinado público objetivo -o sea, el "target", que quiere decir objetivo pero suena mejor en inglés, obviously- el problema es que yo parezco no formar parte de casi ningún segmento de la población consumidora, lo que si bien se mira, hasta puede ser un halago. Por otra parte, yo consumo ropa, cosméticos, productos de limpieza, discos, libros, alimentos, bebidas, medicamentos, tecnología, servicios médicos, artículos de papelería, insumos informáticos y varios etcéteras más, pero según parece, me las tengo que arreglar solita porque los publicistas de los últimos años se han olvidado de mí.
Hacer un análisis de toda la publicidad que una recibe en la actualidad podría llevar varios tomos de la Encyclopaedia Britannica, y para eso hay un montón de gente capacitadísima en semiótica, marketing, psicología social y no sé en cuántas disciplinas más, así que ni pienso intentarlo, que escaparía a mis modestísimas capacidades y a los objetivos de este blog, si es que los tiene. Más bien me interesa analizar en un vuelo gallináceo algunas pautas de publicidad radial que se escuchan en estos días.
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• Una publicidad de cerámicas Castro recurre a la voz de una conocidísima y mediática astróloga que nos informa que los astros indican que este es el mejor momento de renovar el baño o la cocina. Evidentemente, desde el momento en que sí uso el baño (no sólo soy limpita sino que además tengo la vejiga del tamaño de una pasa de uva) y también uso la cocina (me encanta cocinar y comer, y si no me gustara ninguna de las dos cosas, tendría que hacerlas igual), sí soy público objetivo. Ahora, desde la perspectiva de persona con formación científica y que vive en el siglo XXI, difícilmente me decida a cambiar el guáter según sea la posición de Ganímedes con respecto a Júpiter, pero lo de ser una descreída asquerosa es culpa mía, por lo que el aviso es de lo más simpático e ingenioso, y seguramente todo el mundo ya está haciendo cola para comprar bidés en esa empresa y en ninguna otra. No son malos los publicistas, la mala soy yo.
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• Una voz de una mujer joven exclama horrorizada “¿¿¿Vas a comer en el gimnasio???” por lo que una se imagina (recordemos que son avisos radiales) que la persona a quien va dirigida la pregunta sacó una olla de buseca. Otra joven responde que sí, va a comer una barrita de cereales, y que qué tiene de malo eso (lo mismo pregunto yo). La primera mujer, con tono de quien ve venir a los cuatro jinetes del Apocalipsis a todo galope, exclama que la voraz comedora de barritas de cereales no tendrá cómo lavarse los dientes, a lo que la aludida dirá que no se aflija, que comerá un chicle Orbit. Me pregunto: ¿En los gimnasios prohíben ingresar con cepillo de dientes? ¿A alguien se le cayeron los 32 dientes de golpe por no haberse lavado los dientes inmediatamente después de haber comido UNA barrita de cereal? ¿De verdad alguien puede creerse que el chicle puede sustituir el cepillado, el dentífrico, el hilo dental y el colutorio? Ah... Ahora caigo... esa publicidad no está dirigida a mí. No son pelotudos los publicistas, soy yo la que no va a ningún gimnasio.
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• "¿Alguna vez te pusiste a pensar que si bien todos los neumáticos son negros, redondos y tienen un agujero en el medio, no son todos iguales?" comienza preguntándose la publicidad de neumáticos Yokohama. ¡Ah, si prácticamente no tengo nada mejor en qué pensar...! Es más, las corrientes filosóficas actuales están cada vez más enfocadas en pensar acerca de cosas redondas, negras y con un agujero en el medio. No estoy en condiciones de afirmar que es de los avisos más pelotudos que existen, porque como carezco de rodado y por ende, de neumáticos, no formo parte del target... no son ellos, soy yo.
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• Una voz masculina y joven dice "Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso." Otra voz masculina, mayor y "de locutor" dice: "Relax, pibito, relax... Verano by Uniform". Otra pauta, igual de creativa de la misma campaña, comienza con una voz femenina y joven que repite ad nauseam: " ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda?" ante lo cual el locutor responde más o menos lo mismo, sólo que le dice “bebota” en vez de “pibito”. ¿La gente que no sabe inglés, o sea la mayoría de los habitantes de este país hispanohablante, entiende el mensaje? ¿La gente que sabe inglés y por lo tanto capta que dice “relajate, verano por uniforme”, entiende el mensaje? ¿La gente que sabe inglés y que además, sabe que Uniform es una marca de ropa informal, entiende el mensaje? Siguiendo la premisa de que la publicidad va dirigida a un público específico, a mí me da que pensar que en este caso se trata de individuos que saben inglés, usan ropa informal, conocen la marca y son absolutamente insoportables o absolutamente neuróticos. Ahora bien, yo me manejo bastante bien en inglés, uso ropa informal, conozco la marca y soy absolutamente neurótica, pero sin embargo, no entiendo el mensaje. Ergo, no soy insoportable. Claro, por eso no lo entiendo, me falta ese detalle. No son ellos, soy yo que carezco del nivel mínimo de pelotudez requerido.
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• Por último, pero no por ello menos importante, me referiré a la campaña de Pilsen Sonic. Imposible reproducir alguna de sus pautas, pero básicamente se desarrollan en discotecas y tienen como protagonista a un tipo al cual un incidente mínimo casual (que una chica lo empuje sin querer y le pida disculpas, o le llegue un mensaje al celular de número desconocido que dice “¿Dónde estás?”, le dispara la testosterona hasta alcanzar niveles tóxicos, en donde se imagina una escena erótica -por decir lo menos- con una desconocida. El aviso termina con el slogan “Pilsen Sonic, lo mejor de la noche”. Chan- chán. Ahora, bien, yo me pregunto ¿A quién va dirigido el mensaje? ¿A los pobres tipos? ¿A los infelices que están tan desesperados en su soledad que sufren alucinaciones? ¿A los desgraciados que tienen una vida tan de mierda que lo mejor que les puede pasar en una noche es tomarse una cerveza? Imagino que hicieron el correspondiente estudio de mercado, que dio como resultado que el porcentaje de pelotudos infelices es altísimo, porque de otro modo, no lo entiendo. Ah, pero como yo no soy consumidora de cerveza, más bien prefiero los derivados de la uva, el aviso no está dirigido a mí, así que es más que obvio que no son ellos, soy yo.
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