domingo, 31 de julio de 2011

Antelísima Trinidad

Hace ya un tiempo Antel logró unificar sus servicios de telefonía fija, móvil e internet bajo un mismo/a nombre/empresa.
Lo que no pudo hacer aún es unificar las facturas, por lo que me siguen llegando a mi mismo nombre y a mi misma dirección mes a mes tres recibos diferentes por los tres servicios, en tres sobres también diferentes, en tres fechas distintas. 
Eso sí, todos con el mismo isologotipo.





miércoles, 6 de julio de 2011

¡Se vienen Los Putifos!

En una columna publicada siglos atrás, había planteado el tema de la incomprensible -e imperdonable- actitud de los distribuidores de películas, que en afán de andá a saber qué intereses (y hasta cierto desinterés por respetar a creadores y espectadores) les cambian el nombre a las películas al pasarlas de su idioma original al español. Para muestra, hay varias fábricas de botones, pero hoy elijo uno precioso: la película “Flickan som lekte med elden”, que aparentemente en sueco significa “la niña que jugó con fuego”, se la conoce en inglés como “The girl who played with fire” (la chica que jugó -o jugaba- con fuego) y en varios países de habla hispana como “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”; como en Uruguay eso es imposible porque soñamos con fósforos y nafta, y aquí se le llama “Millennium 2” y a otra cosa.
La cuestión es que Fernando Terreno, en su comentario recordó que las series también se las traduce de cualquier manera, y trajo a colación la a estas alturas mítica “La caldera del diablo”, que en realidad se llamaba “Peyton Place”. Ahora bien, aún cuando en Argentina y Uruguay se la llamó del mismo modo, la palabra “caldera” significa cosas distintas en ambos países, así que Fernando, andá pensando que para nosotros se llamaba lo que para ustedes sería “La pava del diablo”, lo que no negarás que le quita dramatismo.
Pero ese comentario de Fernando me recordó que durante décadas hemos sido víctimas no sólo del incomprensible e irrespetuoso cambio de nombres de los títulos, sino de los personajes de las series. Y ahí sí que agarrate Catalina, que en la serie original lejos de llamarse Katherine seguramente se llamase Mary-Lou.
La gente de mi generación creció mirando el Batman interpretado (¿O perpetrado?) por Adam West (sí, eso explica gran parte de la situación del mundo actual). La serie aquí se llamó así, Batman, y no “El hombre murciélago” (no me dirán que la versión en italiano, “l'uommo pipistrello”, no es una maravilla). Ahora bien, a estas alturas no le pincho el globo a nadie si revelo que en realidad Batman era la personalidad secreta del multimillonario Bruno Díaz, ¿no? Y que su fiel ladero Robin, el joven maravilla, no era otro que el talentoso Ricardo Tapia. Pues una se vino a enterar, con el devenir de los años, que Batman no era Bruno Díaz sino... ¡Bruce Wayne! Y el joven maravilla era Dick Grayson... ¡Santos ravioles de ricotta! ¿A quién se le ocurrió transformar a Bruce Wayne en Bruno Díaz? ¡¡¡Que dé la cara!!! Acaso los hispanoparlantes somos tan subnormales que no podríamos entender que el tipo se llamaba “Brus Güéin”?
No se cometió esa infamia, empero, con Clark Kent ni con Peter Parker, con lo que estamos ante un claro caso de discriminación inversa, seguramente derivada del hecho que Brus Güéin es un conspicuo miembro de la puta oligarquía, y no así los otros dos, porque otra hipótesis no se me ocurre.
Con los personajes de Disney se siguió un criterio esquizofrénico: algunos se siguieron llamando como en sus versiones originales (Mickey, Minnie, Donald, Daisy), pero otros incomprensiblemente fueron avasallados en su derecho a tener un nombre: Goofy pasó a ser “Tribilín”, Scrooge* McDuck, “Tío Rico” acá o “Tío Gilito” en España, los sobrinos de Donald Huey, Dewey y Louie  pasaron a ser “Hugo, Paco y Luis” (o –agárrense fuerte-  Juanito, Jorgito y Jaimito!!!)
Pluto, en cambio, permaneció así, cuando en realidad en español sería Plutón, nombre del dios romano del infierno y de un ex-planeta, descalificado por quién sabe qué hijo de pluta.
Similar destino corrieron los personajes de la Warner Brothers: el canario cabezón Tweety pasó a ser "Piolín", y el pato Daffy, Lucas. 
The Flintstones (algo así como "Los Pedernales") tenían como protagonistas a Fred y a Wilma, y a sus vecinos los Rubble ("escombro"), Barney y Betty. ¿Que de qué joraca estoy hablando? ¡Pues de los Picapiedra, cómo no se dieron cuenta!
La popularísima serie “Los locos Addams” (The Addams Family) es otro ejemplo de cualquiercosismo traductoril: Gomez, Pugsley, Wednesday** y Fester*** nos son totalmente desconocidos; en cambio, a Homero, Pericles, Merlina y Lucas  los ubicamos seguramente en seguida.
Ahora, lo del título: se anuncia en los cines el próximo estreno de la película The Smurfs , que relata las aventuras de unos personajes pequeñitos y azules de origen franco-belga, que no son otros que los popularísimos Les Schtroumpfs, que como todos habrán deducido, no son otros que Los Pitufos. O no veo por qué no, ya que estamos para traducir y adaptar como se nos cante, Los Putifos.

Poster de la película extraído de http://www.daemonsmovies.com/

*Scrooge, tacaño, amarrete
*Wednesday, miércoles
***Fester, úlcera, llaga