martes, 11 de octubre de 2011

¿No fuiste? ¡Perdiste!


El pasado 10 de octubre (o sea, ayer) tuvo lugar, en Montevideo, la fiesta del Bicentenario, que vino a sumarse a los festejos iniciados en febrero en el departamento de Soriano, y a los de mayo en la ciudad de Las Piedras. No me voy a poner a analizar aquí la pertinencia de la celebración del Bicentenario, ni qué estamos festejando si no son 200 años de la Independencia sino del comienzo de la gesta independentista, y que cómo va a ser Artigas la figura central  si  el mero hecho de la existencia de este país indica que los ideales de Artigas nos los pasamos por el forro del poncho y lo bien que hizo Don José en irse a vivir al Paraguay y en mandar mudar tuitos a la puta. De esos intríngulis histórico-histéricos que se ocupen los historiadores, antropólogos y opinólogos, que de esos hay bastantes; tampoco me voy a ocupar de los festejos, y que si había de todo o no, que no hubo murgas, que faltó Rada, que por qué La Vela y no la lámpara de bajo consumo y que si mi abuela tiene un biombo o carece por completo del citado adminículo*. ¿De qué carajo me voy a ocupar entonces? Pues de quejarme, que para eso soy uruguaya mal que me pese, y que por lo mismo tengo un blog y al que no le guste que se remita al nombre del mismo**.
La cuestión es que los festejos comenzaban a las 4 de la tarde en cuatro escenarios simultáneos, todos ellos ubicados en el Centro, lo suficientemente cerca unos de otros como para recorrerlos sin morir en el intento ni tener que entrenarse como para una maratón; la propuesta artística era variada y para gustos diversos -no rompan de nuevo los parches diciendo que no había murgas, que yo no tuve nada que ver con la organización, y para el caso tampoco había cumbia villera ni música de cámara-, pero como fuera, yo no tenía intenciones de ir, pero sí de seguir la fiesta desde la comodidad de mi casa, ya que la iban a transmitir por TV.
Llegué a las 5 de la tarde, y prendí la tele con la esperanza de ver aunque más no fuera el final de la actuación de Las Pelotas, que abría uno de los escenarios... Pues eso mismo: transmisión ¡las pelotas!, ya que ninguno de los canales de aire o de TV para abonados pasaba nada de nada. Prendí entonces la PC, entré a la página del Bicentenario, y allí un anuncio muy colorido decía “la transmisión televisiva comienza a las 21 horas, ¡abombada!” Bueno, lo de abombada lo agregué yo, pero sé leer entre líneas. Tras un rápido cálculo mental concluí  que, para las 21 horas, ya muchos de los espectáculos habrían terminado, y recontraterminado, muchas gracias. Con la fe un tanto mermada, a las 21 volví a instalarme frente al televisor, y ahí fue que comenzó mi verdadero calvario, y el de tantos televidentes de aquí y de allá, porque me consta que la transmisión fue seguida por orientales y occidentales, que de todas partes vienen sangre y coraje.
Veamos… ¿Cómo andan para la aritmética, nivel jardinera de 3 años? Si hay cuatro escenarios, y cuatro canales de aire… ¿Cuántos escenarios le tocan a cada canal? Pues bien, la transmisión era una solita, y todos pasaban un ménage à quatre, que dejó insatisfechos a todos, en la más democrática de las pésimas decisiones. ¿Cómo decirlo de manera clara y sin resultar ofensiva para los organizadores y tanta gente que trabajó con denuedo para transmitir la fiesta? ¡¡¡NO VIMOS UN PUTO CARAJO!!!! Que un fragmentito de la actuación del Cuarteto de Nos, que un fragmentito de la de Malena Muyala, que un fragmentito de la de Drexler… y mucha parla de periodistas, figuras políticas y la madre que me parió. ¿Era necesario tener un panel de cuatro periodistas*** -uno per cânalis- en un pseudoliving en la Plaza Independencia además de los cuatro movileros, también uno de cada canal, en sendos escenarios? Como si fuera poco, los periodistas del living tenían invitados, el Presidente de la República, la Senadora/Primera Dama, un antropólogo y una historiadora. Muy rico todo, las opiniones de los cuatro son interesantísimas, pero ¿eso es la fiesta? ¡Un panel se puede armar cualquier ocasión, pero Gilberto Gil actuaba solamente esa noche, y los integrantes de Rumbo tal vez no vuelvan a encontrarse en sus vidas, o lo que es aún peor, en la mía! En un momento llegamos a ver los siguientes fragmentos: la emotivísima “A redoblar” de Rumbo (¡Snif!!!), la declaración del expresidente Batlle (¡#@€*&!) y “El viejo” de la Vela Puerca… No, no es joda, ni es un adelanto de la próxima película de Emir Kusturica, no señor, borrará duras muecas pintadas sobre un frágil cartón de silencio we are fantastic va caminando sin rumbo lleva la calma del vagabundo.
No emitiré comentario alguno acerca de la marioneta gigante que intentaban hacerla bailar candombe, el parto de la patria, las oservaciones de la pashadora (sic) y la torcacita voladora, que ya han corrido ríos de bits al respecto, como tampoco mencionaré la completa omisión de unquesea un fragmentito de la actuación de Bajofondo que según se dice dieron un espectáculo del más alto jardín (¡Cuac!). Tampoco diré nada acerca de los comentarios de la gente que sí fue, y que disfrutó como loca, porque todo estuvo  eso, espectacular.
 Ta, ya está, ya me quejé. No da para más, o sí, pero no quiero aburrir (aunque seguramente ya lo haya logrado).  Eso sí, tengo más que claro que en tanto no mejoren las transmisiones televisivas, el próximo festejo del Bicentenario no me lo pienso perder. Dos veces no me agarran de gila. 


*¿Caen los biombos en la categoría “adminículo”?

**Voy rumbeando hacia el periodismo deportivo: puse “el mismo” para no repetir “blog”

*** ¿Vieron que puse a Fernando Vilar en la categoría de periodista? La turca Mizrahi en estos momentos está pinchando con alfileres una figurita levemente parecida a mí