sábado, 28 de febrero de 2009

Cómo hacer turismo en Uruguay y no morir en el intento Primera parte: Flores (en mi tumba)

Uruguay es un país relativamente chico -sobre todo si lo comparamos con los vecinos de al lado- pero tiene numerosos atractivos a la hora de hacer turismo. Eso sí, fácil no es. Como para ir llevando diré que si uno carece de medio de transporte propio -entiéndase automóvil, porque submarino o globo aerostático pueden resultar poco prácticos- más que difícil, resulta casi imposible, a menos que uno sea de los que gustan de ir a un lugar y quedarse allí quietitos. Para los que amamos el movimiento y recorrer diferentes sitios cuando viajamos, tener un vehículo a disposición es algo casi imprescindible. El otro elemento que no le puede faltar a quien decide vacacionar en Uruguay es la paciencia, que necesitará tener a mano y en grandes dosis, porque en este bendito país el lema parecería ser "para qué vamos a hacer las cosas bien, si podemos hacerlas regular, mal, o no hacerlas".
Como carezco por completo de rodado, y los únicos transportes que manejo -con bastante torpeza- son el triciclo, la bicicleta y la carretilla, para recorrer mi propio país dependo de otras personas. Así fue que con mi amiga Laura, propietaria desde hace poco de un vehículo equipado con motor, decidimos aventurarnos por los caminos de la patria, rumbo al Lejano Oeste, como Thelma y Louise, pero sin encuentro con Brad Pitt ni persecución por parte de Harvey Keitel (lamentablemente).
Nuestro primer destino era el departamento de Flores, ubicado al suroeste del territorio. Es el departamento de menor extensión después de Montevideo, y el menos poblado; curiosamente, es el que tiene mayor número de automóviles per capita, porque por todo el país pueden verse coches con matrícula de Flores, y no quiero pensar que pertenezcan a personas que viven en otros departamentos y empadronan allí porque es muchísimo más barato, líbrame Santa Patente de pensamiento tan impuro. El interés por ir a Flores radicaba en visitar la Gruta del Palacio, una formación geológica curiosísima, rodeada, además, por el misterio de ciertas leyendas indígenas.
Así que, tras haber organizado la cuestión del alojamiento, nos dirigimos hacia la capital departamental, la ciudad de Santísima Trinidad de los Porongos, más conocida como Trinidad por sus familiares y amigos. La ciudad es chiquita, con poco más de 20.000 habitantes, y se encuentra alejada del mundanal ruido de la metrópoli. Me resultó una ciudad linda, cuidada, y por sobre todo, tranquilíiiisima. Como datos baste decir que los números de teléfono son de cuatro cifras (sí, cuatro), y que todo el mundo deja sus bicicletas y motos en la calle sin seguro de ninguna clase y las encuentra a la vuelta. La gente es de lo más amable, y no disimula la curiosidad ante la presencia de los visitantes foráneos (todo el mundo supo que había dos “extranjeras” en la ciudad).
La entrada a la ciudad está marcada por un espectacular grupo escultórico obra de Martín Arregui, denominado “Zooilógico del futuro”:

Ni bien nos instalamos en el hotel, salimos a recorrer la ciudad, que como muchas (¿todas?) ciudades del interior tiene una plaza principal con un monumento al Gral. José Artigas, rodeada por los edificios más relevantes. La particularidad es que esta plaza se llama “Constitución”, siendo que la primera Constitución de la República fue jurada en 1830, cuando hacía sus buenos diez años que Artigas se había ido a Paraguay.


Otro dato curioso de Trinidad es que muchas calles y monumentos homenajean a caudillos del Partido Nacional, siendo la capital de un departamento que lleva el nombre de Venancio Flores, colorado como sangre de toro y acérrimo enemigo de los nacionalistas blancos como hueso ‘e bagual. Otra curiosidad es que la catedral, conocida por la imagen de la Santísima Trinidad (¡Caramba, qué coincidencia!) estaba cerrada en las tres ocasiones que quisimos visitarla… ¿El cura estaría de vacaciones?


Una de las calles principales de Trinidad, un martes en horas de la mañana. ¡Una locura el tránsito... y qué smog !



Bancos prontos para que los vecinos salgan a “hacer vereda”; después de la siesta, claro


Santa Marta tiene tren pero no tiene tranvía;
Trinidad no tiene tren, ni tranvía, ni siquiera vías, pero tiene estación


Anuncios de venta de cigarrillos por todas partes; ni uno solo de esos comercios estaba abierto (¿a quién se le ocurre fumar a la hora de la siesta?)

Después de almorzar, decidimos subirnos al “rojito” (tal el nombre del velocípedo de Laura) y recorrer las afueras, para culminar con la anhelada visita a la Gruta del Palacio.
A poco de salir de Trinidad, por ruta 3, nos encontramos con el Queco "Las gatas" (sic). Para los que no conocen el término, "queco" es el nombre que se les da popularmente a los establecimientos en donde hay damas que ejercen el oficio más antiguo del mundo, que no es ni el de cazador ni el de decorador de interiores, lo que una podría deducir erróneamente al ver las cuevas de Altamira. En general estos locales están identificados como "whiskerías", aunque nadie vaya a ellos para degustar la noble bebida destilada de la cebada. En Montevideo suelen ser frecuentadas por marineros coreanos y polacos; tal vez la lejanía del mar llevó a los propietarios de "Las gatas", más habituados a un público menos marítimo y más agrario, a decidirse por el apelativo autóctono.
Pasando el queco, llegamos a la reserva de fauna “Dr. Rodolfo Tálice”, en donde hay ejemplares de fauna autóctona y exótica (desde cotorra a pavo real, desde hurón a llama) en un espectacular entorno primorosamente cuidado; como en tantos lugares de este país, la entrada es totalmente gratuita (¿De dónde salen los fondos para mantener ese lugar enorme y cuidadísimo?)


Seguimos camino rumbo a la Gruta del Palacio; sabíamos que se encontraba a 46 km de Trinidad, sobre la antigua ruta 3. Ahora bien… ¿dónde corno queda la antigua ruta 3? Por supuesto que habrá cartel indicador en alguna parte. ¿Por supuesto? En realidad, cuando sospechamos que ese camino que asomaba a la izquierda podría ser el que nos llevara, por él tomamos. Luego de recorrer varios kilómetros bajo un sol abrasador y no cruzar más que avecillas de todo plumaje, comenzamos a temer que ésa no fuera la ruta. ¿Cómo no iba a estar señalizado el camino hacia la Gruta del Palacio? Cuando por fin nos encontramos con un ser humano –una chica que había parado a descansar con su camioneta a la sombra de un árbol – le preguntamos y nos dijo que sí, que íbamos bien. Varios km adelante, y tras haber pasado por la entrada sin darnos cuenta que era allí, por lo que tuvimos que desandar el camino, nos encontramos con que estaba cerrado. ¿La razón? En temporada alta –de noviembre a marzo- la gruta se puede visitar de miércoles a domingo. Por supuesto, nosotras habíamos llegado… un martes!!!! Es decir que habíamos viajado casi 250 km para ver un portón cerrado… Jamás en ningún lugar nadie nos informó de ese “detalle”. Con Laura nos miramos y dijimos a la vez: ¡Bienvenidos a Uruguay, país turístico! No pudimos ver la tan mentada Gruta del Palacio, pero yo conseguí un hermoso bronceado en mi brazo derecho –excepto por la blanquísima marca del reloj- al mejor estilo de camionero de Manchester. Al final, pusimos en marcha el rojito, y nos dirigimos hacia el Parque Andresito, a respirar un poco de aire de campo, a deleitarnos con el canto de los pájaros y a remojar las patas en el lago...


Por la noche, luego de una ducha reparadora –hacía un calor de locos, don Celsius no bajaba de los 30º- salimos a buscar un lugar donde cenar. La plaza y su fuente estaban iluminadas, y por unos parlantes se escuchaba música; decenas de adolescentes estaban reunidos allí, o paseaban en sus motitos alrededor de la plaza, dando la vuelta del perro.
A escasa cuadra y media nos encontramos con “El Nuevo Caldero”, y decidimos comer allí, en donde varios lugareños disfrutaban de su cena al aire libre -por aquello de “donde fueres, has lo que vieres”-. El sitio nos resultó de lo más coqueto, y nos llamó la atención una particularidad: sus mesitas en la calle.
Ustedes dirán que en todo el mundo hay bares y restaurantes con mesas al aire libre, a lo que yo diré “sí, claro, en la vereda”. Cuando digo que las mesas estaban en la calle, me refiero a que comimos en la calle, la vía pública, la calzada, o como quieran decirle a la ruta asfaltada por donde circulan los coches. Más allá del riesgo de ser atropelladas por una motito, fuimos atendidas por un mozo simpatiquísimo y comimos una pizza con aceitunas que seguramente figure en el top 10 de las mejores pizzas que probamos en nuestras vidas.
Volvimos temprano al hotel (sospechamos que la movida nocturna poronguera un día martes es inexistente fuera del recoleto queco “Las gatas”) porque el viaje rumbo al Lejano Oeste proseguiría a la mañana siguiente.
Pero ésa, es otra historia.



lunes, 23 de febrero de 2009

Crónica de un nacimiento anunciado

La cosa comenzó un mediodía calurosísimo de enero, el año pasado. Era el cumpleaños de Patricia, y lo festejaba con un almuerzo. Allí estábamos sus amigas, y fue en esa ocasión en que conocí a Ro. Nos pusimos a conversar, y no sé a raíz de qué, ella me preguntó si yo no tenía un blog. Mi respuesta fue algo así como: “No, es lo único que me falta para estar 25 horas al día en internet”. Porque lo cierto es que mi adicción a la PC y a internet no era nueva, y soy capaz de empezar leyendo algo sobre el Proyecto Genoma Humano por razones vinculadas a mi profesión, para terminar con la receta de una terrina de pulpo, habiendo pasado entre tanto por la cría de esturiones en Azerbaiyán, los entretelones de la última película de los hermanos Coen y los misterios que encierra la ciudad de Petra. La cuestión fue que Ro me dijo que ella hacía poco tenía un blog, en donde se había animado a publicar sus poemas y sus cuentos.
Esa misma tarde entré a “El cristal con que se mira”, y quedé fascinada con los cuentos breves de Ro. No sé por qué razón, en seguida le escribí a Patricia, y le dije que me había encantado el blog de Ro, y le comenté que yo tenía algunos de mis dibujitos colgados en un sitio web, así que ella tenía una amiga que escribía (muy bien) y una que dibujaba (muy mal). La cuestión es que Patricia le dio el dato a Ro, y en cuestión de ¿horas, tal vez?, empecé a ilustrar los cuentos del blog de Ro.
Allí comenzó una relación no sólo con Ro, que me enviaba –y aún lo hace- sus textos para que los ilustrara, sino con otro montón de gente que visitaba su blog. La gente dejaba sus comentarios acerca de mis dibujos, y yo respondía de atrevida, y empecé a colarme en sus blogs... Y fue en esos días, a comienzos de febrero, que Ro publicó un texto acerca de cómo sería encontrarse de verdad, cara a cara con la gente que conocemos sólo de “leídas”, lo cual suscitó una cantidad de comentarios... y a Germán no se le ocurrió nada mejor que decir que estaba de licencia, y que se venía a Montevideo y que quería encontrarse con los montevideanos. Con Ro y con la Flaca armaron un encuentro, y vaya una a saber por qué, me invitaron. Yo me negué, claro, porque no era blogger como ellos, y Ro me dijo que claro que sí, que la gente me tenía “incorporada” cono tal. Y como mencionó algo así como ir a tomar uvita al Fun-fun, ya no pude negarme, y allá fui.
A raíz de ese encuentro cara a cara con Germán, la Flaca y Ro (el Santi no pudo o no quiso ir, pero en ese entonces yo no lo tenía muy junado virtualmente), y no sé si por efecto de la uvita, del Cabernet-Sauvignon o de los arrolladitos primavera mezclados con charlas sobre Borges, Jaime Roos y el Gauchito del Talud (jamás confesaré públicamente que también hablamos largo y tendido de los otros bloggers), la cuestión fue que volví a mi casa con la certeza de que tenía que tener un blog. Por supuesto que las geniales ideas que cranée en ese momento desaparecieron sin dejar rastro ni bien me senté a escribir, pero al final, el 23 de febrero de 2008, nació este Ajo y Agua, un hijo inesperado, como tantos, pero que una vez que lo tuve, me fascinó.
Y comencé con breves crónicas humorísticas, y dibujitos, y después agregué música, y algunas fotos, y a veces me atreví con poesía erótica, y hasta con poesía gauchesca. Y aparecieron los primeros capítulos de la “Guía práctica para conocer Uruguay”, y los “diccionarios”, y “cómo hubiera sido este país si...” ¡Si hasta me animé a hacer una pseudo-historieta, a insistencia de Ro, con algunos de los bloggers como personajes!
Y esos “personajes” son, sin dudas, lo mejor de todo. El apoyo incondicional y el afecto y la inteligencia y la sensibilidad y el humor de Ro, de Germán, de la Flaca, parteros y padrinos de esta criatura; del Santi que resultó flor de tipo, de Susana con su cueva de cultura y refinamiento, de mi hijo de la vida el Fede, de Marxella desde México lindo y querido, de las gurisas Lara y Skyline con su frescura, y del gurí divino de ochenta y pico que es el Tata, de Juan Pascualero con su chispa desde Santo Pepe, de Martín con su agudeza y su cinefilia, de Dejamuchacho que es de allá pero es de acá de corazón, de Peter con su humor y su arácnido alter ego, de Julia con sus historias divertidas, de Edgardo con sus reflexiones que estremecen, de Camarandante con sus fotos estupendas, de Nico con su fina ironía, de Juanma con sus historias de cine, de Media Luna con sus exquisitos textos, del Corto con sus noticias tecnológicas que me desasnan, de Roberto con su amor por el sur, de Fernando con sus vinos y sus libros... y de tantos y tantos otros que enriquecen con su presencia y con sus opiniones este espacio.
Ajo y Agua cumple un año. Están todos convidados a la fiesta. La casa invita.

domingo, 15 de febrero de 2009

Parto con dolor

Se están terminando las vacaciones. Pronto, prontísimo, comenzarán las clases, el dolce far niente se acabará, y para la jubilación falta muchísimo. Esta vez, por razones varias, no pude irme de viaje como suelo/sueño hacer cuando llegan las vacaciones. Y no hay caso, en casa podré dedicarme a sacarme la pelusa del ombligo 25 horas por día, pero no es lo mismo. Y ahora que el fin está próximo decidí que la situación se estaba haciendo insostenible y tenía que huir. Así que haré una breve escapada al lejano oeste. Claro que siendo el Uruguay un país más bien chico, el oeste no está muy lejano, por lo que no estaré a demasiados kilómetros de mi casa, pero al menos veré al sol ponerse allende el río, y no tras la casa de mi vecino. En breve partiré. Con dolor, claro, porque estaré sin mi dosis de blog y de todos ustedes. Espero sobrevivir.
Y volver, claro.


domingo, 1 de febrero de 2009

Aquí está su diccionario

A partir de la publicación del anterior capítulo de mi diccionario personal (que va por su cuarta edición, si no conté mal), que en esa ocasión abordaba palabras que empiezan con re, algunos amigos bloggers (no diré que entre ellos se encontraban Germán y Peter para que no se agranden y se hagan los lindos más de lo habitual) en sus respectivos comentarios, y como quien sí quiere la cosa, tuvieron el tupé de sugerir definiciones para determinadas palabras. En otras mismas, me trataron de mercenaria, como si yo trabajara a demanda y al mejor postor, lo escribo sin que me tiemble el pulso. Mi arte no tiene precio, señores, así que en forma totalmente gratuita, y porque se me da la gana a mí, no porque me deje influenciar por otros ni porque sea verdad que no se me ocurre nada de nada, que a mí el calor me sienta horrible, va esta segunda entrega del rediccionario.
Y como el celebérrimo e incalificable programa radial “Aquí está su disco”, trataré de complacer los pedidos de mis fieles lectores, amén de haber agregado otros términos de mi propia cosecha.
Que se pita todas las veces que quieran, o sea, que se repita.

real: academia que rige los destinos del idioma español (no digo los destinos de la lengua, porque seguramente todo el mundo empezando por mí piense en otra cosa). Por supuesto que va muy por detrás de todas las innovaciones del lenguaje, porque ya se sabe que sus integrantes no se caracterizan por su rápida adaptación a los tiempos que corren.

recámara: cámara propia de artistas dedicados a la fotografía erótica, cuando no lisa y llanamente pornográfica (aunque no debe de haber nada menos liso y llano que la pornografía).

recapacitar: dictar cursos de postgrado. En los de grado, sólo te capacitan.

recargar: ser una persona insistente en su solicitud de favores amorosos a otra. No le bastó con cargarla y que le dijeran que no, que vuelve a la carga.

rechazar: aunque parezca mentira, el verbo chazar existe. ¿Y qué es chazar? Detener la pelota antes que llegue a la raya señalada para ganar. En el caso de rechazar, se trata de la acción que hace el arquero (portero, guardameta) cuando frena el pelotazo con las dos manos, o los más audaces, con los dos pies.

recular: argentinismo. En Uruguay decimos recoger, y en España, refollar. Carezco de conocimiento acerca de cómo se dice en otros países hispanoparlantes.

retén:
orden que se le da alguien para que sujete una cosa con fuerza. En el Río de la Plata se dice “retené”.

refresco: frío; para qué hablar con prefijos si hay palabras que dicen lo mismo ellas solitas.

repuesto: que se puso allí y no habrá Dios que lo mueva de ese lugar. Como la chivita de la canción.

retardado: impuntual. Lema de las compañías de transporte colectivo en este país, y del público en general salvo los neuras que somos retempranados.

resumen: al igual que rerresten, remultipliquen o redividan, conviene que comprueben las cuentas, por las dudas.

resuello: italianismo (pronúnciese “resuelo”). Suelo estratificado, que se coloca sobre uno previo (por ejemplo, parquet sobre baldosa). Puede ser flotante, o no.

recatado: vino premiado en varias catas. Mucho más caro y no necesariamente mejor que otros vinos más impúdicos. No confundir con recatar.

recatar:
actividad propia de los enólogos novatos. A los verdaderos connaisseurs les basta con una sola probadita.

recorrer: lo que hace Usain Bolt, en tanto que los demás atletas apenas si corren.

retomar: recatar cuando uno es aficionado a la bebida o incluso borrachín.

domingo, 18 de enero de 2009

Retomando el tema del diccionario

No sé si es que me viene fallando la inspiración, si es que se me agotaron las ideas, si es que estoy muy cansada o qué, pero lo cierto es que últimamente estoy escribiendo algunos de mis textos a partir del hurto.
Esta vez, la víctima es el entrañable –y extrañable- Juan Pascualero, el mítico habitante de Santo Pepe, el que me “prestó” la idea, o debería decir la flexión, que si se hace más de una vez, se vuelve una reflexión.
Para ir redondeando, lo cierto es que no supe resistirme a armar un nuevo diccionario, porque no por reiterada y repetitiva una idea deja de ser útil, si una la recicla y la presenta bajo una luz diferente. Como constantemente nos recuerda la filósofa santafesina Mirtha Legrand, el público siempre se renueva.

rebajar: descender abruptamente, por ejemplo como cuando una iba bajando tranquilamente la escalera, pierde pie y temina bajando a mayor velocidad de lo deseable.

rebelde: adjetivo camaleónico que se adapta tanto a James Dean como a Laurent Nkunda o a tu hijo de 14 años que hace tres días que no se baña.

recapitular: volver a rendirse ante el enemigo, actitud propia de pueblos sin mucho carácter o con muy pocas ganas.

reciclar: volver a emitir ciclos de programas viejos. Lo que hacen los canales de TV durante el verano.

recoger: reconocer.

recóndito: que queda allá donde te dije, que es por donde el diablo perdió el poncho.

reconocer: conocer a una persona en el sentido bíblico, más de una vez.

recórcholis: expresión utilizada cuando no hay Cristo que logre descorchar esa maldita botella.

reformatorio: clínica estética en donde te dejan con la forma que vos elijas (o al menos, eso te hacen creer).

regalo: francés patriotero, como Asterix o Sarkozy, sin ir más lejos.

regresar: volver a gresar. No confundir con gresar hacia dentro (ingresar) y mucho menos, para afuera (egresar).

regreso: procurar tenerlo con Gloria, aunque esta mina es de hacerse la difícil.

remedio: un medio más un medio. Cualquier abombado con matemática de jardinera aprobada sabe que un medio más otro medio es un entero.

reparar: parar más de una vez. Acción estrechamente vinculada con reconocer.

repicar: cortar vegetales en cubitos chiquitititos, o sea, en brunoisse.

repollo: pollo de doble pechuga, de esos alimentados a prepo y llenos de esteroides.

resignar: corregir los signos ortográficos de un texto, tarea propia de correctores de diarios y de profesores de idioma español.

retener: tener mucho. Acción propia del que comete el pecado de la avaricia.

retirar: tirar por fin aquel trasto inútil que guardamos por las dudas, “capaz que alguna vez nos sirve”.

retorta: dama prefiere la compañía de otras damas, desconozco si para jugar a las mismas.

revisión: lo que te ocurre cuando por fin te decidís a consultar al oftalmólogo.

domingo, 4 de enero de 2009

Año Nuevo... ¿Año Nuevo?


Con esa cuestionable -por decir lo menos- manía que tiene el Homo sapiens (especie a la cual pertenezco, aunque tal vez hubiera preferido ser cianobacteria o bicho bolita) de ponerle límite a todo -ve un tigre y lo mete en una jaula, ve un territorio, le pone una frontera y le encaja una aduana, ve un giro del planeta y lo encierra en un almanaque- resulta que desde hace muchísimo tiempo el mismo se mide y se acota.
Ahora bien, la medición del tiempo debe de ser de las arbitrariedades más desprolijas que hemos hecho los humanos (bah, no tengo por qué incluirme en ese mamarracho, porque es anterior a mi nacimiento), porque muy bien eso de considerar el giro de la Tierra alrededor del sol, y la repetición regular de las estaciones y los desbordes del Nilo, pero explíquenme alguien a qué carajo viene esa desprolijidad de un año de 365 días -cuando no 366-, 12 meses, 52 semanas y un cachito, 7 días a la semana, 24 horas por día, 60 minutos por hora, y así, es decir, fragmentos arbitrarios de tiempo que no riman con nada... ¡Con lo lindo que es el sistema métrico decimal...! No me dirás que no hubiera quedado mejor un año de 1000 días, o una semana de 10, u horas de 100 minutos, si total da lo mismo.
Y ni qué hablar de la duración de los meses: un auténtico despropósito. Que hay de 30 y de 31 días, y un pobre mes de 28, al que cada tanto se le tira una limosna de 1 día más. Y todo porque Octavio “el Augusto” tenía un ego más grande que el propio Imperio Romano, y quiso no sólo tener un mes con su nombre, sino que además, fuera de los más largos. Claro que nadie lo iba a andar contradiciendo, pero bien que hoy podríamos recortar los flecos y emparejar todo. Pero no, fijate cómo será la cosa que el año 2008, no sólo fue bisiesto sino que tuvo un segundo más, por no sé qué quítame ahí esas pajas de los relojes atómicos.
La medida del tiempo, decía, es de lo más arbitrario, como lo es que el año empiece el primer día de enero y termine el último de diciembre, pero esto conlleva esa insufrible manía de festejar que termina un año y empieza otro (como si los cambios que se producen en serio tuvieran algo que ver con la esfericidad de la Tierra y la inmortalidad del cangrejo), de desearse felicidad para el año que comienza (¿Qué? ¿Acaso una no tenía derecho a ser feliz el año anterior o no lo tendrá luego de finalizado este que comienza ahora?), de ritualizar el cambio de año emborrachándose en el Mercado del Puerto, asando lechón, comiendo 12 uvas a las 12, tirando cañitas voladoras y cambiando el almanaque, por sólo nombrar unas pocas ceremonias
.
[1]
La cuestión del almanaque, en sí misma, trae aparejado su propio ritual: ni bien una hace contacto visual -allá por fines de noviembre, tal vez- con el almanaque que le entrega el repartidor del gas o el empleado de la farmacia, busca a ver qué día cae el cumpleaños (¡Uy, mirá, cae miércoles!) como si eso tuviera alguna importancia o significara un paso en el develamiento de los misterios del universo, y se fija a ver cuándo caen los feriados, para ir planificando el descanso o amargándose la vida, como cuando el 1º de mayo cae en domingo, cosa que ese día tiene la execrable costumbre de hacer cada tanto tiempo.
Y el fin de año trae otra costumbre antiquísima: la de hacer el racconto del año que agoniza. Es así que en los medios masivos de comunicación llenan sus espacios con listas de acontecimientos políticos, goles, discos, catástrofes, películas, escándalos, y hasta muertes, todo lo que se les ocurra para cargar de trabajo a los encargados de los archivos. Raras veces ocurre algo nuevo y diferente, por aquel vicio que tiene la Historia de repetirse, así que esos resúmenes del año no varían demasiado, salvo por algún nombre de persona o de lugar.
Pero como una no es nadie para cambiar la Historia, se suma a lo de hacer una enumeración de los hechos del año 2008 que sean dignos de mención.
Me referiré estrictamente al ámbito local, porque de los Juegos Olímpicos de Beijing, Barak Obama, Lewis Hamilton, la crisis económica y el eterno conflicto en la franja de Gaza, todo el mundo está hasta el occipucio.
En este país, yo destacaría tres acontecimientos:

1) El fútbol uruguayo, que de suyo es un deporte único en el mundo, no sólo por lo mal que se juega, sino por todo lo que lo rodea (los jugadores carecen totalmente de importancia, los verdaderos protagonistas son los dirigentes y los periodistas), este año se lució por:
* el affaire “Yosselem Rocamora – Sergio Pezzota”, que tuvo más idas y vueltas -y revolcones- que la memorable telenovela “La caldera del diablo”.
* la neurosis obsesiva del árbitro -jamás mejor empleado el término- Líber (im) Prudente -también conocido como “pito rápido”- que determinó que Nacional – Villa Española fuera uno de los partidos más largos de la historia (94 días)
* la suspensión por tiempo indeterminado del Apertura a falta de la última fecha, en la que se decidía el campeonato, por un quítame ahí ese alambrado, que yo no juego en tal cancha, que si no hay plata no vamos y otras encantadoras excusas puestas por los dirigentes y la policía, que como es natural, no pensaron jamás en los jugadores que son quienes hacen el espectáculo ni en los espectadores que somos los que ¿disfrutamos? del mismo.
* el otorgamiento de “superpoderes” al Presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, que nadie sabe en qué consisten, pero me imagino que implican cosas tales como una capa que permita volar, una espada láser y un anillo de invisibilidad.

2) La anexión definitiva del Uruguay al Reino de Su Majestad Marcelo Tinelli, porque no hubo forma posible de permanecer ajeno al inefable “Bailando por un sueño”, ni aunque una estuviera con muerte cerebral. Como era poca la invasión que este señor hacía desde hace años de las pantallas de TV locales, este año tuvo la ocurrencia de invitar a tres ¿estrellas? vernáculas, y así todo el mundo estuvo pendiente de las siliconas de la Farro deslizándose por el caño, los amores y desamores de la codiciada Eunice Castro y la resistencia sobrehumana de Virginia Dobrich que sobrevivió a los pisotones y zangoloteos del heliogábalo “Tota” Santillán.

3) El Frente Amplio, consolidado en el poder, que podía aspirar a deslizarse tranquilamente hacia un segundo mandato, prefirió hacer una suerte de carnaval pre-electoral y sacar a ventilar todos los trapitos al sol y disputarse la candidatura a la Presidencia, agregándole como si fuera poco una recolección de firmas pidiendo la reelección de Tabaré Vázquez, aún cuando él dijo cien veces que ni loco que estuviera volvería a candidatearse –además de su imposibilidad inconstitucional-, y un Congreso que dividió a la fuerza en una especie de desprolija colcha de retazos. Eso sí, alcanzó sin lugar a dudas el rango de partido tradicional, porque contraviniendo las leyes naturales, los dinosaurios no se extinguen ni dejan su lugar a nuevos especímenes.

Ahora, animate vos a contar qué te pareció relevante en el 2008.
Ah, me olvidaba… ¡Feliz Año Nuevo!

[1] Dar una vuelta a la manzana con una valija en la mano, tirar un balde de agua desde la puerta de calle al exterior, comer una cucharada de lentejas, usar bombacha amarilla…

domingo, 28 de diciembre de 2008

La Edad de la Inocencia

Hoy es 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, fecha en la que se recuerda -según el Evangelio de Mateo- la matanza de niños ordenada por Herodes.
Parece ser que este muchacho, conocido como "Herodes el Grande", gobernaba Judea por los tiempos del nacimiento de Jesús, y enterado de que unos sabios de oriente habían venido a presentar sus respetos a un recién nacido al que aludieron como "Rey de los judíos", dio la orden de masacrar a todo niño menor de dos años para eliminar cuanto posible competidor le quisiera arrebatar el trono.
El episodio no lo deja bien parado a Herodes, ya que no sólo queda como un execrable sujeto, sino que lo pinta como un verdadero imbécil, que no sabía distinguir a un recién nacido de un botija de dos años, que ya camina y habla, y lo que es peor, eliminó en ese momento una amenaza que en todo caso sufriría muchísimo tiempo después, cuando el presunto lactante tuviera la edad suficiente como para andar arrebatando tronos, fecha por la cual el propio Herodes capaz que hacía rato que miraba crecer el pasto desde el lado de la raíz.
La cuestión es que no hay ningún documento que pruebe la veracidad del masivo infanticidio; ninguno de los otros Evangelios lo menciona, ni aparece en las crónicas de la época, que no escatiman detalle al relatar las atrocidades que cometía Herodes, que según se dice era un caballero con una cierta inclinación a la crueldad; baste decir que hasta mató a varios hijos suyos, que seguramente algo habrían hecho.
Pero lo más curioso de todo es el problema de los tiempos, ya que, según parece, Herodes tuvo a bien morirse cuatro años antes del nacimiento de Jesús, por lo que parece poco probable que anduviera firmando actas de masacre después de muerto. Lo cierto es que la tradición cristiana toma como verídico el supuesto exterminio y lo recuerda el 28 de diciembre, que daría la pauta de que la matanza habría ocurrido a los tres días de nacido su presunto usurpador. Lo extraño es que se marcó la adoración de los magos de oriente -jamás se indica que fueran reyes, ni que fueran tres- para el día 6 de enero, lo que hace aún más confuso el episodio, ya que los magos habrían sembrado la duda y el temor en Herodes después que éste ordenara la matanza, lo cual carece totalmente de sentido, pero tampoco es cuestión de andar haciéndose problemas por unas fechas, cuando se fijó la inmaculada concepción el 8 de diciembre y el nacimiento apenas 17 días después, batiendo un récord en cuestión de partos prematuros.
Bueno, como sea, el 28 de diciembre se conmemora un hecho horroroso, y aún no siendo cierto, tal vez la fecha no viniera mal para recordar otros genocidios. Lo que llama la atención –o me la llama a mí, en realidad- es que el 28 de diciembre es un día para la joda. Es decir, se parte de un hecho sin fundamento histórico pero indiscutiblemente trágico, y no se sabe cómo se llega a la pachanga de gastar bromas a troche y moche bajo la consigna "que la inocencia te valga."
Con respecto a las bromas de ese día, hay de todo tipo y color, aunque creo que la costumbre ha ido decayendo un poco, al menos por mis pagos. Los que aún no se cejan en su intento por hacer bromas de los inocentes, empero, son los editores de los diarios, que siguen poniendo en primera plana noticias falsas, creyendo que es lo mismo ser inocente que pelotudo.
Es así que en las portadas de los medios de prensa de ese día renuncian ministros, venden jugadores de fútbol invendibles a precios astronómicos, cierran la planta de Botnia y hasta la Selección clasifica para el mundial.

Es decir, que se da por sentado que un día como el de hoy la gente podría llegar a creer cosas como éstas:

  • Tabaré Vázquez reconoció que “fue un error vetar la ley de salud sexual y reproductiva e ir en contra de la mayoría parlamentaria y del pueblo que nos votó” y levantó el veto.
  • Mujica y Astori llegaron a un acuerdo en la fórmula presidencial: ambos renuncian a sus pretensiones para darle el lugar a los candidatos más jóvenes.
  • El Ministro de Economía, Cr. Álvaro García, presentó el nuevo proyecto de Impuesto a la Renta: pagará más el que tenga más, y menos el que tenga menos. El dinero recaudado se volcará básicamente en educación y cultura.
  • La Dirección Nacional de Meteorología anunció lluvias copiosas y abundantes, y llovió; se decretó el fin de la sequía. (Por primera vez desde que Hernandarias introdujo la ganadería, los productores rurales festejan algo.)
  • Lacalle reconoció que la frase “con los blancos vivimos mejor” aludía a él, su familia y allegados.
  • Paco Casal reconoció su deuda con la DGI y firmó un acuerdo para saldarla.
  • La Asociación Uruguaya de Fútbol fue reestructurada; el cambio esencial es que los equipos uruguayos ahora dejarán de jugar a eso que juegan y comenzarán a jugar al fútbol.
  • El Congreso de Intendentes llegó a un acuerdo y habrá una patente única de rodados para todo el país.
  • Los casinos municipales recogen ganancias al mismo nivel que los casinos de Las Vegas y de Montecarlo; el dinero recaudado se invertirá en pavimentación, iluminación, reparación de veredas, saneamiento y rebaja del boleto.
Más que pecar de inocente, creer algo de esto sólo es posible si uno despertó después de estar 20 años en coma.

Y vos, querido lector: ¿Qué noticia pondrías en la portada de tu diario?






¡Ja! ¿Te creíste que te darían el puesto de editor? ¡Que la inocencia te valga!

domingo, 21 de diciembre de 2008

Guía práctica para conocer Uruguay – Episodio XX

La Navidad uruguaya: laica, carísima y obligatoria
Segunda parte

En el episodio anterior de la guía, hacíamos referencia a la Navidad como una fiesta de enorme trascendencia para el Uruguay, ya que se festeja durante todo el mes de diciembre, si bien lo que se celebra no es la natividad de Jesús, faltaba más en un país laico. Qué es lo que se festeja no me queda muy claro, pero seguramente es algo importantísimo, dado el tiempo y el dinero que se invierte en ello. La Navidad propiamente dicha se conmemora el 25 de diciembre, fecha establecida convencionalmente en el mundo occidental y cristiano, y que, más allá de la laicidad del estado, es feriado, por aquello de que si nadie en Occidente trabaja ese día por que íbamos a hacerlo nosotros. Como corresponde al todo gran festejo, se comienza a celebrar la víspera, es decir, la noche del 24, o sea, la Nochebuena. Sin embargo, es tradicional armar el árbol de Navidad el día 8, y hay quienes decoran el exterior de sus casas con luces navideñas que permanecerán allí hasta por lo menos el mes de agosto.
Toda fiesta -más aún ésta, o sería más adecuado decir éstas, ya que son "las fiestas" por antonomasia- se deben planificar con sumo cuidado y antelación, porque todo el mundo sabe que una actividad planificada primorosamente y con tiempo sale mucho peor que algo que se haga de apuro y como venga. Lo primero es decidir CON QUIÉNES y DÓNDE. La Navidad es una fiesta familiar, así que queda claro que uno la pasa con su familia. Lo que no resulta claro -y menos aún en esta época de zapping marital- es quiénes integran la familia. Es entonces que, cada año y en la misma fecha, se arman enconadas discusiones acerca de si vamos a invitar a tus padres o a los míos, que a todos no porque es para lío porque no se llevan, que me da no sé qué no invitar a la pobre tía Mercedes que está sola, pero desde que murió el tío no tiene consuelo y nos va a amargar a todos, que mejor que tu hermano ni se aparezca que el año pasado se vino con una loca que andá a saber en qué antro se la levantó, y que cómo no voy a invitar a mi ex marido que después de todo es el padre de mis hijos y el pobre está solo ahora que Maite lo dejó.
Una vez que se estableció sin dejar lugar a dudas quiénes compartirán la fiesta, comienza la otra discusión -si hubo una segunda guerra mundial, como íbamos a permitir saldar todo con una pelea sola- acerca de dónde pasaremos la Nochebuena y dónde la Navidad.
Por supuesto que quien tiene casa grande será quien deba ceder su espacio, más si tiene parrillero, y ni digo si el parrillero está situado en un amplio patio al aire libre, que es el lugar perfecto, porque recordemos que la Navidad cae en el comienzo mismo del verano, y difícilmente la temperatura baje de 25º C, por tanto la idea de encerrarse en un apartamentito de 2 x 2 está fuera de toda consideración. En caso de que varios de los familiares posean casa con amplio fondo y parrillero, la discusión alcanzará niveles épicos, porque se sabe que la dueña de casa será tomada por esclava e impedida de todo festejo, por lo que se negará tenazmente a ser la anfitriona, pero ofrecerá graciosamente su ayuda a la víctima elegida, ayuda que consistirá, como mucho, en lavar la lechuga o sacar los nenes a la vereda a mirar los fuegos artificiales para dar la chance que Papá Noel deje los regalos sin ser visto.
Una vez establecidos los dos puntos anteriores, se pasará a considerar el asunto medular: qué se comerá en la cena de Nochebuena, y qué se comerá en el almuerzo de Navidad, sin descuidar el detalle que el 25 de diciembre todos los comercios permanecen cerrados, por lo que no deberán olvidarse las provisiones para la merienda y la cena, no sea cosa que alguien pase hambre.
Los uruguayos descendemos mayoritariamente de europeos, por lo que la tradición gastronómica es respetada generalmente, sin considerar que una cosa es diciembre en el Piamonte o en Asturias y otra muy distinta en Tacuarembó. A los platos de nuestros antepasados se les agregarán los platos de la cocina vernácula, porque tampoco es cuestión de irrespetar la tradición gauchesca, y quién dijo que no se puede mezclar budín inglés con chinchulines.
Generalmente se llega a un consenso -después de encarnizadas discusiones- acerca de qué animal será sacrificado en aras de la reunión familiar, siendo el lechón y el cordero los invitados más habituales a la hoguera. La obtención del cuadrúpedo en cuestión suele ser otro elemento a discutir, salvo cuando uno tiene un conocido o pariente que tiene campo y le manda la encomienda. Quién se encargará de asar la bestia -hecho de primordial importancia- no puede ser materia discutible: el tío Beto viene haciéndolo desde que el ser humano conoció el fuego, por lo que esa distinción le corresponde a él. Quienes carezcan de parillero o de tío Beto, deberán recurrir -¡qué ignominia!- a la compra del lechón ya preparado, que como todo el mundo sabe es mucho más rico, y muchísimo más barato, porque el tío Beto funciona a alcohol y es de comenzar los preparativos a las 7 de la mañana para completar la cocción varias horas después, cuando él ya esté bastante más adobado que el lechón.
Claro, un plato de carne no es suficiente para nadie, por lo que habrá que complementarlo con otros comestibles, amén que nunca falta un abuelo que no puede comer lechón porque tiene el colesterol y el ácido úrico por las nubes, o una prima que vive a dieta o un sobrino adolescente que acaba de hacerse vegetariano. Así es que en la mesa estarán presentes las papas chips, los maníes salados, los dos o tres tipos de queso, el salamín, la longaniza, el jamón, las aceitunas verdes y negras, la morcilla salada, los pepinitos en vinagre, las tostaditas y el pan, algún choricito hecho a la parrilla, tal vez algún chinchulín o un riñón, lengua a la vinagreta, sandwiches, canapés, la torta de fiambre de la tía Nelly, pollo, matambre relleno, ensalada mixta, ensalada rusa, alguna ensalada más elaborada, que nunca falta un paladar negro que prefiere la rúcula a la humilde lechuga, y por supuesto, alguna cosita dulce como postre, en general helado, pero si hay alguna abuela paciente, ensalada de frutas (además del helado, no en lugar de), para luego proceder a la ingesta de los productos típicos navideños, como son los turrones, el budín inglés, el pan dulce, las frutas secas, las frutas glaseadas y los dátiles.
En donde no suele haber dos opiniones es en el tema bebidas, que deberán ser variadas y abundantes, para reponer la pérdida de líquido ocasionada por el calor. Un kit básico mínimo debe incluir whisky, vermú, cerveza, vino y algo para brindar, que puede ser sidra, medio y medio o champagne, según sea el nivel socio-económico -y hasta político- de cada quien. No está demás tener en la heladera algún refresco sin alcohol, en especial si hay niños o abstemios -toda familia tiene su muerto en el ropero- y agua, no sea cosa que al abuelo se le dé por tomar la pastilla de la presión con whisky y se intoxique, y tengamos que recibir la Navidad en el sanatorio.
Al aproximarse la medianoche, los festejantes deberán organizar cuidadosamente la estrategia a seguir, debido a las numerosas actividades que ocurren simultáneamente al dar las 12: brindar y desearse Feliz Navidad, salir a saludar a los vecinos -es de rigor besarse y desearle felicidad hasta a aquellos vecinos a los que jamás saludamos- tirar bombas de estruendo, cañitas voladoras y toda la parafernalia pirotécnica que permitan que la cuadra se destaque como la más estruendosa de la zona, distraer a los niños para que el adulto encargado que hace las veces de Papá Noel pueda dejar los regalos a los pies del árbol, ocuparse del o de los perros, que están en un ataque de nervios desde hace un mes por culpa de los cohetes, y a los cuales el sedante que le administró el veterinario les ha hecho el mismo efecto que si les hubiese dado anfetaminas.

Posteriormente, si no hay que lamentar heridos -nunca falta un cuñado en avanzado estado de ebriedad al que le explota una bomba en la mano-, los festejantes reingresarán a la casa, para continuar la ingesta. En algún momento de la madrugada, los buenos deseos de felicidad se habrán olvidado por completo, cuando llegue la hora de recoger la mesa, lavar los platos y ordenar la casa, y el momento de hacer las cuentas, porque muy rico todo pero después nadie quiere lavar ni una cucharita, y del tema financiero mejor ni hablar, porque tu primo que sólo toma whisky importado y que no es capaz ni de sacar los cubitos del freezer, es el que más se queja de lo caro que resultó todo.
Por supuesto que la anfitriona -que, como dijimos varios párrafos atrás, fungirá de esclava- será la encargada de reacondicionar su casa luego de la bacanal, con la esacasa ayuda de algún pariente, porque ya se sabe que los más dispuestos a ayudar suelen ser los más ineptos. La tarea se hará bajo las protestas de todos los que no ayudan, vení, sentate un rato a charlar que mañana areglamos, sin recordar que ya es mañana y que en unas pocas horitas ya se estará disponiendo todo para el almuerzo de Navidad.
Luego vendrá el momento de partir, y la consabida pelea con el tío Cholo que tiene un nivel de alcoholemia tal que la sangre parece un Bloody Mary (sin el apio) y que insiste en llevar a todo el mundo en su camioneta, cuando no está en condiciones ni de acordarse que cuando se jubiló hace 8 años vendió la camioneta y se compró un Twingo.
Tras los adioses vendrá un brevísimo período de descanso -si es que los encantadores vecinos que le están dando duro y parejo a la cumbia bajo el parral dejan dormir a alguien, al igual que los que siguen tirando bombas a las 6 de la mañana, acompañados por un coro de perros que tenazmente se niegan a aceptar que es Navidad-.
En pocas horas, la familia será convocada nuevamente para el almuerzo de Navidad, que terminará, con suerte, al anochecer, cuando ya los triglicéridos de todo el mundo hayan llegado a ser tetra o pentaglicéridos. Y luego... el merecidísimo descanso... Después de todo, la Navidad es sólo una vez al año.
Por suerte, en menos de una semana, llega el último día del año... ocasión más que propicia para organizar un buen festejo y celebrar un nuevo año que nadie se resigna a admitir que será igualito a todos los demás.
O tal vez no; quién te dice que esta vez no me toque a mí el premio mayor del Gordo de Fin de Año. Y ahí sí que tendré un buen motivo para festejar.

Y con esto termina el vigésimo capítulo de esta novela por entregas titulada “Nunca quise conocer Uruguay pero después de leer esto, se me fueron las ganas”.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Guía práctica para conocer Uruguay – Episodio XIX

La Navidad uruguaya: laica, carísima y obligatoria[1]
Primera parte

Desde hace cien años, en Uruguay el estado está separado de la iglesia; es un por tanto un país laico, mas allá de la fe o la religión que cada uno de sus pobladores pueda o no tener o profesar. Probablemente sea el país que se destaca en el contexto latinoamericano por la falta de religiosidad que tiñe la enorme mayoría de nuestras actividades públicas, incluso las religiosas.
La cuestión es que se acerca la Navidad, que es, sin dudas, la festividad más importante del mundo occidental y cristiano, y, paradójicamente, en Uruguay se celebra como ninguna otra, aunque eso sí, con una vocación laica que prácticamente la transforma en un ritual pagano, que reíte del Halloween de los celtas o la Fiesta de las Linternas de los chinos.
La Navidad, para la mayoría de los uruguayos -católicos, umbandistas, agnósticos, protestantes, judíos, ateos, mormones, ortodoxos, musulmanes, neopaganos o lo que pinte- es motivo de festejo durante todo el mes de diciembre. Por supuesto que -excepto un escaso grupo de verdaderos cristianos, de los que creen y practican- nadie recuerda el nacimiento de Jesús, hecho que, según parece, dio origen a la festividad. Lo que se festeja es otra cosa, que a estas alturas de mi vida no alcanzo a comprender qué es, pero es más que sabido que yo nací acá por un error de la cigüeña, así que intentar entender las costumbres de este país escapa por completo a mi escasa entendedera.
Por lo tanto, cuando comienza diciembre, el espíritu pseudo-navideño comienza a impregnarse en todos los órdenes de la vida social. Tal vez sea debido a la mayor cantidad de horas de luz, tal vez al aumento de la temperatura, tal vez al fin del año lectivo y la proximidad de las vacaciones, o lo que sea, pero se desata una especie de psicosis colectiva que se caracteriza básicamente por el consumismo y la estadounidización de la sociedad. Porque si la Navidad es la conmemoración del nacimiento de Jesús -que según parece nació en Belén, en un territorio árido y escarpado- no llego a entender qué tienen que ver un abeto, unas bolas de vidrio de colores, unas guirnaldas de luces, unas cañitas voladoras, un turrón y una sidra. Pero menos aún comprendo qué tienen que ver la nieve sintética -jamás nieva en Uruguay y no me consta que ocurra muy a menudo en Cisjordania- y un veterano obeso vestido de rojo montado en un trineo.

Hace cuestión de unas semanas -era noviembre aún- entré a uno de los shopping centers, y en eso me doy de frente con un rebaño de renos artificiales. Si hay un animal exótico en estos pagos es este rumiante, Rangifer tarandus, originario de la tundra, que se supone se lo domestica para que cinche de un trineo que no es otra cosa que un carro sin ruedas que ya te quiero ver recorriendo la penillanura oriental en uno de ésos, conducido por este anciano barbado que es Papá Noel, personaje remotísimamente emparentado con san Nicolás que, como sabemos era turco, así que tampoco vio nunca un reno, y no se ocupaba de regalar play stations a los turquitos del siglo IV en Navidad, todo decorado con nieve sintética, porque como canta Jaime Roos “lo más blanco que hay es la primera vez que vi nieve”, pero no fue acá, sino en la cordillera de los Andes, desconozco dónde fue en el caso de Jaime. Ahora, no sé si es que yo no lo vi -o directamente no estaba- el pesebre con el que se representa el nacimiento de Jesús, con el ganado que se recogía en él, los padres de la criatura y los magos que se acercaron guiados por la trayectoria de un cometa, que si no me han informado mal, le ofrendaron al neonato oro, incienso y mirra, y no un celular con mp4 y conexión a internet.
La versión uruguaya de la Navidad -o “las fiestas”, como suele mencionarse- tiene más o menos las siguientes características:
  • Los shopping centers, los supermercados y hasta los comercios de medio pelo, así como las viviendas particulares, decoran sus ambientes con profusión de coníferas, renos, nieve artificial, esferas de colores, guirnaldas y ancianos barbados vestidos de rojo (con botas y pieles, indumentaria ideal para los 30º C o más que pueden registrarse en diciembre). Prácticamente no hay a la venta nada que no sea “navideño”: hasta la leche y los huevos vienen decorados con ramas de muérdago u otra planta del hemisferio norte.
  • Las veredas de los barrios se llenan de niños que se acompañan con muñecos de tela (generalmente ropa gastada del propio niño rellena de trapos, o papeles) y piden "una monedita pa’l Judas”. Si hay una persona que tuvo nula vinculación con el nacimiento de Jesús, es Judas, que, en cambio, guarda una estrecha relación con su muerte. El dinero recaudado se invertirá en golosinas, de preferencia helados de agua que refrescarán y colorearán artificialmente las vísceras de los niños antedichos, o más frecuentemente, en fuegos artificiales, de preferencia bombas de estruendo que romperán los tímpanos y otras partes de la anatomía de familiares y vecinos, en particular a la hora de la siesta.
  • Como resulta poca ambientación sonora la explosión continua durante un mes –o más- de bombas brasileñas, los camiones de reparto de garrafas de gas, añaden su cuota parte, ya que tienen el exquisito gusto de llenar el aire matinal con el sonido de encantadores villancicos interpretados en concierto para bocina y motor diésel: “tu tu turururururu tu tu turururururu…”
  • Las "despedidas de año", que son fiestas organizadas en los lugares de trabajo o estudio, o cualquier ámbito a donde concurra más de un individuo, llenan las agendas de los uruguayos. Las despedidas podrán realizarse en el propio sitio que convoca a los festejantes, en la casa de alguno de ellos o en un restaurante, bar, club, pub, discoteca o lo que sea, porque el único objetivo de las despedidas es reunirse con la gente que una ve todos los días y comer y tomar hasta que se enemiste con todos o se amigue hasta con el más ilustre desconocido que pase por las inmediaciones. No podrán faltar el brindis y los buenos deseos de un año mejor, felicidad, prosperidad, amor, salud y lo que sea, aunque al otro día te estés peleando con tu compañero de trabajo por un quítame ahí esas fotocopias.
  • Los canales de TV por cable comienzan a infestarse con películas yanquis acerca de lo que ellos llaman Navidad, que no es otra cosa que el culto idólatra a Papá Noel, o para decirlo apropiadamente, Santa Claus, y allí nos viene la plaga de Tim Allen, Danny De Vito, Tom Hanks y Matthew Broderick, que vendrían a ser una nueva versión de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, pero con efectos más devastadores. Los canales de aire hacen lo suyo, y por allí empiezan a pasar “Santa cláusula” en su primera versión, cuando ya va filmada como la décima película de la secuela, nunca mejor usada esta palabra. Por no mencionar "Nochebuena con las estrellas" o programa similar que en la noche del 24 atropellarán sin recato la sensibilidad del espectador pasando videoclips de Thalía, Ricky Martin, David Bisbal, Shakira y el infaltable Puma Rodríguez y ay qué buena está la fiesta, mamá.
  • La publicidad televisiva, radial y de prensa se atiborra de productos “navideños”, promociones “navideñas”, oportunidades “navideñas”, que tanto incluyen una cerveza, como una bengala, un pan dulce o un televisor con pantalla de plasma. Como decía un graffiti pintado en el muro del Cementerio del Buceo, “La Navidad sigue siendo un gran negocio para los mercaderes que Jesús echó del templo”.
  • Los infaltables –amén de insufribles- balances del año, las cronologías del año, los personajes del año, que invaden los programas periodísticos, tanto a nivel político, económico, cultural, deportivo o lo que se les ocurra, que al final una se hace tal mezcolanza que termina sin entender si las elecciones en EEUU las ganó Ussain Bolt o Lewis Hamilton. Y ya que estamos con personajes famosos, también pululan las entregas de premios al “Mejor Loquesea del Año”, con los consabidos discursos de falsa modestia y más falso aún agradecimiento y dedicatoria a los compañeros de terna, que suelen ser más meritorios que el premiado.
  • Los regalos: hay regalos empresariales –quién no ha ligado un imán de heladera, una agenda, un portalápices, con el logo de tal o cual empresa-; están los regalos del “amigo invisible” que suelen organizarse entre compañeros de trabajo, y se hacen en forma anónima, generalmente con el resultado que una recibe en forma inversamente proporcional a lo que da, y están los regalos propiamente dichos, que traen Papá Noel y los Reyes Magos, que terminan ocasionando la quiebra de la economía familiar, porque parece que estos personajes no son reales, como tampoco lo es el dinero de plástico de las tarjetas de crédito. Los regalos podrán adquirirse según el presupuesto de cada uno, en diferentes lugares, desde puestos callejeros hasta tiendas de diseño, sin olvidarse de las compras por internet, que de algo tiene que vivir el Sr. Amazon. Cualquier compra, sea de un depilador eléctrico, un blister de aspirinas o una caja de clavos, se verá recompensada por el obsequio de un almanaque de bolsillo o de pared con el logo de la tienda, farmacia o ferretería correspondiente, de modo tal que una termina con tantos almanaques como días tiene el año, si no es que más.
  • El número de lotería para el gordo de fin de año es una compra que no podrá faltar, sea de modo individual o colectivo, no sea cosa que una se pierda la ocasión de volverse millonaria de la noche a la mañana, aunque cualquiera que sepa contar hasta 5 se da cuenta que si una hubiera invertido el dinero que gastó a lo largo de la vida en billetes de lotería, ya sería millonaria hace rato, pero se habría perdido toda la emoción del sorteo gritado a voz en cuello por los “niños cantores” (que se afeitan hace años).

Y con esto termina el decimonoveno capítulo de esta novela por entregas titulada “Nunca quise conocer Uruguay pero después de leer esto, se me fueron las ganas”.

¿Qué no hablé ni una sola vez de la Navidad en sí misma, de la cena de Nochebuena, del almuerzo de Navidad? Ah… ¡No se pierdan el próximo episodio!!!

[1] Referencia a la enseñanza escolar en nuestro país: laica, gratuita y obligatoria

domingo, 7 de diciembre de 2008

¡Exijo una explicación!

La cuestión más o menos es así: hace cosa de dos o tres semanas atrás, Santi colgó en su blog un cuento de Fontanarrosa, escritor muy admirado por el propio Santi, como hasta el menos avispado venía sospechando, y por una servidora. A raíz del antedicho colgamiento, o colgadura, en una de las conversaciones eruditas que solemos mantener con Germán, el escritor sabalero - gran admirador del polígrafo rosarino también- disertábamos ambos, los dos, o sea, Germán y yo, acerca del texto de Fontanarrosa, y en determinado momento de la plática, yo califiqué de "excelente" el cuento antedicho. Fue en ese momento que Germán me salió al cruce diciendo que mal podría yo calificar de "excelente" una cosa, si no tenía prueba alguna de que esa misma cosa hubiera sido celente con anterioridad, y ya no lo fuera más. Ante mi angustia intelectual, consulté al propio Santi en persona, de cuerpo y blog presentes, quien con su sabiduría tan vasta como larga y profunda -o sea, cúbica- me desasnó acerca de la celencia o excelencia de las cosas.
De ahí que esta modesta escribidora se lanzara a pergeñar el diccionario de las cosas que fueron y que ya no lo son, o sea, el diccionario de las ex.
Como creo que quienes leen estas líneas fueron pertos alguna vez y dejaron de serlo, es decir, son expertos, no necesitarán más explicaciones que las ya dadas, porque no debe de haber nada más deprimente que una plicación vencida.

exabrupto: Territorio que otrora fuera abrupto, pero que la erosión ha suavizado.
exactitud: Desgano, astenia. Por ejemplo, lo que me pasa a mí con el calor… ya no tengo la positiva actitud rompehuevista que me caracteriza.
exacto: Acto suspendido por la poca concurrencia.
excitación: Convocatoria que quedó sin efecto. Tal vez porque provocaba nervios innecesarios.
exclamar: Dejar de clamar, actitud sabia por demás, particularmente en el desierto.
exhortar: Cosechar en la huerta. Arrancar de raíz las hortalizas.
exhumar: Sacar el humo (lo que hacen las chimeneas y los decretos de Tabaré, por poner ejemplos).
exilio: (deformación de íleo, enfermedad aguda, producida por el retorcimiento de las asas intestinales). Término médico que significa que el paciente estuvo más cerca del arpa que de la guitarra con bruta oclusión intestinal, pero se salvó.
exótico: (De ótico, relativo al oído). Dícese de un objeto o insecto que se había alojado imprudentemente en el conducto auditivo, de donde fue sacado por un profesional de la salud.
expedir: Dejar de solicitar algo. Buena cosa, sobre todo si uno pide y no le dan.
expedito: Antiflatulento.
expirar: (de pirar, enloquecer) Recobrar la cordura.
exponer: Como es más que obvio, dejar de poner; más tarde o más temprano, les pasa a todos los avechuchos.
exposición: Aquella que se practicaba cuando uno era joven y el cuerpo aguantaba más.
expresión: Alivio… ¡Aaahhh!
expreso: Tren que ha estado detenido, pero que ahora rueda libremente por las vías.
expuesto: Que perdió el puesto que ocupaba. Como el que se fue a Sevilla.
expulsar: Dejar de latir el corazón, una arteria o cualquier órgano pulsátil.
extender: Volverse desaseado y no tender más la cama, conducta propia de los adolescentes y los recién divorciados.
exterminar: Volver a empezar algo que se suponía terminado.
extorsión: Artrosis; el sólo imaginarse la torsión, duele.
extractor: Chatarra de maquinaria agrícola.
extraído,a: Bien o mercancía que era traído de contrabando, y fue incautado en la aduana.