Mi amigo e hijo de la vida el Fede hace mucho tiempo me sugirió como tema para abordar en el blog el asunto de los cepillos de dientes. En un principio no le di bola alguna; no sabía qué escribir, porque la verdad es que no me parecía que un cepillo de dientes tuviera mucho interés ni que diera demasiado jugo desde el punto de vista humorístico. Tiempo después –casi un año, para qué te voy a mentir- la idea de escribir un texto sobre el cepillo de dientes comenzó a renacer en mi corteza cerebral, tal vez estimulada por el ocio vacacional, o por la canícula, o andá a saber por qué, y a resultas de ello, surgió esta monografía que ahora estás leyendo.
La higiene bucal es antiquísima; desde tiempos inmemoriales, astillas o espinas de pescado fungían de escarbadientes; la crema dental –por llamarla de alguna manera- también era utilizada ya desde el antiguo Egipto, pero se pasaba con un trozo de tela, o con el dedo, y contenía ingredientes tales como piedra pómez, uñas de buey y cáscara de huevo, que tanto pulía los incisivos como las piedras para construir las pirámides. En Grecia preferían el enjuague bucal a base de orina, y por razones que no alcanzo a comprender, dicho hábito no llegó hasta nosotros, que seguimos leyendo a Platón como si tal cosa.
La higiene bucal es antiquísima; desde tiempos inmemoriales, astillas o espinas de pescado fungían de escarbadientes; la crema dental –por llamarla de alguna manera- también era utilizada ya desde el antiguo Egipto, pero se pasaba con un trozo de tela, o con el dedo, y contenía ingredientes tales como piedra pómez, uñas de buey y cáscara de huevo, que tanto pulía los incisivos como las piedras para construir las pirámides. En Grecia preferían el enjuague bucal a base de orina, y por razones que no alcanzo a comprender, dicho hábito no llegó hasta nosotros, que seguimos leyendo a Platón como si tal cosa.
La cuestión es que el cepillo de dientes es un invento relativamente reciente (si lo comparamos con la rueda, es novísimo; si lo hacemos con el mp5 que todavía no sé bien qué es, es antediluviano). Como siempre, fueron los chinos los que dieron el puntapié inicial (aunque hablar de puntapié en relación con la dentadura puede resultar un tanto doloroso) pero en occidente se le atribuye al británico William Addis que allá a fines del siglo XVIII reinventó lo que ya estaba inventado desde hacía 200 años.
Como fuere, el cepillo de dientes –es decir, un mango de hueso con cerdas de pelo de cerdo o de caballo- se fue popularizando en el siglo XIX, y ya entradito el siglo XX, pasó a ser de plástico, mucho más higiénico y que no requiere que un suino o un equino pasen por la peluquería para que nos podamos cepillar los comedores.
Cuando yo era chica, había que cepillarse los dientes después de cada comida; los cepillos eran todos más o menos iguales, con la única diferencia del tipo de cerdas que poseyeran: cerdas blandas para los más mimosos, duras para los de espíritu espartano, y al igual que ocurre en política para los que no quieren votar ni a Danilo ni al Pepe, estaba la tercera opción de las cerdas ni tan blandas ni tan duras. Pero en algún momento de la posmodernidad, o de la evolución darwiniana, no fue suficiente tener tres variedades de cepillos dentales. Por eso ahora cuando vas a la farmacia o al supermercado te encontrás con un universo de cepillos de mango curvo, de mango flexible, de mango en ángulo de 62,5º, con cerdas cortas y largas entremezcladas o en mechones, con masajeador de encías, con raspador de lengua, con cerdas blanqueadoras, con mango anatómico, con mango recubierto de goma para que sea antideslizante, cepillos para adultos, cepillos para niños y hasta cepillos para bebés que son como un dedil con cerdas para cepillar los inexistentes dientes del lactante. Y además, están los cepillos eléctricos, para los amantes del sedentarismo extremo. Y enfrentada a esa parafernalia una no sabe qué elegir, porque con suerte una tiene a lo más 32 dientes, en tanto que el número de especies de cepillos tiende al infinito.
Como no alcanza con el cepillo –si bien lo que limpia es el cepillado- aparecen los dentífricos, pastas o cremas dentales o como se le quiera llamar a ese producto blanduzco, dulzón y refrescante, que se coloca sobre las cerdas del cepillo para que haga espuma y vuelva más sabroso el acto del cepillado. Y allí otra vez aparece una amplísima gama de posibilidades, entre las que duran 12 horas (no entiendo qué estás haciendo que no podés parar para lavarte los dientes en tanto tiempo, cuando un cepillo cabe en cualquier bolsillo), blanqueadora, para dientes sensibles, para encías inflamadas, anticaries (¿las otras son procaries?), para limpieza de sarro, máxima frescura, múltiple acción, reforzada con flúor y a estas alturas no me extrañaría de que hubiera pasta dental reforzada con titanio, eso sí, con sabor a menta. Afortunadamente, en los últimos años, los fabricantes de dentífricos cambiaron sus envases, porque aquellos tubos metálicos que los inadaptados de siempre apretaban por el medio, y que fueron causantes de más de un divorcio, fueron sustituidos por unos de material plástico indeformable, que no sé si serán mejores pero sí son más estéticos, porque siempre están infladitos.
Por supuesto que cepillarse correctamente los dientes –y ahora la lengua, y la cara interna de las mejillas; dentro de poco habrá que cepillarse las amígdalas- con un buen cepillo y una buena crema dental no es más que el comienzo; luego viene el uso del hilo dental, y en este caso no me estoy refiriendo a modelos de tangas para lucir la celulitis en verano, sino ese piolín mentolado que se utiliza para limpiar los intersticios dentales. La psicosis por el hilo dental ha llegado a tal punto que si no lo tengo a mano soy capaz de descoserme el dobladillo del pantalón para usar el hilo de la costura. Para el caso sirven también las hierbas, pero debe tenerse en cuenta que el uso prolongado de material vegetal fresco produce el desgaste de los dientes, y una puede terminar con una sonrisa de vampiresa, literalmente hablando.
Al correcto cepillado con la pasta adecuada y al pasaje del hilo dental se le agrega el enjuague bucal -que desde que me enteré que también se llama “colutorio” me da un asco bárbaro- que viene siendo una poción con propiedades mágicas para provocar un genocidio bacteriano. Nada nuevo, por cierto, porque ya mi admirado Anton Van Leeuwenhoek se había dado cuenta en el siglo XVII que el brandy mataba a los “animáculos”, y se mandaba unos buches cada dos por tres, por si acaso.
Porque la cuestión de la higiene bucal se reduce al combate sin cuartel contra la placa. ¡Tiembla occidente!!! La placa dental es esa materia pegajosa e incolora que se adhiere a los dientes y en donde miles de millones de bacterias de nombres preciosos como Streptococcus salivalis y Lactobacillus casei –sí, los mismos del yogur- conviven en armonía en un ambiente cálido y húmedo, con grandes porciones de los más ricos alimentos, algo así como unas perpetuas vacaciones en Playa del Carmen. Estas bacterias causan las caries, el mal aliento, la gingivitis y no sé cuántas otras pestes apocalípticas, que atentan no sólo contra la estética de los dientes y la vida social del propietario de los mismos, sino contra la existencia misma de incisivos, caninos, premolares y molares.
Así que, estimado lector, si tenés algún interés en mantener tus comedores en buen estado, tendrás que superar el pánico que te sobreviene al enfrentarte a la cuasi infinita parafernalia que habita la góndola de los productos para higiene bucal en el supermercado, elegir qué cepillo, dentífrico, hilo y colutorio se adaptan mejor a tus necesidades o combinan mejor con los azulejos de tu baño, y dedicar parte del tiempo que generalmente volcabas a tareas improductivas como dormir, trabajar o tener una vida, a la limpieza de tu cavidad bucal.
Y no olvides que los odontólogos también tienen que vivir, así que visitá al tuyo un par de veces al año, para que pueda hacerse unos pesos con los que comprar, por su lado, su propio cepillo de dientes.
49 comentarios:
Je je Bom día!!!!
Se me salvaron los ujeros.
Soy el primero voto a Bríos.
Leo y vuelvo
Santiago:
Te imagino agazapado, presto a dar el zarpazo...!
Zaepazo para ser el primero sí, en realidad no dormí anoche. Pero zarpazo crítico a su graciosa e instructiva entrada no.
Lejos de ello estimada profesora, lejos de ello. Me gustó mucho su entrada. El tema de los comedores ocupó mi mente y mis desvelos durante mucho tiempo. Muchas veces reflexioné sobre ese importante tema en mis noches de insomnio, muchas veces las disputas por el tubo de pasta aplastado estuvieron a punto de hacer naufragar mi matrimonio y otras tantas veces quedé sorprendido y asqueado de ver a los brasileros que sacan el hilo dental y lo usan sin ton ni son estén donde estén.Y también he tomado yogur sin sospechar que estaba ingiriendo un verdadero caballo de Troya procaries. Así me fue compañera Andrea, y hoy este tema está totalmente fuera de mi universo mental, es cosa de juventud, ya que hoy día me alcanza con un vasito con agua y unas gotas de hipoclorito para blanquear la prótesis.
Lejos ya en el tiempo de aquellos juveniles desvelos me enternezco al veros a vosotros, jovenzuelos, en esas lides de cepillos y piolines que para mí se han hecho totalmente vanas.
Y yo que pensé que ibas a ampliar el tema de la lencería trinitaria...
Santiago:
¡Uy, me hiciste acordar de los brasileros y el hilo dental! Me morí del asco cuando lo vi por primera vez, una familia entera usándolo en público (en un ómnibus) como si estuvieran conversando acerca del estado del tiempo! ¡Puaj!
Con respecto a la prótesis, pensá en las angustias que ahorrás ante el dilema de qué tipo de cepillo te conviene usar, o qué dentífrico tenés que elegir para que los comedores no te queden como valvas de moluscos bivalvos (según interpreto de la publicidad, que viene a ser como aquello de "tus dientes de perlas", que se ve que la mina los tenía redondos).
Excelente tema.
Más el de los dentífricos.
Hablando de ese tema, ¿con qué limpiarán los comedores de los pianos?
Dejé un posteo en mi blog y verás que blancos lucen.
Beatriz:
Para limpiar los dientes del piano, conviene un cepillo de cerda suave, con mango antideslizante, dentífrico antisarro y en lugar de hilo dental, cuerda de piano.
No se aconseja el uso de enjuague bucal, más que nada para que no se enchastre la alfombra.
Jajaja! lo primero que me parece interesante del post es que se llamen "comedores" de verdad que nunca lo había escuchado.
Recuerdo que desde que estaba en el kinder me enseñaron a lavarme los dientes, todo era un verdadero rollo, si que me gustaba y la verdad es que siempre me ha agradado lavarme los dientes, pero hay días en los que llego tarde muy tarde y ya no puedo hacer escala en el baño...creo que eso esta muy mal! en fin, tengo una amiga dentista y en su display del chat siempre tiene una imagen horrible de una boca más que podrida! claro, ella cree que nos insita a ir a visitarla y dejarle unas moneditas para que nos cuide nuestros dientes jaja...
un bso enorme!!
Marxella:
La expresión "comedores" se la escuché por primera vez al artista argentino Alejandro Dolina (de quien soy fiel seguidora hace años), y me causó mucha gracia. En definitiva, con los dientes comemos, así que está bien empleado el término.
¡Uy, las imágenes de los odontólogos de las patologías bucales son dignas de una película de terror!
Ah, no! Me niego rotundamente a usar un colutorio!
Interesantísimo, como siempre, Andrea. Me voy a pensar en unos hilos dentales que vi...
Saludos!
Martín:
En vez de colutorio, probá con el brandy... seguramente después de unas dosis, ya no te importe cómo se llame!
Andrea, "comedores" siempre se le llamó (irónicamente), a los teclados de pianos.
Mucho antes de que el genio de Dolina, lo adoptara para otros "comedores".
Gracias por los consejos.
¡Lástima que no te dije que los hay de marfil(que van quedando pocos), y de sintéticos.
¿Cómo limpiarías uno de marfil?
El mío es de ese material.
jajajaja
Beatriz:
Sabía que eran de marfil, no que había sintéticos!!!
Los consejos eran para los de marfil, nomás.
Bueno, yo no voy a hablar de marfiles ni de sintéticos. Voy a hablar de mi amiga Elsa, mi odontóloga de toda la vida. No me importa el cepillo ni el hilo dental, yo me muero si tengo que cambiar de dentista.
Andrea, sos grosa!!! me río al leer tu monografía del comedero!
Es terrible las horas que uno puede pasar frente a la góndola, pensando qué carajo conviene mas para al final terminar con la dentadura a la miseria de todas maneras.
Van saludos y GUARDA! NO TE TOMES UN COLUTORIO !!
Muy buena la entrada. Me recuerda a Neruda que pudo escribir una oda a las papas fritas. Como humilde colaboración: en Sto. Pepe se decía "el juego de comedor" que me parece más "redondo" Besos de tu admirador.-
Flaca:
¡Ni me lo menciones! El odontólogo que me atiende desde los 3 años (míos, no suyos) se retira...!
Creo que de ahora en más, en vez de ir a un odontólogo, haré terapia alternativa (la del brandy).
Camarandante:
¡Seguro! Era muchísimo mejor antes, cuando una llegaba a la adultez y ya no tenía ni un solo diente, pero no perdía el tiempo pensando en si compraba dentífrico herbal o blanqueador!
¡Jijiji!
Juan:
Como Santo Pepe es una República independiente, se ve que tiene su propia Academia de la Lengua (y del Diente).
Sos mejor que el libro gordo de petete! =P
Andre, dejé algo para vos en mi blog. Buscalo cuando gustes
besos
Hola! vengo desde los davague del Santi y realmente caer en un mar de espuma dentrífica, blandas o duras cerdas e hilos aromatizados, es más saludable que las chanchdas del Santi. Me gustó éste tu posteo, tanto como otros tuyos que visité, me gusta lo cotidiano de tu humor, aunque en este caso la cotidaneidad llegue un año después. Bueno, muy muy bueno.
Mi mujer fue a un odontólogo por primera vez, al llegar a casa dijo ofuscada -con éste odontólogo no siento nada- ¿da buenas anestesias? le dije. No!! contestó garcha horrible!!
Perdón se me escapó!!
Julia:
¡Gracias! ¡Qué honor! Ahora rumbeo para Córdoba (¡Ojalá!)
El Tordo:
¡Bienvenido! Ah, sí, en este blog promovemos la salud, la higiene, la moral, y las buenas costumbres, no como en el del Santi (¡mirá que hacerse el bocho con el Aretino!)
De más está decir que MUERO DE RISA con tus post, sí, es así, conmigo superás tu objetivo de hacer reír.
Te dejo porque tengo que ir a poner en marcha un "GENOCIDIO BACTERIANO" o sea que voy a lavarme los dientes.
Un beso...
La impuntual:
Ah, sí, nena, acá formamos parte de la resistencia contra la placa bacteriana, así que me parece muy bien que vayas a lavarte los dientes, como aconsejamos Rada y yo!
Bó, Tordo, las chanchadas son para decir en mi casa, no en este impoluto blog. Me hacés pasar cada vergüenza...La Andrea trata de mantener cierto nivel...
Santiago:
No pasa nada. No me pongo colorada.
¡Uy, perdón por la palabrota!!!
A pesar de que el artículo me pareció muy INCISIVO y útil, después de saciar mi hambre CANINO, me siento algo perdido por el hecho de que no hayas explicado ¿cómo se limpian los dientes de ajo?
Otra cosa que no aclaraste, es la concentración MOLAR que debe tener el buche con el colutorio.
Endemientras, gracias por recordarnos al tendero Anton Van Leeuwenhoek, por el que brindo con este vaso de ron en la mano, con las esperanza de que suplante dignamente al brandy: ¡Salú Antón!
Un abrazo
Fernando
Hola Andrea, de vuelta por aqui disfrutando de tus escrituras como siempre.
Deci que la crisis esta frenando un poco las cosas sino ya tendriamos cepillo de dientes con mp3, no vaya a ser que uno se desconecte!!!
Igual a mi, me funciona muy bien lo del brandy.
saludos
Fernando:
¡Qué omisión imperdonable la mía! Me olvidé por completo de los dientes de ajo... Bueno, para limpiarlos se procede del siguiente modo: dejarlos en remojo en colutorio toda la noche; al día siguiente, retirar (el colutorio puede ser utilizado como fondo para salsas); cepillar cada diente con cepillo de cerdas de dureza media embebido en dentífrico, blanqueador, y por último, pasar hilo dental para retirar el brote central.
¡Grande, Anton! ¿Cómo se dirá "salú" en holandés?
Dejamuchacho:
¡Corré a patentar la idea antes de que te la roben!!! Aunque creo que vos y yo preferiríamos el cepillo con AM, para poder escuchar 13 a 0!
Un lujo de Entrada!
Didáctico, divertido y como siempre, con un "bocadito" para llevarse en el bolsillo:
Anton Van Leeuwenhoek y sus buches...Maestro!!!!
Besote con todos los ritos de limpieza bucal cumplidos!
Siiiiii, totalmente!!!!!!!!!
Susana:
Un visionario, Anton. Y qué tanto beso mentolado... ¡aguante el brandy!
Dejamuchacho:
Imaginate la limpieza dental mientras escuchás la pregunta de Adusto o el propio "preguntín"...
andá bo! yo pensé que era el único que escuchaba 13 a 0. estoy en Tacuarembó en el balneario Iporá (en donde vivo, no estoy de paseo) y la única forma de escuchar AM 810 el espectador es por internet, creoque vuelvo a ser gregario!! Gracias Blogueros!!!!!!
Perdón Santi, perdón andal13 no volverá a suceder, es culpa del OLD PARR
El Tordo:
No, somos como tres los que escuchamos 13 a 0. Es más, Dejamuchacho y yo somos "fieles seguidores de Todo por la misma plata", el blog de Andrés Reyes.
Imagino que el Old Parr tiene efecto similar al del brandy de Van Leeuwenhoek (pero yo prefiero la uva a la cebada).
Jé...le andan mal las cositas al Tordo. Old Parr... No es pa cualquiera. Y uno con el 100 Pipers y el vodka Orloff...
A mí me parecía sí,lo del Old Parr, porque algunos errores de digitación cometidos por el Tordo en un comentario en mi blog son típicos de esta bebida. Habrá que probar mamarse con un colutorio, a ver que pasa.
Andrea:
Me he roto la cabeza para encontrarle rimas a "papanicolau" y solamente se me ocurre "abombau"
Santiago:
¡Pardiez! ¡Lo que es tener cultura alcohólica! ¡Reconocer la bebida por los errores tipográficos!!!
Habría que buscarle la vuelta para que en el mismo soneto quepan Papanicolau y abombáu, sin que se nos ofenda el griego...
Muy bueno, pero te faltaron los enjuagues con fluor y la peor parte que es como hacemos para que la pasta, después que hizo espuma no este chorreando por la comisura de los labios cual perro rabioso. Es que es una imagen muy fea y sobre todo cuando tenemos la boca llena de dicha espuma y alguien nos hace una pregunta.
Corto:
¡Uy, me recordaste una época terrible de mi infancia, cuando tenía que ponerme unos mordillos de poliuretano embebidos en flúor!
Con respecto al espumaraje, te cuento que yo soy una lavadora de dientes itinerante, así que el espumaraje a veces me ataca descolgando ropa en el fondo!!!
jaja, mirá cómo trasformaste un tema de cepillo de dientes que parece aburrido en un asunto interesante y ameno, muy ocurrente... me gustó.
saludo desde el chiquero
Cerdos y cerdas:
¡Cuidado! Chancho limpio no engorda, así que ya mismo soltá el cepillo!!!
¡A la pucha!, Santiago no se fue a lavar los dientes, solo para comentar primero, ¡qué fanatismo!
Entre tanta tanta cosa me parece que me quedo con los buches de brandy... todo un visionario el tipo.
De todas formas yo siempre tengo un hilo dental o tela de araña a mano.
Sonrientes saludos...
Peter:
¡Claro, vos sos flor de vivo! ¡Hilo dental a demanda, y gratis!
Bueno, pues después de leer tu artículo, me quedo mucho más tranquila. Llevo años cargando con el secreto de utilizar un día completo cada vez que tengo que cambiar de cepillo. Procuro elegir el mismo día para toda la familia y así aprovechar el día entero en la elección más apropiada para cada miembro (de la familia, se entiende). Tenía miedo que nadie pudiera comprender cómo se pueden gastar tantas horas en la elección de un cepillo de dientes (en mi caso cinco). Aunque a decir verdad ya sólo me encargo de la compra del mío y el de mi bebé que ya va teniendo dientes. Es sin duda un alivio que los hijos crezcan y no tener que preocuparte ya por su higiene. Ahora que han de elegirlos y comprarlos ellos solitos, seguro valoran todo mi esfuerzo de los últimos veinte años:)
Creo que tus ilustraciones son dignas de anunciar cualquier dentrífico o colutorio que se precie.
Un beso con sabor a menta:)
Media luna:
Un consejo práctico: elegilos por color, así cada uno tiene el suyo y todos contentos.
Como en el parchís, o en el ludo...
¡Un brindis a tu salud con un colutorio mentolado!
Yo tengo un problema para encontrar cepillos de dientes para mi niña de 22 meses.
El que dice 3 años o superior tiene un precio razonable, pero cuando quiero lavarle los dientitos la pobre parece una víbora comiéndose un jabali. ¡Es enorme para su boquita!
Ojo hay uno para su edad, solo que sale como $80 mangos!!!
Estamos analizando con mi señora, o sacamos un préstamo en el BROU y le entramos al de Disney o la llevamos a un instructor de yoga para lograr una distensión total de las mandíbulas :)
PD: ¿Qué me recomiendan?
PD2: No se zarpen con las recomendaciones, yo hago chistes, pero ES MI HIJAA!!
saludos
kualquiercosario.blogspot.com
Andrés:
Creo que el préstamo del BROU para comprar el cepillo Disney es una buena opción; pensá que estás invirtiendo en la salud bucal de la niña.
La otra sería guardar el dinero de los cepillos Disney, y con lo ahorrado llevar a la niña a Disneyworld en un futuro no muy lejano.
Lo de limpiarse con orín......nooooooooo
Pánico tengo al dentista, pero voy siempre, tengo unos "piños" como el conejo Bugs Bunny ... jajajajajaja
Hugo:
No veo por qué no, si es de lo más accesible.
Como mucho, podrías quejarte del aliento que deja!
Rafaela:
¿Ves? Yo nunca le tuve miedo al odontólogo, salvo cuando me presenta la cuenta, claro.
Buena madrugada, Andreíta! No es mi fuerte el tema, porque he perdido varios comedores... pero aún así ésta ha sido la única ocasión en que he reído a partir del tema de los dientes. Cuando alguien dice dientes, yo pienso en dentista, y dicho profesional me produce tal fobia que es como si me hablaran casi de un torturador...
Ayer te quise contestar el sms pero me quedé sin $ en la tarjeta, vine anoche y el blogger no me dejó entrar...Ya me parecía un complot contra la comunicación, pero por suerte hoy me desvelé y pude leer el maravilloso cuento del Santi y venir a visitarte un ratito. Ando bien, pero super ocupada, por eso no ando a menudo por acá. Trataré de colaborar con convocajoda...en cuanto tenga dos minutos libres. Besotes
Ro:
¡Apareciste, hijunagransiete!!!
Mirá, si no perdieras tanto tiempo en cepillarte los comedores y pavadas semejantes, tendrías más tiempo para dedicarle al blog y a escribir sonetos chanchos!!!
¡Jijiji!
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