Los vendedores ambulantes que no son ambulantes
En el capítulo anterior de la Guía me referí a los vendedores ambulantes que son tales, es decir, que van vendiendo sus productos de un sitio a otro. En esa oportunidad prometí escribir acerca de los vendedores ambulantes que no lo son, es decir, que tienen puesto fijo, a lo que se me dirá que entonces no son ambulantes, y a lo que alegaré que en Uruguay se les llama ambulantes también a los vendedores de vía pública que están quietitos en un lugar, y andá a quejarte a la Real Academia.
Una categoría intermedia la constituyen los feriantes: llamamos ferias a unos mercados ambulantes que recorren la ciudad con un calendario fijo, es decir, los lunes se instalan en un determinado sector de una calle en un barrio, y el martes en otro, y así sucesivamente, con un cronograma y unos puestos predeterminados por la Intendencia Municipal. En las ferias se venden comestibles -desde lechugas a queso gruyère, desde mermelada de higos a filetes de merluza- y también los más diversos artículos: ropa, calzado, libros usados, discos, repuestos para autos, cotorritas australianas, sillas de playa, helechos, bicicletas, monedas de colección, trapos de piso y dentaduras postizas.
Sin embargo, las ferias y los feriantes darían por sí mismos para un capítulo entero de la Guía, pero mi intención hoy es diferente, pues refiere a los vendedores que instalan sus puestos en las veredas de las avenidas montevideanas.
Hace décadas atrás, los vendedores callejeros eran escasos, siempre los mismos, y tenían sus lugares fijos; ni que hablar los vendedores de diarios y revistas, que siguen existiendo en las esquinas más concurridas de la ciudad, instalados en puestos de metal que se cierran por las noches, o los escasos floristas que colorean y perfuman algunas veredas. Me refiero a otros vendedores más informales, como los que venden garrapiñada, en vías de extinción casi, que se instalan con sus puestos y sus ollitas humeantes en las proximidades de los cines, los teatros, las plazas y los bancos, e inflan las bolsitas soplándolas, por lo que nos comemos el maní azucarado impregnado con su hálito vital y todas las bacterias de sus tractos digestivo y respiratorio.
Había -y aún hay- vendedores "de temporada": los que venden jazmines en diciembre, y perfuman las esquinas del Centro, los que venden fuegos artificiales en las proximidades de Navidad y Fin de Año y los vendedores de caretas y pomos que aparecen en febrero, para hacer su agosto -aunque suene contradictorio- en carnaval.
Hacia los años 80, a finales de la dictadura -corríjanme si me equivoco- la crisis social y económica (por no mencionar otras crisis mucho peores) comenzó a hacerse evidente, y empezaron a surgir puestitos de venta informales en las principales avenidas. Aquel aire europeo de Montevideo, aquella "tacita de plata", se fue llenando de los vapores de la grasa hirviendo de las tortas fritas. Y a ellos se fueron sumando, en los años subsiguientes, vendedores de ropa -exterior e interior- golosinas, juguetes, carteras, yuyos, relojes despertadores, bijouterie, mochilas, cosméticos, chalinas, gorros, bufandas, ojotas, cigarrillos baratos, galletitas, pantuflas, mates, banderas, artesanías, pantallas para lámparas, lentes, sahumerios, y ya llegados al tercer milenio, discos compactos piratas, juegos para play station y fundas para teléfonos celulares. Todos ellos, como es natural, llenaron de alegría a los comerciantes establecidos, que pagaban sus impuestos y demás gastos, y vieron mermadas sus ventas, por lo que hace algunos años, se dio una encarnizada batalla entre comerciantes formales e informales, que terminó cuando la Intendencia cedió espacios para que se establecieran en determinados lugares, y dejaran de invadir las veredas frente a las tiendas, cosa que duró lo que un suspiro, porque ahora los vendedores ambulantes están en esas especies de mercados abiertos permanentes y en las veredas de las avenidas.
Una categoría intermedia la constituyen los feriantes: llamamos ferias a unos mercados ambulantes que recorren la ciudad con un calendario fijo, es decir, los lunes se instalan en un determinado sector de una calle en un barrio, y el martes en otro, y así sucesivamente, con un cronograma y unos puestos predeterminados por la Intendencia Municipal. En las ferias se venden comestibles -desde lechugas a queso gruyère, desde mermelada de higos a filetes de merluza- y también los más diversos artículos: ropa, calzado, libros usados, discos, repuestos para autos, cotorritas australianas, sillas de playa, helechos, bicicletas, monedas de colección, trapos de piso y dentaduras postizas.
Sin embargo, las ferias y los feriantes darían por sí mismos para un capítulo entero de la Guía, pero mi intención hoy es diferente, pues refiere a los vendedores que instalan sus puestos en las veredas de las avenidas montevideanas.
Hace décadas atrás, los vendedores callejeros eran escasos, siempre los mismos, y tenían sus lugares fijos; ni que hablar los vendedores de diarios y revistas, que siguen existiendo en las esquinas más concurridas de la ciudad, instalados en puestos de metal que se cierran por las noches, o los escasos floristas que colorean y perfuman algunas veredas. Me refiero a otros vendedores más informales, como los que venden garrapiñada, en vías de extinción casi, que se instalan con sus puestos y sus ollitas humeantes en las proximidades de los cines, los teatros, las plazas y los bancos, e inflan las bolsitas soplándolas, por lo que nos comemos el maní azucarado impregnado con su hálito vital y todas las bacterias de sus tractos digestivo y respiratorio.
Había -y aún hay- vendedores "de temporada": los que venden jazmines en diciembre, y perfuman las esquinas del Centro, los que venden fuegos artificiales en las proximidades de Navidad y Fin de Año y los vendedores de caretas y pomos que aparecen en febrero, para hacer su agosto -aunque suene contradictorio- en carnaval.
Hacia los años 80, a finales de la dictadura -corríjanme si me equivoco- la crisis social y económica (por no mencionar otras crisis mucho peores) comenzó a hacerse evidente, y empezaron a surgir puestitos de venta informales en las principales avenidas. Aquel aire europeo de Montevideo, aquella "tacita de plata", se fue llenando de los vapores de la grasa hirviendo de las tortas fritas. Y a ellos se fueron sumando, en los años subsiguientes, vendedores de ropa -exterior e interior- golosinas, juguetes, carteras, yuyos, relojes despertadores, bijouterie, mochilas, cosméticos, chalinas, gorros, bufandas, ojotas, cigarrillos baratos, galletitas, pantuflas, mates, banderas, artesanías, pantallas para lámparas, lentes, sahumerios, y ya llegados al tercer milenio, discos compactos piratas, juegos para play station y fundas para teléfonos celulares. Todos ellos, como es natural, llenaron de alegría a los comerciantes establecidos, que pagaban sus impuestos y demás gastos, y vieron mermadas sus ventas, por lo que hace algunos años, se dio una encarnizada batalla entre comerciantes formales e informales, que terminó cuando la Intendencia cedió espacios para que se establecieran en determinados lugares, y dejaran de invadir las veredas frente a las tiendas, cosa que duró lo que un suspiro, porque ahora los vendedores ambulantes están en esas especies de mercados abiertos permanentes y en las veredas de las avenidas.
Es así que caminar por algunos tramos de Agraciada, 8 de Octubre o 18 de Julio se vuelve una especie de tarea propia de Teseo cuando tuvo que abrirse paso en el Laberinto de Creta, amén que recorrer 100 metros puede insumir de 10 a 15 minutos, y esto sólo si una no se detiene a mirar nada.
Los vendedores, además, van formando una suerte de cofradía o logia, y ni que decir que se van profesionalizando a fuerza de hacer cursos de posgrado en la universidad de la vereda. No me extrañaría que en cualquier momento se formara el Colegio de Ambulantes Fijos, con personería jurídica y todo, con sede establecida en una mesita portátil en la esquina de 8 de Octubre e Industria.
Por suerte, el próximo es año electoral, y a todos los puestos de venta callejeros se les agregarán los puestitos de todas las corrientes de todos los partidos políticos que reparten listas y venden pegotines, pins y banderas. A no desesperar, que es cuestión de esperar un par de meses, nomás.
Y con esto termina el decimoctavo capítulo de esta novela por entregas titulada “Nunca quise conocer Uruguay pero después de leer esto, se me fueron las ganas”.
43 comentarios:
Lo del año electoral me llena de profunda esperanza... nada más lindo que ser bombardeado por propaganda electoral por TV, en las veredas, en el auto...
No tolero las ferias. No me gusta ir, no me gusta recorrerlas, no me va.
Al único vendedor ambulante que extraño es al de golosinas (especialmente el maní con chocolate Águila) que se paraba en 18 y Yaguarón, cuando ahí todavía estaba el cine Trocadero...
Martín: como premio al primer comentario, te hacés acreedor a una caja de maní con chocolate (que probablemente haya estado expuesta al sol de la esquina de 18 y Yaguarón durante varias horas, pero es lo que hay!)
Me gustaba recorrer la parte de libros viejos de Tristán Narvaja, pero hace tiempo que no lo hago. Por lo demás, carezco por completo de cultura de feria.
Y lo de las veredas libres, es ya un recuerdo casi borroso... Cuando en 18 casi todas las veredas estaban pavimentadas con unos baldosones de granito rosado, que formaban una especie de gigantesca rayuela, me encantaba jugar a "no pisar la raya". Los niños actuales juegan a esquivar el puesto...
Excelente recreación,has trasladado a las mil maravillas lo que sea ha convertido esta cuidad digna de elogios y hasta envidia ajena....en una cuidad digna de la "triple frontera".Que diferencia con el "clásico" barquillero,el "Smack" helados,el afilador y su clásico llamado.
Te felicito...besos.
Hugo: ¡Gracias por los elogios! Lástima que la crónica refleje aquello de "...el dolor de ya no ser..."
Por ser el segundo en comentar, te hiciste acreedor a una torta frita del puesto de Carlos Ma. Ramírez y Pedro Visca.
Buenísimo el artículo.Es absolutamente cierto lo de la paradoja de que los fijos se deben vovler ambulantes si quieren vender algo en las fechas de venta (día del niño,navidad,reyes,etc.)
Besote, mi reina.
Flaca: ¿Ya pusiste el puestito de venta de bombas brasileras, volcanes y cañitas voladoras?
Para cuando tengas tiempo:)
He leído tu crónica sin respirar. Ha sido una sorpresa descubrir tantos vendedores ambulantes fijos. En donde yo vivo, los ambulantes fijos tal y como los describes no existen de esa forma. Sí existen las "ferias", que aquí llamamos "mercadillos" y se celebran una vez a la semana, cada día en un pueblo diferente de la comunidad. Y por supuesto, existe "El Rastro", que ocupa calles y calles del Madrid más auténtico, donde puedes encontrar todo cuanto busques. Seguro que lo conoces. No es el de Londres, pero es genial.
Y bueno, que lo más parecido a esos ambulantes que van poblando y ganando terreno a las tiendas (éso es mucho decir, creo), son un montón de inmigrantes que tratan de hacerse un hueco, y a mi se me parte el alma cada vez que los veo mirando para todos lados a ver si viene la policía y preparando las cuatro puntas de sus mantas para tirar de ellas al menor silbido, y desaparecer entre la gente. Es todo una enorme hipocresía. No parece lo mismo que tú describes, pero quería contrastarlo para que si lo crees conveniente me hagas tus observaciones.
Sigue siendo un placer ir descubriendo tu país calle a calle.
Un saludo, y suerte para esas elecciones que no sabía que teníais, porque todo lo ha copado las elcciones de EE.UU.
Disculpen mi ignorancia.
Media Luna: El Rastro es lo que llamamos feria; aquí tenemos una versión tercermundista, que es la feria de Tristán Narvaja, en donde se pueden encontrar libros usados, antigüedades y discos viejos, amén de lechugas y repuetos para autos.
He visto a los inmigrantes en Madrid vendiendo sus discos piratas, o paraguas en las bocas del metro cuando llueve.
Aquí los ambulantes fijos se instalan con mesa, silla y toldo, y están de la mañana al atardecer.
Las elecciones en Uruguay son el próximo año; tendré tema de sobra para mi blog entonces, jijiji!!!
Besos desde el sur, y no tienes por qué pedir disculpas!
Genial tu blog, tus relatos y tus dibujos. Tus dibujos!!! leí en tu perfil que no sos dibujante profesional, no parece, al menos para mi son increíbles!
Y leyendo tus graciosos realtos e ironías, me sonrío y pienso, cómo nos parecemos en las dos orillas del río...
Bueno un gran abrazo!
Camarandante: ¡Bienvenido! Gracias por los elogios... Uy, si vieras lo autocrítica que soy con mis dibujos...
Saludos desde esta orilla para aquella!
Me encantan las ferias, soy de recorrer mucho la de Villa Biarritz, Parqué Rodó y Tristán Narvaja (mi favorita).
Según lo que quiero voy por cada una de ellas y hago rendir mis recursos económicos.
En T. Narvaja compro comida para mis peces (repongo los muertos), herramientas chinas (se usan una sola vez), Cds y DVDs vírgenes, queso, piedritas para los gatos, cómics (infaltables), Cartas Magic, piedras semi-preciosas, etc., etc...
Lindo dibujo Andrea, muy ilustrativo como siempre.
Peter: como le comentaba a Martín, tuve mi época de Tristán Narvaja (me abastecía de libros). También tuve mi tiempo de Villa Biarritz (me abastecía de ropa y de paso comía alguna porción de torta alfajor o de gateau de chocolate!)
Ahora hace tiempo que no hago feria; no me gusta el apelotonamiento de gente, me siento insegura, y todo se ha vuelto más decadente, no sé...
Comprendo lo de la crisis, pero igual, no me siento bien con esa "invasión" de vereda...
Muy bueno Andre!
Llamemos filiaciones a ciertas similitudes. Como caminar por Avenida de Mayo en Buenos Aires te tira un airecito madrileño en la cara, Gran vía y otras, caminar por la Tristán Narvaja te chanta brisas de El Rastro, sin dudas. Acepto lo de decadente si querés, pero filiación al fin. Somos hijos y entenados, queloparió!
Un gusto volver por estos barrios y ver que tu mirada sigue siendo la mismita para escribir sobre Montevideo (y zona de influencia, jeje).
Beso amiga
Germán: ¡Mirá que andabas perdido, gurí!!! Pero yo sabía que nada más instalara mi mesita en la vereda y me pusiera a vender cuetes para molestar a los vecinos en la siesta, te ibas a aparecer... ;-)
Primero, una advertencia: Los días de Reyes, Navidad y ainda mais NO vayan al Paso Molino. Se los digo por su salud.
En cuanto a la garrapiñada, no me importan los hálitos vitales que hayan, a mí me levanta el ánimo. Pero una vendedora que está cerca de mi trabajo dice que la gente compra menos y prefiere el maní, por ejemplo, justamente por lo que decías. Mejor, más para mí, y hablar con ella (que está totalmente adentro de este capítulo, porque está siempre en la misma esquina pase lo que pase) es un placer extra.
Las ferias me gustan; la única que detesto es la del Parque Rodó del domingo, es imposible caminar dos metros en menos de media hora...
Muy bueno el capítulo como siempre, Andrea
Besotes
Lara: ¡¡¡Es que la garrapiñada es riquísima!!! Igual, hace años que no como... es de esas cosas con gusto a infancia, como el algodón de azúcar o el maní con chocolate.
Concuerdo con el tema del Paso Molino... ya es insufrible un sábado por la mañana, en las cercanías de Navidad y Reyes no se puede andar por ahí ni en helicóptero!!!!
Hola
Y los artesanos, y "supuestos" artesanos en la playa. Supuestos porque, cuantos hay que venden cosas que compran por ahi.
Como siempre muy bueno lo tuyo.
saludos
Divina Andrea! Qué sería de mi si no fuera por tus llamados...Creo que me dejaría arrastrar por el torbellino de fotocopias y libros que tengo que estudiar, y me devoraría el tedio si no pudiera venir a refrescar mi cabeza con tus artículos.
Me encantó esta frase : "si una quiere respirar, tiene que compartir".Eso es capacidad de síntesis. Y lo bueno que tiene es que se aplica para la feria y para el mundo entero también! No sólo compartimos las bacterias de la bolsita de garrapiñada (y con lo rica que es, qué dolor privarse de ella!)sino otras tan cargadas de microbios (¿se dice así, profe?) como de ansiedades e iras propias de las fiestas, porque si hay algo que despiertan las ferias y las ventas apuradas son las iras y las ansiedades de un pueblo...Tanto, que si la juntáramos podríamos hacer la revolución entre los puestos! Por un Uruguay libre de aglomeraciones, salud y anarquía!
Besos
Vo, tenés un celente para poner una semilla? O ponemos una lima entera ya que no tiene semilla?
Eduardo: uy, de la playa no podría hablar con propiedad, porque la última vez que fui vi llegar a Juan Díaz de Solís, si mal no recuerdo... Pero no dudo que vendan "artesanías" hechas en serie en China o Malasya!!!
Ro: evidentemente, la pedagogía te está quemando las neuronas, nena; dejá de consumirla!!! (Es peor que la pasta base, dicen los últimos estudios de la Universidad de Abajo del Viaducto).
A mí me encanta la garrapiñada, y tal vez no sería tan rica si no contuviera ese "plus" de bolsita soplada!!!
¡Oxígeno pa' todos o pa' naides!!!
Señora, los celentes los vende aquel puestito, el que está entre los lentes Ray Ban truchos y los CDs de Patito Feo.
Vo, si tene´s gana´s de dibujar...Vo me llamaste y ahora...ajo y agua! jajajijiji! Beso
Aunque más bien quisiera seguirlo tipo teleteatro...
Ro: ¡¡¡Todo no puedo, che!!! Entre que inflo las bolsitas pa' la garrapiñada, vendo flores de papel, atiendo el puesto de acá al lado porque se fue al baño, no tengo tiempo pa' nada, m'hija!
¿No querés que te teja un pulóver de endemientras?
Andrea, las ferias se han vuelto en un reflejo de la decadencia y la necesidad que sufre la sociedad. Las ferias han de ser ya no un paseo de compras de artesanías y cosas antiguas, a ser un reducido shopping del hambre, lo trucho y lo robado. Obviamente casi todos son trabajadores y los visitantes personas que buscan encontrar alguna oportunidad, pero a decir verdad, las ferias se han vuelto un hormigueo de personas que buscan en cosas usadas, de segunda mano y sobre todo “copias de originales” algo que comprar a muy bajo precio y que puedan usar mucho. Sin control ni orden, en espacios reducidos se abre un micro-ciudad donde uno puede encontrar de todo. No suelo ir mucho a las ferias, ni pasar demasiado por los puestos ambulantes, pero si he ido y suelo acompañar a amigos y es tal el caos que suelo enojarme mas que pasar un buen momento.
Las ferias ya no son las de antes, además, tanta gente sin trabajo tiene que rebuscársela de alguna manera y van a tratar de levantar un puestito a la feria (previo pago de alquiler) sin saber mucho de lo que esta haciendo.
Sobre muchas cosas que tan bien cuentas en la entrada, me haces recordar mi infancia (y la de todos) con el maní, la garrapiñada, o el algodón de azúcar, esos señores que se paraban en la esquina de la plaza y nos regalaban un momento dulce, o a la salida del colegio o en las paradas de colectivos en las avenidas donde pasan muchas líneas y hacían las espera menos amarga.
Te dejo un beso grande.
Hologramablanco
Querida Andrea:
Un oscuro manto de vergüenza cubre mi añoso rostro al advertir que soy el número 25, siempre y cuando alguien no esté escribiendo más rápido en este momento. Un incipiente Alzheimer más unas agotadoras jornadas piscinisticas con las cuatro (4) nietas me han hecho confundir tus posteos sobre ambulantes movibles y fijos y hubiera jurado que ya había comentado este posteo.
De manera que me he hecho merecedor de la más sonora de las puteadas bloguísticas que seas capaz de proferir. Pero tengo la duda si no te escribí algo que perdí porque se cayó la conexión y yo estaba en un deplorable estado etílico, pero no estoy seguro, lo recuerdo como en un sueño. Ya me ha pasado.
Sobre la entrada te digo que tenés la virtud de hacerme ver con ojos nuevos lo que para mí era algo habitual, casi no percibido. Hasta tenía la idea de que posiblemente en todas partes fuese igual, idea que acaba de sacarme Medialuna.
Envidio tu cultura callejera urbana. Hay cosas que han cambiado y yo no me enteré porque hace años que solamente me movilizo en auto. Tendré que revisar esa conducta porque me parece que me estoy perdiendo el 80% de la vida montevideana. Me encantó lo de las dentaduras postizas (la mía se me está aflojando, así que tendré que ir por Tristán...). Tuve un amigo, ya muy viejo, que se compraba lentes usados en la feria, no de sol, lentes correctivos que habían sido de otros.
Medialuna me hizo recordar las épocas en que perseguían a los ambulantes y les secuestraban la mercadería.
Un capítulo aparte es una feria que merecería ser descrita por la pluma de Andal13, la feria de Piedras Blancas. Es mayor en extensión que la de Tristán Narvaja y ahí se concentran todos los ladrones a vender el fruto de sus afanes, perdón, afanos. Si te roban algo de tu casa o las ruedas del auto, al Domingo siguiente podés recuperar todo por un módico precio. El problema es que las posibilidades de que te vuelvan a robar ahí mismo, son muy altas.
No quiero saber la fiesta que te vas a hacer con el año electoral y ya estoy esperando, con un año de anticipación, tu posteo sobre las elecciones propiamente dichas. ¿Vas a estar en alguna mesa?
Uy, disculpen las demoras... Dora (mi com-puta-dora) estaba internada...
Edgardo: creo que si analizamos la "evolución" de los vendedores callejeros (ambulantes o fijos) a lo largo de los últimos tiempos, tendremos una idea de cómo nuestra sociedad ha ido involucionando hacia la decadencia y la marginalidad.
Yo intento describirlo con humor, claro, porque ese es mi estilo (si es que tengo uno), pero a poco que escarbemos, sale a la luz la realidad que lejos está de ser humorística.
Santi: lo sospeché desde un principio. Esta vez, pa' pior, no actualicé al cumplirse la semana, porque tenía que llevar la PC al service. Cuando vi que pasaban y pasaban los días, te dejé una "insinuación sutil" en tu blog, pero con la sospecha/certeza que habías venido y habías creído que era el mismo post!!!
¿Vos sabés que nunca fui a la feria de Piedras Blancas? Sí conozco montones de anécdotas de gente que fue a comprar una pieza para el auto, y cuando llegó al suyo propio se encontró con que justo le faltaba la mismísima parte que acababa de comprar!!!
También tenía una amiga (ya fallecida) que se compraba los anteojos en la feria de La Teja (y la vivíamos puteando por eso!)
Vo, bajate de la limusina y date un baño de pueblo por 8 de Octubre (se recomienda el 5 de enero a las 23 horas... quedarás bañadísimo de arriba abajo!!!) Jijiji!!!
Ahhhhhhhhh, tengo las neuronas asoleadas!!!!!!!!!!!
Andre, hoy te regalo Mendoza con el Cristo Redentor, las montañas que tanto te gustan, el vendedor ambulante que no es ambulante y está parado en la esquina de Peatonal y San Martín...43º de sensación térmica!!!!!!
Estoy más frita que un huevo...y no puedo pensarrrr!!!!
QUIERO URUGUAY YAAAAA!!!!!!!!! CON LOS XVIII ARTÍCULOS INCLUÍDOS!!!!!
Andrea, contale a Susana como estamos acá, contale...
Susana: sólo para que te mueras de envidia, te cuento que Montevideo se encuentra desde hoy bajo los efectos de una ola de frío polar, por lo que la temperatura descendió a 28ºC (estamos tiritando, te podrás imaginar!)
Y la sequía sigue, y sigue... Dentro de poco, para explicarles a los niños qué es la lluvia, habrá que recurrir a un documental del NatGeo!!!
Andre: Me gustó eso que le dijiste a nuestro común amigo, eso de "bajate de la limusina y date un baño de pueblo.Porque si hay algo que vos y yo tenemos, de eso no hay dudas, es pueblo. También CALOOORRR. NO-DOY-MÁS-VOY A-RE-VEN-TAR.
Veo que empezaste el mes de la jodita y que te pasás boliche pallá,boliche pacá. Así es lindo, y si es en Los Yuyos, mejor. Si te sobre un tiempito, podés pasar por lo de La Flacurita y te puedo convidar con: mate, caipirinha, vino o daiquiri (que es una de mis especialidades desde que Pepe Codorníu me pasó la receta del Floridita de Cuba).
Abrazote amiga. Y siga palante nomás.
Flaca: ¿Querés decir que el Santi no se baña???? ¿¿No será para ahorrar el agua, ahora que estamos con sequía???? Jijiji!!!!
Andá, el calor está im-ban-ca-ble!!!
Todavía me quedan escritos por corregir, pero se me ha derretido la última neurona!!!
Caipirinha, daiquiri o vino (el mate sabés que no es lo mío): me anoto con todo (aunque el vino me baja mucho la presión... mejor cualquiera de los dos primeros)!!!
Puta madre... se dieron cuenta...
Bué, ahora en verano de vez en cuando una mojadita...
Santi: a mí me parece una actitud encomiable lo de ahorrar agua con esta sequía... porque hoy cayeron unas gotas, que duraron lo que un suspiro corto.
YYYYYYYY? Me tejiste el pullover?
Es que hace un frío....
Apurate antes que empiece el calor...
Ro: sí, te lo tejí con lana doble, para que sea más abrigadito!!!
Y como me sobró lana, te estoy tejiendo el gorro, la bufanda y los guantes haciendo juego!!!
Y tal vez unos escarpines...
Jijiji!!!
Vo! ¿Cómo hago pa volverme fan de alguien? ¿Cómo se hace pa ser seguidor? eH? En serio, explica!
Ro: vo, coleston, no tihagas linocente que bien supistes tirarle laj bombacha al Fata Delgado y fuistes presidenta del clu de fans de Caribe con Ca!!! Si sabrás ser fan...
vo esplicame como ago pa cerme colestón fan del blo que sho quiera, esplicame...ademá te avierto que no tengo ni un esemese en el fono por eso no te contesté, charomo del abasto...
La colestón
en cuanto al delgado y a lo karibe ya encargué la scultura pal jardín...chungui chi chun chungi chi chungi chi....
Coleston: mirá, bien no sé cómues lacustín, pero nalguna parte del bló te da la oción de seguirlo...
Yo sigo el bló del fóbal, "Todo por la misma guita"... y ayí sólo tuve que apretar el botón de "seguí", porque yastaba empezado...
Coleston: no mestraña, ya lo veré al Fata Delgado en tu jardín entre el hibisco y el limonero!
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