viernes, 3 de septiembre de 2010

Lejos de la mano de Dios

En la última entrada les había comentado que mientras estaba en la ciudad de Salta, tenía dos días libres, y entre las muchas opciones que ofrece la provincia estaban la visita a Cachi -que fue la crónica relatada la semana anterior- y la visita a San Antonio de los Cobres.
San Antonio de los Cobres es un pueblo situado a casi 4.000 msnm, que supo tener su mejor época  durante el auge de la minería. Las condiciones de vida de sus poquitos miles de habitantes son extremadamente duras, tanto por la naturaleza hostil -y de una terrible belleza- como por los escasísimos medios de subsistencia. A San Antonio llega el célebre "Tren a las nubes", uno de los trenes más altos del mundo. Este tren corre sólo los sábados, por lo que me venía bárbaro, dado que los días que tenía libres eran un viernes y un sábado, y justamente el paseo en tren era uno de los mayores atractivos que me llevó a hacer este viaje. Sin embargo, tras unas consultar realizadas in situ, opté por ir el viernes y en camioneta, y seguramente me habré perdido la experiencia de andar en un vagón por las nubes*, pero les aseguro que fue de las experiencias más disfrutables del viaje, y por más de una razón.
Ese viernes, a mitad de la noche -no puedo usar el término "madrugada" porque la luz diurna ni se sospechaba siquiera- la camioneta de Tastil que un grupo de intrépidos aventurereros habíamos contratado, pasó a buscarnos por el hotel. El guía, Ramiro, resultó ser de lo más simpático y de un nivel altísimo en lo que a guiatura se refiere, lo mismo que Tony, el conductor, cuyo excelente desempeño quedó demostrado, como veremos más adelante.
Abandonamos la ciudad de Salta, y nos dirigimos hacia el oeste, siguiendo la ruta paralela a las vías del ramal C-14 del Ferrocarril Belgrano, que como tantas cosas, es el nombre verdadero del tren a las nubes (una obra maestra, producto del ingenio de Richard Maury). Bueno, siguiendo la ruta es un decir... durante el terremoto de Chile delpasado febrero, y sus réplicas, se produjeron derrumbes por lo que varios tramos siguen sepultados (no así las vías, que quedaron intactas), por lo que hubo que ir por otro lado... ahora bien, quién precisa ruta si puede ir por el lecho del río Toro!

Los intrépidos aventureros observamos uno de los viaductos del Tren a las Nubes, aún a riesgo de que  nos arrastre el portentoso caudal del río Toro

Mientras seguíamos camino río arriba, las montañas se iban despertando ante los primeros rayos del sol de la mañana, y Ramiro nos iba desasnando acerca de la región. 

Un cementerio con las tumbas construidas en lo alto (cerca del cielo) y enfrentando al este (hacia el nacimiento del Inti sol)



Paramos un rato en la localidad de Santa Rosa de Tastil, un pueblito que nos recibió con una colorida feria y una iglesia que parece un decorado de una obra teatral. Aproveché la parada para curiosear un rato en la feria, e ir a empolvarme la nariz en un baño público; del lado interior de la puerta del cubículo me encontré con un letrero que decía lo siguiente: "Please do not throw paper or other waste in the toilets. Use bins provided. Thank you." Oh my dog! En un pueblito en donde no hay luz eléctrica ni señal de telefonía celular, es natural que los anuncios se escriban en la lengua autóctona, claro está.






A medida que nos íbamos acercando a San Antonio de los Cobres, el paisaje se iba tornando cada vez más y más árido.  






Cerca del mediodía llegamos a San Antonio de los Cobres, un pueblo que a primer golpe de vista, parece una maqueta.


Se trata de casas dadas por el gobierno, que como no son hechas de adobe, no resultan adecuadas para habitar, dado que no aíslan del frío, por lo que los lugareños no las  pueden ocupar. 
Ni bien bajamos de la camioneta, se nos acercaron mujeres y niños para ofrecer sus artesanías; como nos había ocurrido a lo largo del viaje, los niños nos pidieron golosinas (lo comenté en una crónica anterior, jamás piden dinero, sino caramelos o galletitas). Ramiro ya nos había hablado con claridad al respecto: nada de darles golosinas a los niños, ya que están teniendo grandes problemas de salud bucal, que no tienen cómo tratarlos.
Igual, imagino que la salud bucal figura entre los  problemas menores que debe enfrentar esta gente en su vida cotidiana.

El "verdadero" pueblo de San Antonio de los Cobres

Tras una recorrida por el pueblo, seguimos viaje; íbamos a parar para almorzar en "El Mojón", el restaurante más cercano...  a 35 km del pueblo! 
El Mojón es un establecimiento situado en medio de la nada, en la desoladora belleza de la puna. Unos arbustos de escasos cm de altura, llamas, burros y alguna vicuña esquiva son los únicos habitantes, además de Sandro Llampa y su familia. Allí viven desde hace años, y dan la bienvenida a quienes buscan un lugar para pasar la noche o para comer. Las construcciones son de barro, y las mesas... de sal! La comida es casera, hecha por la esposa de Sandro, mientras carga a su guagua en la espalda. Comimos unas riquísimas empanadas de carne -esta vez, con papa en el relleno-, albóndigas con arroz, pan casero hecho en horno de barro, y de postre probé el típico anchi, que se hace con sémola de maíz, azúcar y limón (muy rico). El lugar cuenta con capilla y un museo interesantísimo, que recrea una típica vivienda puneña. 

                      
Calidez hasta en los mínimos detalles: la panera/servilletero es de cardón

Los baños están señalados con muñequitos con trajes típicos

                         

Hornos de barro, y mesas de sal



La capilla de "El Mojón", y un cardón infaltable




Siendo que estábamos en Argentina, tampoco podía faltar la cancha de fútbol

Parte del museo, con enseres típicos de la puna

Aquí me ven junto a uno de los chiquitos de la familia, a la sombra de un cardón

Tras el almuerzo, la recorrida y un poco de charla con los habitantes de ese oasis de calor humano en medio de la hostilidad de la puna, seguimos recorrido hacia nuestra próxima parada. La ruta seguía cortando esa árida planicie, en la que a veces asomaban algunos de los pobladores de la puna:






Varios km más adelante -distancias inimaginables para un uruguayo- llegamos a las imponentes Salinas Grandes.   




Se trata de un extensísimo salar que se encuentra entre las provincias de Salta y Jujuy, a casi 3.500 msnm. La sal es extraída a mano, por trabajadores de una cooperativa. Las condiciones laborales son realmente durísimas. 



Los cristales de sal van formando un mosaico de polígonos (había puesto "pentágonos", pero Juan Pascualero  notó que los 5 lados se transformaban en 4 o en 6)  



Piletas excavadas a pico


Un trabajador extrayendo la sal. Deben cubrirse completamente el rostro, para evitar quemarse por el reflejo del sol en la nívea blancura de la sal

Estatuas de sal, cual esposa de Lot


Un artesano tallando lajas; complementan sus ingresos con artesanías hechas con recursos naturales

Tras la imponente experiencia de visitar el mar de sal, seguimos viaje. Nos estábamos acercando al punto más alto de la ruta, los Altos del Morado. Increíblemente, no hacía tanto frío a más de 4.100 msnm, o sería que tantos sentimientos y emociones como los experimentados en la puna sirven de abrigo. 

Pero ya lo dijo Newton, todo lo que sube baja... había que descender la cuesta, rumbo a Purmamarca. Y la bajadita por la Cuesta de Lipán puso en evidencia que Tony era tremendo chofer.


La cuestión es que el pobre hombre no sólo tenía que manejar la camioneta por la serpenteante ruta, sino que tenía que llevar tras sus espaldas a 14 uruguayos ansiosos por llegar a Purmamarca lo antes posible... porque la Selección Uruguaya se jugaba todos los boletos frente a la de Ghana por los cuartos de final de la Copa del Mundo!
Llegamos a Purmamarca para el segundo tiempo; nos metimos en "Mama Coca", a ver lo que quedaba del partido, y a  sufrir con el alargue y los penales. 
La experiencia de ver a cuatro gatos locos con una bandera uruguaya festejando un triunfo por las callecitas de tierra seguramente es algo que los purmamarqueños no ven todos los días.


¡Uruguay nomá! Una multitud congregada entre la bandera y Cerro de los Siete Colores, que se pintó de celeste (¡Qué cursilería, parezco Gorzy!)

A estas alturas ya todos saben que ese fue el partido más infartante del Mundial de Sudáfrica, con la picadita del Loco Abreu y la mano de Luisito Suárez.
La mano de dios no parece pasar muy a menudo por la puna, o a menos eso me pareció.
Pero tal vez estoy equivocada. 


*Sí había tenido una experiencia similar, 10 años antes, en el tren que va desde Cusco a Aguas Calientes, a los pies de Machu Picchu... ¡Espectacular!


23 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que ese alargue fue lo único que vi del mundial y también festejé, pero a unos 20 mts de altura en mi departamento.
Que locura esa foto con la bandera uruguaya teloneando el cerro de los siete colores.

Gracias por tus relatos, hemos viajado de más y de maravillas este último tiempo, como que me di otra vuelta por esos caminos llenos de tierras de colores y de esos ojos negros timidones que hacen la región.

Fernando Terreno dijo...

Impresionante las salinas y el relato todo. ¿Cómo hicieron para arreglar un viaje tan completo? ¿Había alguien con experiencia anterior?
En las Voces Blancas, creo, cantaba Melania Pérez hace mucho tiempo.

Unknown dijo...

Una crónica del carajo. Qué cosa más linda Andrea. De verdad nos hiciste viajar contigo. Yo como siempre, a pesar de mi ateísmo congénito, me fascino con esas capillas. Esa, toda blanca, es un despelote. El salar, no sé, con mi hipertensión, toda esa sal y la altura...
Un posteo impresionante.

juan pascualero dijo...

Celentísimo como de costumbre. Creo que el ministerio argentino de turismo debería nombrarte algo, no se qué, por tu enorme contribución a la difusión de las bellezas paisajísticas de su país.
No me gusta comentar tan largo pero debo agregar que me sorprendieron enormemente las figuras geométricas que se forman en las salinas. Yo nunca había visto pentágonos de seis y cuatro lados

andal13 dijo...

Cr:
Ah, es que a nosotros nos gusta festejar por todo lo alto, por lo menos a 3.000 msnm!
La foto esa fue idea del guía, que decidió juntar a todos los uruguayos que había en la vuelta (seguramente nunca había visto tantos).
Gracias por acompañarme en este viaje virtual, y me alegra que te haya traído buenos recuerdos.

Fernando:
Mirá, el viaje a las salinas me lo ofrecieron acá mismo en Montevideo, como una opción posible. Yo quería ir en el Tren a las nubes, pero estando allá nos contaron con más detalles ambas opciones, y a mí me tentó mucho más ésta.
Melania Pérez integró las Voces Blancas, cómo no. No te sabría decir si en esta canción en particular está ella.

Santi:
Gracias, che. Mirá, yo tampoco soy creyente, pero la arquitectura religiosa me fascina, así como todas las demostraciones de fe. Y claro, desde mi agnosticismo laico, gratuito y obligatorio, y con ciertas cosas de la vida más o menos resueltas, me impresiona muchísimo la religiosidad de esa gente que vive en esas condiciones... y el sincretismo es increíble, tanto adoran a la Pacha Mama como a la Virgen María, y tienen una fe auténtica y como un poco ingenua.
Vo, una de las viajeras era una chiquilina de 82 años que no se hizo problema por revolear el bastón por las salinas o por la vertiginosa Cuesta de Lipán.

Juan:
Ah, yo creo que sí, por eso acá estoy sentada esperando que vengan a condecorarme.
¿Vos viste? Es que el NaCl no sabe nada de geometría!!!! Jeje, quise poner "polígonos", y puse "pentágonos". Debe ser que el Big Brother ya me colonizó del todo.
Ya lo corrijo.

Camarandante dijo...

Hola Andrea!

Qué lindo tu relato, me imagino el momento ese en que calló el grupo de uruguayos a un televisor de un pueblito a ver el partido. Es cinematográfico!
Ta bueno tu viaje, tengo pendiente punmamarca y esos lares, leerte me despierta muchas ganas dirme pa´llá

Beso

Alvaro Fagalde dijo...

Muy buena la cronica, como siempre.

El gurí al lado tuyo en la foto parece medio asustado, andá a saber que le habrás dicho.

¿no tenían dentista ahí? ¿y médico?. No quiero adelantarme y hablar de un lugar que no conozco, pero qué horrible tantos lugares abandonados a la buena de dios por nuestros gobiernos...

Martín dijo...

Siempre, para comentar, trato de quedarme con una o dos cosas, porque hay tanto material...

Lo de las casas inhabitables es uno de esos casos en que si no fuera patético sería hasta gracioso. Con los fondo públicos se hace cada cosa...

Mientras leía pensaba en (y sentía casi físicamente) la sequedad del ambiente. Nos quejamos mucho de la humedad uruguaya, pero ese ambiente tan seco, debe ser difícil, también.

Ah, la próxima, Beldent sin azúcar para los nenes. ;)

andal13 dijo...

Camarandante:
¡Opa! ¡Nuevo avatar!
Ah, sí, la gente de Purmamarca, en particular en ese bar, no sabía qué hacer con la enfervoriazda horda celeste, jijiji!
¿Qué esperás, muchacho? ¡Cazá la bicicleta y pedaleá derechito hasta que se termine la ruta 9!

Alvaro:
Uy, sí, el nene puso una cara cuando le pedí para sacarme una foto con él...
Seguramente los servicios de salud que hay son insuficientes... y los problemas de salud, enormes. La tasa de mortalidad infantil es altísima, por otra parte.

andal13 dijo...

Martín:
Sí, parece sacado de una película de Kusturica, pero es tristemente real... Un montón de casas inútiles, y seguramente los gobernantes se creen que hicieron una gran obra.
Ah, sí, el ambiente extremadamente seco tiene lo suyo también. Pero realmente, después de esta semanita de lluvia ininterrumpida, me volvería corriendo a la puna!

Susana Peiró dijo...

Tu relato, impecable como siempre, por momentos poético, sagaz y con la chispa que te conocemos. Luego, el gusto acre de poblaciones enteras olvidadas, marginadas por los gobiernos. ¿Qué clase de papafrita puede hacer casas que no sirven en ese lugar? Desde luego, un papafrita que no vive ni es del lugar! (Y que cobró como si fueran réplicas de Buckinghan, ya sé)

Me quedo con tu mirada, bella y humana.

Besazo Andre!

andal13 dijo...

Susana:
Más allá de que el político ¿responsable? se haya quedado con algún vuelto en el bolsillo o no, me jode más el paternalismo ese de "vos necesitás X, así que te voy a dar X", y capaz que vos necesitás J, y sabés que X no sirve para nada. Seguimos sin aprender de los errores, seguimos empedrando el camino al infierno con las mejores intenciones.
Besos desde la casi primavera del Sur!

Proyecto Maria Castaña dijo...

¡Qué belleza, Andrea! Lo de las mesas de sal no lo sabía y sí me habían comentado que es más valioso el recorrido en camioneta que el del mismísimo tren de las nubes. Me dio un poco de indignación que el guía estuviera tan preocupado por "la salud dental" de los chiquitos... ¡quisiera saber sobre sus niveles de proteínas, de vitaminas, en fin, por su nutrición!
Me impresionó el azul del cielo, es un mar profundo invertido y eso que acá en Mendoza tenemos uno de los firmamentos más límpidos del planeta.
Lo último no era cursilería, era pasión nacional y está bueno ser patriota en el buen sentido.
Un besote y, como siempre, atrapada por tus imágenes.

Marple dijo...

Buenísimas las fotos!
maravilloso el relato.
Difícil decir algo nuevo frente a tanto comentario que demuestran que todos han leído y seguido este viaje con mucha atención y admiración.
Me alienta, eso sí lo de la chiquilina de 82, porque la Puna es algo increíble, parece un paisaje lunar. Andá a saber, tal vez dé "un paso pequeño para la humanidad pero grande para mí" y me largue hasta allá.
La chiquilina debe tener una salud de hierro.

un beso

andal13 dijo...

María Castaña:
El lugar es bellísimo, y creo que sí, que valía cambiar tren por camioneta.
Con respecto al guía, mirá que no es así, al contrario; se trata de un muchacho muy conocedor de los problemas de su pueblo, y que quiere entrañablemente a su gente; la preocupación era real. Evidentemente no sólo le preocupa el tema de la salud bucal, que tampoco me parece tan menor cuando no hay solución al problema.

Marple:
Ah, la chiquilina de 82 era un ejemplo para todos: había que verla con el morral colgado en bandolera, el bastón en una mano y la cámara digital en la otra; no hubo paseo que se perdiera, y con un humor que daba gusto.

ro dijo...

Estoy totalmente impresionada con la sal. Una maravilla. Cada vez se pone mejor este viaje tuyo, y qué entretenido lo contás. Esas casas de veras parecían maquetas y la capilla vista de frente parecía un cartel!
Besotes

andal13 dijo...

Ro:
Ah, esa planicie inabarcable e inmaculadamente blanca es increíble... Claro que las condiciones de trabajo son terribles, pero es una fuente laboral segura para mucha gente de la puna.
Todo el lugar es de una belleza desoladora, claro.
Besotes para vos también!

ROBERTO CERVANTES P. dijo...

Releí todo el relato y me gustó mucho. Esta zona de Argentina es algo que no conozco y me gustaría hacer un recorrido similar cuando esto sea posible. Me gusta mucho lo rústico, lo autóctono; valoro la artesanía de los pueblos sencillos y siempre que puedo compro algo sin pedir rebaja en los precios por que a fin de cuntas de eso vive esa gente tan sencilla.
Linda la última foto donde va todo el grupo de Uruguayos.
En otras dos anteriores tuve la oportunidad de conocerte y, si, eres un poco como te imaginaba.
Saludos

andal13 dijo...

Vuelvo al Sur:
Ah, ojalá algún día puedas volver al sur y perderte por esos sinuosos caminos de la puna.

Melanie dijo...

El norte argentino es increible!!! para visitarlo más que para vivirlo por supuesto... hice 3 viajes ya y no me canso, es que hay mucho más que recorrer que solo los puntos turísticos. La primera vez hice todo salta, ahora el último verano me quedén en hoteles en tilcara y pude disfrutar de otra visión del norte argentino.

Saludos
Malanie

andal13 dijo...

Melanie:
Ah, qué bueno...! Yo me quedé con unas ganas locas de volver, y perderme por esos pueblitos.
¡Besos desde el Plata!

Rossina dijo...

QUE BUEN REPORTE. DIECISIETE AÑO SIN IR...
MI CORAZON RUMBEA O PARA SU PAISITO O PA LOS SURES...

andal13 dijo...

Rossina:
¡Bienvenida! Gracias por el comentario; me alegra que te haya gustado la crónica.