Vos dirás que es al menos un poco cínico esto de titular así una columna, después de haber denostado el uso indiscriminado e innecesario del inglés en un texto anterior, pero el nombre de esta canción de The Clash encaja perfectamente. Debo reconocer, ya que estoy, que la poesía urbana, comprometida y crítica de esta banda británica siempre reflejó mejor lo que siento y pienso que la canción “Bicho bicho” de Los Fatales, que cada vez que me pongo a pensar que son compatriotas me vienen ganas desesperadas de ir a pedir asilo político a la embajada de Uzbekistán, si es que la hubiera. Así que ahora que aprendí cómo carajo se inserta música en el blog, podés escuchar esa mismísima canción al tiempo que leés esto.
Podría decir, sin miedo al oxímoron, que yo ya soy una chica grande, que creció haciendo las compras (acá le decimos “los mandados”) en el almacén del barrio; en las zonas populares, el supermercado era un exotismo. Con el correr del tiempo, comenzaron a aparecer supermercados en todas partes, y una se fue dejando seducir por ellos. Porque yo detesto hacer las compras de la casa, así que prefiero que el trámite sea lo más rápido e indoloro posible. Y el supermercado me dio la posibilidad de llegar, agarrar un canasto (en general evito los carros, dado que por razones de tamaño, la barra del carro me queda a la altura de la pera), y lista en mano resolver el tema de las compras en un mínimo de tiempo y sin necesidad de contacto con ser humano alguno, a no ser por el de la cajera, vínculo que se resuelve también rápidamente con un escueto “Hola”. Y dejé de ir al almacén del barrio, porque para comprar 150 gramos de jamón, media docena de huevos, una lechuga, un frasco de mermelada de frutilla que me gusta menos que la de naranja pero de ésa no había y sin haber conseguido una lata de champiñones porque tampoco había, insumía dos horas y media, y tenía que volver no sólo cargando con mi bolsa, sino también con un cúmulo de informaciones de acontecimientos que no podrían interesarme menos, como que a Chona la habían operado de urgencia de la vesícula, que el Tito se había sacado 150 pesos en la quiniela, que se había muerto el cuñado de Luis que, pobre, hacía como dos meses que estaban esperando de un momento a otro y que doña Emilita había adoptado un gato nuevo.
Pero no sé en qué momento me distraje, y los supermercados dejaron de ser el lugar donde una resolvía las compras de la semana en cuestión de 15 minutos, para pasar a ser una terra incognita en donde me pierdo. Cualquier súper tiene una superficie y un aforo mayores a los del Estadio Centenario, en donde caben cómodamente más de 70.000 personas sin contar los jugadores, los árbitros, los cuerpos técnicos, los periodistas, los milicos y el señor que vende choripanes. Entre la puerta de entrada hasta donde expenden el pan hay al menos 200 metros (y no digamos que primero hay que atravesar un estacionamiento igual de largo), por lo que una llega tan cansada y con tal dolor en las articulaciones de los tobillos, que parece que se hubiera estado entrenando para correr el maratón en Beijing. Y en el medio está el laberinto de las góndolas, que si al menos hubiera algún gondolero que me deleitara cantando una canzonetta me jodería menos, pero no, siempre está sonando el insufrible Juanes, cuando no “...lo que pasó pasó entre tú y yo...” que ya casi estoy convencida de que hay una confabulación en mi contra: ni bien uno de mis pies traspone el umbral, se activa un mecanismo que sólo permite difundir la música que más detesto. Y después viene lo peor, que es encontrar los ocho productos que una fue a comprar, en medio de un despliegue de pantallas de TV de cristal líquido, pizzas congeladas, gorras con visera, brotes de soja, whisky escocés, teléfonos celulares, pañales descartables, cortadoras de césped, tampones, agua mineral, desodorantes de ambiente y lechugas. Y a eso agregale que para comprar leche necesitás un posgrado en márketing en el MIT, porque ya no se trata meramente de elegir la marca que prefieras de la secreción de las glándulas mamarias de la vaca debidamente pasteurizada y envasada, sino que ahora tenés que elegir si la querés entera, semidescremada, descremada, con calcio, con hierro, con omega 3, para el primer crecimiento o larga vida (y no sigo para no abrumar).
La última vez que fui al supermercado, salí despavorida, sin el polvo de hornear, el pan integral y el aceite que necesitaba, porque ni siquiera di con ellos. Eso sí, me compré una remera preciosa del Cuarteto de Nos, que dice en letras blancas sobre fondo negro “ya no sé qué hacer conmigo”.
Podría decir, sin miedo al oxímoron, que yo ya soy una chica grande, que creció haciendo las compras (acá le decimos “los mandados”) en el almacén del barrio; en las zonas populares, el supermercado era un exotismo. Con el correr del tiempo, comenzaron a aparecer supermercados en todas partes, y una se fue dejando seducir por ellos. Porque yo detesto hacer las compras de la casa, así que prefiero que el trámite sea lo más rápido e indoloro posible. Y el supermercado me dio la posibilidad de llegar, agarrar un canasto (en general evito los carros, dado que por razones de tamaño, la barra del carro me queda a la altura de la pera), y lista en mano resolver el tema de las compras en un mínimo de tiempo y sin necesidad de contacto con ser humano alguno, a no ser por el de la cajera, vínculo que se resuelve también rápidamente con un escueto “Hola”. Y dejé de ir al almacén del barrio, porque para comprar 150 gramos de jamón, media docena de huevos, una lechuga, un frasco de mermelada de frutilla que me gusta menos que la de naranja pero de ésa no había y sin haber conseguido una lata de champiñones porque tampoco había, insumía dos horas y media, y tenía que volver no sólo cargando con mi bolsa, sino también con un cúmulo de informaciones de acontecimientos que no podrían interesarme menos, como que a Chona la habían operado de urgencia de la vesícula, que el Tito se había sacado 150 pesos en la quiniela, que se había muerto el cuñado de Luis que, pobre, hacía como dos meses que estaban esperando de un momento a otro y que doña Emilita había adoptado un gato nuevo.
Pero no sé en qué momento me distraje, y los supermercados dejaron de ser el lugar donde una resolvía las compras de la semana en cuestión de 15 minutos, para pasar a ser una terra incognita en donde me pierdo. Cualquier súper tiene una superficie y un aforo mayores a los del Estadio Centenario, en donde caben cómodamente más de 70.000 personas sin contar los jugadores, los árbitros, los cuerpos técnicos, los periodistas, los milicos y el señor que vende choripanes. Entre la puerta de entrada hasta donde expenden el pan hay al menos 200 metros (y no digamos que primero hay que atravesar un estacionamiento igual de largo), por lo que una llega tan cansada y con tal dolor en las articulaciones de los tobillos, que parece que se hubiera estado entrenando para correr el maratón en Beijing. Y en el medio está el laberinto de las góndolas, que si al menos hubiera algún gondolero que me deleitara cantando una canzonetta me jodería menos, pero no, siempre está sonando el insufrible Juanes, cuando no “...lo que pasó pasó entre tú y yo...” que ya casi estoy convencida de que hay una confabulación en mi contra: ni bien uno de mis pies traspone el umbral, se activa un mecanismo que sólo permite difundir la música que más detesto. Y después viene lo peor, que es encontrar los ocho productos que una fue a comprar, en medio de un despliegue de pantallas de TV de cristal líquido, pizzas congeladas, gorras con visera, brotes de soja, whisky escocés, teléfonos celulares, pañales descartables, cortadoras de césped, tampones, agua mineral, desodorantes de ambiente y lechugas. Y a eso agregale que para comprar leche necesitás un posgrado en márketing en el MIT, porque ya no se trata meramente de elegir la marca que prefieras de la secreción de las glándulas mamarias de la vaca debidamente pasteurizada y envasada, sino que ahora tenés que elegir si la querés entera, semidescremada, descremada, con calcio, con hierro, con omega 3, para el primer crecimiento o larga vida (y no sigo para no abrumar).
La última vez que fui al supermercado, salí despavorida, sin el polvo de hornear, el pan integral y el aceite que necesitaba, porque ni siquiera di con ellos. Eso sí, me compré una remera preciosa del Cuarteto de Nos, que dice en letras blancas sobre fondo negro “ya no sé qué hacer conmigo”.
23 comentarios:
Qué risa che, me encanta esa mezcla de sutileza, ironía, humor y... resignación. Juanes, pero podría haber sido Montaner. Es cierto... los súper están confabulados, pero no sólo contra vos: contra todo quel que tenga un mediano sentido de gusto musical. Me hiciste reir mucho... y es así: no encontrás las arvejas pero te comprás una preciosa cubierta de auto, que te vendrá bien cuando tengas auto.
Un beso!
Resignación? Estoy por poner una bomba en el supermercado!!! Si no lo he hecho aún es porque no encontré dónde están la cinta pato y las pilas!!!
Totalmente de acuerdo, amiga.
Cuando me mudé para esta ciudad en la que vivo desde 1973,una de las cosas que más me fascinaba era que había un supermercado a la vuelta de casa, de esos en donde comprás con carrito. En mi ciudad de origen no había ni autoservice.Me encantaba todo eso que te encantaba a vos: elegir las cosas, comprar y salir sin que mediase más contacto que con la cajera. Pero ahora, también detesto ir al super, fundamentalmente porque nunca encuentro nada de lo que voy a comprar porque ellos siempre cambian las cosas de lugar y pierdo horas y horas dando vueltas,que es lo que quieren para que termines comprando otras cosas al son de "me gusta la gasolina". Además de todo eso, esto no deja de ser un pueblo, por lo tanto me encuentro con más gente que si fuera al almacén y pierdo horas conversando. Finalmente llego a casa tan exausta que no puedo ni cocinar, a lo que debe sumarse que no puedo ni cocinar también porque compré la mitad de las cosas que iba a comprar, unas porque me olvidé y otras porque no las encontré. Y te faltó hablar de la cola en la caja; horas y horas esperando que cobren con las tarjetas de crédito, que averigüen los precios que no traen las cosas, que envuelvan vasos o pocillos,etc.,etc.,etc.-
Finalmente, no sabés cómo añoro el almacencito de la vieja Elena en frente de casa.Detesto los shoppings y también los grandes supermercados.
Desoladora tu experiencia con el supermarket. Y que bien escrito Andrea, menos mal que sos dibujante. Es la historia de nuestras vidas. Hoy pasé por eso.
Siempre fantaseo con romper a pedradas las pantallas LCD.
El Leo Masliah tiene una canción que se llama SUPERMERCADO, así escrito y como no está completo, parece bobo, pero hay que escucharlo. Te sentís realmente "lost"
FRAGMENTOS AL AZAR DE "SUPERMERCADO" DE LEO MASLIAH.
(CON MÚSICA TIENE MUCHO QUE VER)
Vamos a pasear por entre las estanterías, vamos a provicionarnos de lo que querías.
Dabadabadabadabadabadabadaba.
Puré puré puré.
Zapallitos, herramientas, capeletis.
Hielo seco italiano, cortesía.
Geografía, rayos beta, compañía.
Cartulina.
morrón morrón, cebolla
Morrón morrón, ¡la olla!
Mayonesa mayonesa salsa golf salsa golf salsa golf salsa golf.
¿Lo que?
Salsa golf.
¿Lo que?
Mayonesa salsa golf.
Yo no sé si me conviene por que en otro lado yo lo vi distinto, puede ser que sí. Puede ser que si y no sé. Pero yo no sé si me conviene.
Dulce de leche con un martillo.
Dulce de membrillo.
Jugo de frutas y palanganas.
Jugo de bananas.
¿Que lleva ahí? Puré.
Te remarco la barriga.
¿QUE LLEVA AHÍ? PURÉ.
Tuco tuco tuco tuco tuco tuco.
Mayonesa de mondongo, carne de zapato, salsa de gerente.
Señor gerente.
Gerente.
Señor gerente.
Zapallo.
Señor zapallo.
Chicles, garbanzos, atún en lata.
Chicles de batata.
Corta verduras y linimentos.
Porta documentos.
Cajera 8.
Presente.
Cajera 7.
Presente.
Cajera 6.
Presente.
Cajera sin.
Presente.
¡LA CAJERA Nº 15 QUE SE PRESENTE A TRABAJAR!
Bifes, pañal, camión, estufas.
Bifes de merluza.
Abra cadabra ese tuco mata.
Abran esa lata.
¿Puré, puré, puré, por qué?
Faltó plata en la caja.
¿Que lleva ahí?
Puré.
¿De qué?
Puré.
¿De qué?
Puré.
¿De qué?
Puré.
DE USTÉ
4 bombas de neutrones.
Jabones.
Buzones.
Nociones.
Naciones.
Cupones.
Canciones.
Bombones.
Lecciones.
Excursiones.
Malvones.
Por.
Porciones y.
Y yo jamones.
Yo quisiera comprar.
Clases de francés, morcilla, clavos y morrones, pulpa de tomate, candidatos a elecciones.
Te remarco la barriga.
Zapallo.
Lechón.
Banana.
Turrón.
Contrato.
Salmón.
Anchoa.
Gil.
Te remarco la barriga, te remarco la nariz.
Sobró plata en la caja.
¡No puede venir ninguna cajera sin maquillaje!
Pintura para exteriores "El zapallo remarcado".
Que lleva ahí? Papa.
Compro todo compro.
Todo compro todo.
Compro todo compro.
Yo no compro nada.
Compro casi todo.
Yo cobro mañana.
Yo no compro nada.
Ya compre de todo.
No me queda nada.
Compro vendo compro.
No comprendo nada.
Yo no robé nada.
Si no cobré nada
Me compré de todo.
Ya me queda helada.
No trajiste nada.
Vamos a otro lado.
No me queda nada.
Te gastaste todo.
No me lo gastaba.
Cenas, Mario, miel, apartamentos, lapiceras, cardigán, impuestos, nylon, toda mi carrera.
Cajera 7.
Decente.
Cajera 8.
Presente.
Cajera nueva.
Gerente.
PURÉ PURÉ
¿Otra vez?
¿LO QUE?
Puré.
¿NO VES?
Te remarco la vejiga, te remarco la vejez.
Marche una jubilación.
No me mates, te prometo que.
Cafecito.
Pongo el agua a calentar.
Mayonesa mayonesa mayonesa mayonoesa mayonoesa mayonoesa no esa no esa no.
Te remarco la barriga.
Ahjajajaja no me hagas cosquillas.
Submercado.
¡Sub!
Submercado.
¡Sub sub!
Super.
¡Sub!
Super.
¡Sub!
Súper submercado.
Súper súper sub submercado.
Supersubmercado.
Súper súper submercado.
Súper remarcado.
Submercado.
Rodríguez, hay una falla en la frecuencia modulada.
Tabadán tabadán tabadán tabadán taba.
La gerencia tiene a bien informar que habiéndose un cambio de firma en la empresa y siendo el nuevo propietario portador de la enfermedad llamada "peste negra" se cierran las puertas del local y el mismo se declara en cuarentena.
DE ACA NO SALE NADIE.
Nadie.
Nadie.
Nadie.
Nadie.
Nadie.
Nadie.
Nadie.
Nadie.
Nadie.
Todos.
Todos.
Nadie.
Nadie.
Quienes.
Todos.
Nadie.
Como.
Nadie.
Quienes.
Todos.
Vamos.
Quieto.
Nadie.
Bueno.
Tamos.
Todos.
Nadie.
Dónde.
Nunca.
Cuando.
Nadie.
Pero.
Nunca.
Como.
Siempre.
Nadie.
La gerencia tiene a bien informar para tranquilidad de la clientela que el personal de limpieza se hará cargo de las pústulas respetando el orden de aparición de las mismas.
DE ACÁ NO SALE NADIE.
Submercado.
¡Sub!
Submercado.
¡Sub sub!
Super.
¡Sub!
Super.
¡Sub!
Súper submercado.
Súper súper sub submercado.
Supersubmercado.
Súper súper submercado.
Súper remarcado.
Submercado.
Primero...
Te remarco la panza.
Gracias.
Segundo...
Te remarco la panza.
Gracias.
Siguiente...
Te remarco la panza.
Gracias.
Otro más...
Te remarco la jeta.
Gracias.
La gerencia tiene a bien informar, para tranquilidad de nuestros clientes, que las deformaciones observables en sus rostros son un simple efecto colateral de las variaciones en nuestros precios.
Te remarco las manos y el cerebro.
Valgo menos.
Valgo menos que antes, valgo más que en el futuro, sacos de astracanes, deportes, piedras de carburo.
Rodríguez rápido, el empleado nuevo tiene un chocolatín en el esófago.
¿Cómo puede ser que una estúpida etiqueta se entrometa entre esa feta, y yo?
¿Cómo puede ser que ravioles de pavita como mil maripositas vuelen por acá?
¿Cómo puede ser que una joven promotora como una locomotora repitiendo sin parar?
¿Cómo puede ser que ese tipo me persiga, no confía en mi barriga? Voy a ser mamá!
Rodríguez, rápido, esa mujer se lleva un lechón en la panza.
¿Cómo puede ser que en este supermercado el dulce pueda esta salado?
¿Cómo puede ser que la gente no se trague lo que encuentre más a mano algún salame de Milán?
¿Cómo puede ser?
¿Cómo puede ser?
¿Cómo puede ser?
¿Cómo puede ser que la suerte esté de parte de ese estante de metal?
¿Cómo puede ser que una clase de guitarra me produce vomitar?
¿Cómo puede ser?
¿Cómo puede ser?
¿Cómo puede ser que teniendo boca grande yo no pueda apoderarme de ese kilo de cuadril?
En ningún lado tengo pero ahora si. Si serán grandes los super que padezco en ellos agorafobia. No puedo ir a los verdaderamente grandes porque sin ninguna exageración, no resisto y tengo que salir de ahí como si las góndolas fueran rejas. Imponente el post por lo bien escrito que está. Definitivamente tiene que cambiar su perfil y sacar eso de "yosoyla que dibujo.... blabla..." porque ya ha perdido significado. Ya todos sabemos que usted antes dibujaba para no dar pesto con la escritura y que además dibuja muy bien. Besotes.
Y me siento mal del estómago y me duelen mis pies planos en todos aquellos en los que el nombre del mercado ya no es solamente super e indica con toda claridad la monstruosidad de su tamaño.
Andre, cielo azul: Tus letras me hacen sentir menos sola en este mundo cruel.
ODIO IR AL SUPERMERCADO, chico, grande ó más o menos. Y esta familia mía sigue teniendo verdadera vocación por la comida!
SUFRO, Dios es mi testigo,ante la perspectiva de las compras, y salgo como Maria Antonieta rumbo a la guillotina.
Tenés que entender tu post, como un SERVICIO A LA COMUNIDAD. Ahora ya sé tu opinión, la de Germán (es un divino)la de La Flaca,( sí señor, otra que ODIA los shoppings como yo!)la de Rossana (mis pies también terminan adoloridos)...ya no estoy solaaaaaaa!
Así de corto: Me río como loca con Vos! Y te nombro mi filósofa de cabecera.
Besotes muchos!
¡¡Ja ja ja ja ja!!!!
Como si me estuviera viendo, genial descripción paso a paso de lo que me sucede cuando no queda otra y hay que salir a comprar. Eso si estoy aún a salvo de Bicho Bicho, bueno eso creo.
Y me quedo con The Clash ;)
Besos
Bueno Andrea, he visto tus comentarios en los enlaces amigos y se me activó el chip de la curiosidad. Es decir: estoy aquí para ver que tan acorde son tus comentarios con tu post y en efecto van de la mano. Tenés una capacidad para registrar lo cotidiano que es muy buena y eso, como dice por ahi Susana, es una especie de servicio a la comunidad que tan bien nos viene.
También leí en alguna parte que no sos dibujante y que solo basta mirar tus dibujos para darse cuenta. A ver, o yo soy una burra o vos dibujás barbaro!!
En fin, me quedaron algunas cosas para leer en tu bog por lo que voy a seguir visitándote si no te incomoda.
Te mando un abrazo enorme!!
Sil
el problema e sque si pasaran a los clash en el supermercado ya andariamos algunos cagando a patadas los lcd que le santi cagaria a pedradas...y por fin saldriamos contentos del super y no pensando que ademas alguien nos asalto y no podemos hacer la denuncia ante quien corresponda...pero contentos si..,( y ante tanta sabiduria que hay por aca uno no puede ponerse oscuro che, esto es un escandalo!)
Además de gustarnos bloguear, no nos gusta ni el supermercado ni el shopping. ¿No es maravillosa tanta coincidencia en una comunidad virtual que se fue creando naturalmente?
ANDRE: vine para consolarte personalmente. No es tan dramático cantar como la Mona Jiménez, deberías considerar otras formas de expresión artístico-musical, la mímica por ejemplo, el play back (karaoke ni se te ocurra) Y como seguro cantás en la ducha...una ducha portátil y hermética.
Te abrazo con mucho sentimiento y los oídos tapados!
FLACA: Síiiiiii! es maravilloso no ser la única bicharraca que bosteza delante de las vidrieras!
Deberíamos formar una asociación civil sin fines de lucro (bueno, podemos lucrar un poquito, para gastarlo en chucherías)
Besoooooossssss!
Yo me sumo a la asociación. Que alguien vaya a hacer los mandados. Yo no. Y de paso, también que alguien cocine, y de yapa, que lave los platos. Ya dije todos mis deseos, ahora, Andrea, me prestás la remera, porque yo tampoco sé qué hacer conmigo. Supongo que además del estampado, traerá instrucciones al respecto, tipo camiseta de autoayuda. Bechitos,jiji
Te dejé otro mensaje para tí en lo del Fede...
Me encanta el humor, me encanta la sátira, me encanta esa forma tan de ligera y tuya de escribir las cosas. Algunas veces me gusta el super, cerca de casa hay algunos pequeños que me hacen el paseo más fácil, por lo menos me alivia el no tener el PhD en MIT jaja...sólo recorro dos o tres pasillos, me gusta el de vinos y licores y conozco alguien a quien le gusta visitarlo a las 2:00 de la mañana, esa hora es buena y sobre todo cuando tienes insomnioy te encuentras con extraños como nosotros...lo que si es terrible es la música de fondo (coincido con German)....
Un gran abrazo
Ya sé que no actualizaste pero igual quería pasar a saludarte.
No sólo está bueno lo que escribís sino los comentarios que generás.
Yo tampoco actualizé.
Quería decirle a Marxella que a mí también me gusta la góndola de vinos y licores, lo que me jode es no poder comprar esos vinos de 200 dólares...
Hola, me presento, soy Lara, estaba paseando por los blogs y me encontré con el tuyo ( ya no me acuerdo ni como), me gustó mucho como escribís, pero sobre todo me maté de la risa con lo del supermercado porque ah, si me habrá pasado... te pierde tanto ruido, tanta música pegajosa y demás, sobre todo si no estás inmunizado todavía (como hay gente que sí, que lo parió), yo por lo menos salgo re zombi, no me acuerdo ni de como me llamo. Capáz que uno exagera...
En fin, muy lindo el blog y los dibujos, arriba esa autoestima
Saludos, y date una vuelta por mi blog si tenés ganas
a mi tambien me molestan los supermercados,sera tal vez que me crie en una ciudad chica donde el almacenero del barrio te fiaba y se lo pagabas a fin de mes o cuando pudieras,y podias hablar y no habia tanto chiche marketinero.
prefiero la oscuridad del almacen y su ventilador en verano a la blancura y frio polar de las grandes cadenas.
soy de pueblo y tengo el alma ouesta en otras cosas...
me gusto el post! besos
Hola Andrea!! Pasé para ver si me recibías con alguna tonada popular pero veo que aun no.
TE dejo besos
Sil
Hola Andrea!
Muy bueno el comentario acerca de los super... aunque no estoy de acuerdo con tu crítica del almacén...
En el estilo de vida cuasi campesino que pretendo llevar, una parte importante es la conversación cotidiana, fraterna, el enterarse de la vida de los del barrio, el escuchar al que quiere hablar... y como no vivo en el campo, tengo que conformarme con charlar rapidito con la cajera o cajero que me atienda. Digo rapidito porque siempre anda el "encargado" con el que no me llevo nada bien y no quiero que los reten...
En fin, el super mató al almacén y a una forma de relacionarse que extraño mucho... :(
Besos y seguí escribiendo
Sandra: gracias por la visita!
No, dejame en el autoservice... no quiero pasar un tercio de mi vida hablando del estado del tiempo a cambio de una bolsita de lentejas!!! Ni tampoco perderme en el páramo de un hiper-macro-recontra-supermercado, claro...
Felicitaciones Andrea! Qué rapidísimo sacaste el truco! Yo estuve estrujando el cerebro por semanas ¿Meses? Verás quien es más inteligente!
Ahora podemos bailar mientras leemos!
Aleluya hermana!
ahora con musica y todo dan ganas de quedarse a vivir en este blog... o de venir a este super a comprar la leche todas las mañanas...jua...despues pasame el truco...
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