sábado, 19 de diciembre de 2009

No son ellos, soy yo

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Vaya una a saber por qué, pero el mundo de la publicidad me fascina. Claro, yo no podría ser publicista porque la honestidad brutal que padezco impediría que alguien en su sano juicio me contratara. Una pauta publicitaria que dijera "el champú Sedosal es una cagada, si pensás que la modelo de la foto tiene ese pelo divino porque lo usa, estás peor del lado de adentro de la cabeza que del de afuera", sería un dechado de sinceridad, pero la publicidad se trata de vender, y no de ser honestos.
Ahora bien, me está pasando desde hace unos cuantos años que no entiendo algunas pautas publicitarias. Así nomás, no entiendo qué carajo me quieren vender, o no entiendo si los creativos se piensan de verdad que con ese mensaje pelotudo me van a tentar al consumo del producto. Una vez, hablando al respecto con mi amiga Bea que trabaja en una agencia de publicidad, me dijo algo así como que si el mensaje no me llega, es porque el producto -o la campaña- no está dirigido a mí. Ni que decir que ahí me quedé más tranquila: el problema no son ellos, soy yo.
Es decir, los publicistas son realmente creativos, brillantes y capaces de diseñar estrategias exitosas para convencer a un determinado público objetivo -o sea, el "target", que quiere decir objetivo pero suena mejor en inglés, obviously- el problema es que yo parezco no formar parte de casi ningún segmento de la población consumidora, lo que si bien se mira, hasta puede ser un halago. Por otra parte, yo consumo ropa, cosméticos, productos de limpieza, discos, libros, alimentos, bebidas, medicamentos, tecnología, servicios médicos, artículos de papelería, insumos informáticos y varios etcéteras más, pero según parece, me las tengo que arreglar solita porque los publicistas de los últimos años se han olvidado de mí.
Hacer un análisis de toda la publicidad que una recibe en la actualidad podría llevar varios tomos de la Encyclopaedia Britannica, y para eso hay un montón de gente capacitadísima en semiótica, marketing, psicología social y no sé en cuántas disciplinas más, así que ni pienso intentarlo, que escaparía a mis modestísimas capacidades y a los objetivos de este blog, si es que los tiene. Más bien me interesa analizar en un vuelo gallináceo algunas pautas de publicidad radial que se escuchan en estos días.
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• Una publicidad de cerámicas Castro recurre a la voz de una conocidísima y mediática astróloga que nos informa que los astros indican que este es el mejor momento de renovar el baño o la cocina. Evidentemente, desde el momento en que sí uso el baño (no sólo soy limpita sino que además tengo la vejiga del tamaño de una pasa de uva) y también uso la cocina (me encanta cocinar y comer, y si no me gustara ninguna de las dos cosas, tendría que hacerlas igual), sí soy público objetivo. Ahora, desde la perspectiva de persona con formación científica y que vive en el siglo XXI, difícilmente me decida a cambiar el guáter según sea la posición de Ganímedes con respecto a Júpiter, pero lo de ser una descreída asquerosa es culpa mía, por lo que el aviso es de lo más simpático e ingenioso, y seguramente todo el mundo ya está haciendo cola para comprar bidés en esa empresa y en ninguna otra. No son malos los publicistas, la mala soy yo.
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• Una voz de una mujer joven exclama horrorizada “¿¿¿Vas a comer en el gimnasio???” por lo que una se imagina (recordemos que son avisos radiales) que la persona a quien va dirigida la pregunta sacó una olla de buseca. Otra joven responde que sí, va a comer una barrita de cereales, y que qué tiene de malo eso (lo mismo pregunto yo). La primera mujer, con tono de quien ve venir a los cuatro jinetes del Apocalipsis a todo galope, exclama que la voraz comedora de barritas de cereales no tendrá cómo lavarse los dientes, a lo que la aludida dirá que no se aflija, que comerá un chicle Orbit. Me pregunto: ¿En los gimnasios prohíben ingresar con cepillo de dientes? ¿A alguien se le cayeron los 32 dientes de golpe por no haberse lavado los dientes inmediatamente después de haber comido UNA barrita de cereal? ¿De verdad alguien puede creerse que el chicle puede sustituir el cepillado, el dentífrico, el hilo dental y el colutorio? Ah... Ahora caigo... esa publicidad no está dirigida a mí. No son pelotudos los publicistas, soy yo la que no va a ningún gimnasio.
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• "¿Alguna vez te pusiste a pensar que si bien todos los neumáticos son negros, redondos y tienen un agujero en el medio, no son todos iguales?" comienza preguntándose la publicidad de neumáticos Yokohama. ¡Ah, si prácticamente no tengo nada mejor en qué pensar...! Es más, las corrientes filosóficas actuales están cada vez más enfocadas en pensar acerca de cosas redondas, negras y con un agujero en el medio. No estoy en condiciones de afirmar que es de los avisos más pelotudos que existen, porque como carezco de rodado y por ende, de neumáticos, no formo parte del target... no son ellos, soy yo.
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• Una voz masculina y joven dice "Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso. Dame un beso." Otra voz masculina, mayor y "de locutor" dice: "Relax, pibito, relax... Verano by Uniform". Otra pauta, igual de creativa de la misma campaña, comienza con una voz femenina y joven que repite ad nauseam: " ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda? ¿Estoy gorda?" ante lo cual el locutor responde más o menos lo mismo, sólo que le dice “bebota” en vez de “pibito”. ¿La gente que no sabe inglés, o sea la mayoría de los habitantes de este país hispanohablante, entiende el mensaje? ¿La gente que sabe inglés y por lo tanto capta que dice “relajate, verano por uniforme”, entiende el mensaje? ¿La gente que sabe inglés y que además, sabe que Uniform es una marca de ropa informal, entiende el mensaje? Siguiendo la premisa de que la publicidad va dirigida a un público específico, a mí me da que pensar que en este caso se trata de individuos que saben inglés, usan ropa informal, conocen la marca y son absolutamente insoportables o absolutamente neuróticos. Ahora bien, yo me manejo bastante bien en inglés, uso ropa informal, conozco la marca y soy absolutamente neurótica, pero sin embargo, no entiendo el mensaje. Ergo, no soy insoportable. Claro, por eso no lo entiendo, me falta ese detalle. No son ellos, soy yo que carezco del nivel mínimo de pelotudez requerido.
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• Por último, pero no por ello menos importante, me referiré a la campaña de Pilsen Sonic. Imposible reproducir alguna de sus pautas, pero básicamente se desarrollan en discotecas y tienen como protagonista a un tipo al cual un incidente mínimo casual (que una chica lo empuje sin querer y le pida disculpas, o le llegue un mensaje al celular de número desconocido que dice “¿Dónde estás?”, le dispara la testosterona hasta alcanzar niveles tóxicos, en donde se imagina una escena erótica -por decir lo menos- con una desconocida. El aviso termina con el slogan “Pilsen Sonic, lo mejor de la noche”. Chan- chán. Ahora, bien, yo me pregunto ¿A quién va dirigido el mensaje? ¿A los pobres tipos? ¿A los infelices que están tan desesperados en su soledad que sufren alucinaciones? ¿A los desgraciados que tienen una vida tan de mierda que lo mejor que les puede pasar en una noche es tomarse una cerveza? Imagino que hicieron el correspondiente estudio de mercado, que dio como resultado que el porcentaje de pelotudos infelices es altísimo, porque de otro modo, no lo entiendo. Ah, pero como yo no soy consumidora de cerveza, más bien prefiero los derivados de la uva, el aviso no está dirigido a mí, así que es más que obvio que no son ellos, soy yo.
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sábado, 12 de diciembre de 2009

La más friki (o al menos, eso me creía yo)

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Los días 14 y 15 de noviembre, en una casona de Bulevar España, tuvo lugar Continuará... ¿Qué cómo qué es eso de continuará? Bien... este... bueno... Continuará es un evento de esos que se usan en los últimos años, en que los eventos dejaron de ser eventuales para ser organizados con antelación. Este evento en particular, reúne actividades diversas vinculadas directa o indirectamente con el cómic, los videojuegos, las series temáticas y probablemente muchas cosas más que seguramente existen y una ni se entera.
Nuestro amigable vecino Peter Parker, que desde su blog MVD 1138 nos mantiene informados acerca de las novedades del frikiverso
[i] tenía allí un stand, así que pensé que bien podría darme una vuelta. Ya en la parada del ómnibus -esta vez era el 128, informo a los seguidores de mis andanzas en el 409- me encontré con un alumno del Nocturno, ávido consumidor de manga[ii], animé[iii] , novelas y películas de ciencia ficción y aventuras, que lucía orgullosamente su remera de Watchmen (sospecho que no se la saca desde el pre-estreno de la película)[iv]. Evidentemente también se dirigía a Continuará, así que fuimos juntos.
Al llegar, la casona parecía un colegio surrealista a la hora de salida: docenas de adolescentes vestidos y maquillados de las formas más extravagantes poblaban la vereda y los jardines. Armándome de coraje, respiré hondo, saqué mi entrada y me abrí camino entre caballeros de Age of Empires
[v], pitufos, hadas, ninjas y decenas de personajes que no logré -ni lograré- identificar. Ah, también había algunos seres extrañísimos con remera, pantalón vaquero, championes y nada de maquillaje... al menos yo tuve la precaución de ir maquillada.
El patio posterior de la casona estaba atestado de personas que seguían con atención a los intérpretes del karaoke, admiraban disfraces ajenos, lucían los propios, explicaban de qué estaban disfrazados, intercambiaban datos y piques, y hacían cuanta actividad pueda hacer una muchedumbre integrada fundamentalmente por adolescente en un espacio abierto y a la luz del día.
Finalmente, logré hacerme paso hasta la entrada, también atestada de gente que revolvía bateas con revistas de historietas, miraba muñecos de acción, jugaba videojuegos o a las cartas (no, m'hijo, no jugaban al truco sino al magic, que en vez de sota de bastos tiene dragones y criaturas de los pantanos). Lo que más me impactó fue el intenso aroma a espíritu adolescente que impregnaba el aire, por lo que ni bien gané la escalera subí por ella en procura de alturas más aireadas y menos olorosas. Afortunadamente, el stand que compartían Peter y Nicolás Peruzzo
[vi] se encontraba en el piso superior, estratégicamente ubicado junto a un balcón que permitía respirar sin agobios.
Una vez realizados los saludos, comencé a recorrer las instalaciones de la planta alta, entre vampiros, Narutos, pitufos, catgirls (sí, sí, chicas gato, en el sentido literal y/o metafórico, depende) Frutillitas y decenas de personajes del manga japonés que jamás reconoceré (los narutos son fáciles de identificar por los pelopinchos y la vincha con la chapa en la frente, en donde lucen el espiral del aspirante a ninja).
¿Qué había en los diferentes stands? Revistas de historietas, novelas gráficas, novelas tradicionales, tatuadores, ropa, maquetas, posters, muñecos de acción, muñecos de tela, videojuegos, acesorios, talleres de dibujo... Algunos de los puestos eran temáticos (como el estupendo “Cartón Milenario”, atendido por la Princesa Leia, o el de Star Trek, atendido por el Capitán Kirk en persona), y otros eran más generales.
En el patio posterior se organizaron varias actividades, de las cuales presencié sólo el karaoke: chicas y chicos vestidos como personajes de animé que cantaban en perfecto japonés -o disimulaban muy bien-, pero también hubo twister en masa (el twister es ese juego que se practica sobre una alfombra que tiene circunferencias de colores, y donde los participantes por turnos deben poner la mano derecha sobre la circunferencia amarilla, luego el pie izquierdo sobre la circunferencia azul, y así hasta que quede hecho un nudo... imagino que al jugarlo entre un montón de personas daría como resultado final algo similar al monumento "El Entrevero" de la Plaza Fabini). También había un torneo de Soft Combat, combate en el que los "guerreros" se enfrentan armados con unos cotonetes gigantes; juegos de preguntas y respuestas, toques de bandas, sorteos de todo tipo, y concursos de cosplays, que en mi opinión es lo más atractivo. ¿Y qué es un cosplay? El término es un neologismo en inglés que mezcla "costume" (disfraz, vestimenta) y "play" (actuación y también juego, en el sentido lúdico, y no en el timbero). Entre los cosplayers –o sea, tipos y tipas disfrazados- había de todo: vampiros, personajes de Super Mario Bros., el propio Terminator, la princesa Leia, ninjas... y cuanto etcétera pueda imaginarse. Cabe señalar que el cosplay tiene más gracia si es casero, es decir, el propio participante confeccionó el traje con sus manitas laboriosas. No sé quién se llevó el premio al mejor cosplay; seguramente Peter nos ilumine al respecto (destaco que él estaba disfrazado de sí mismo, en un cosplay de lo más convincente).
Ahora bien, honestamente, creí que el premio a “lo más friki” del Continuará me lo iba a llevar yo: una señora que mínimamente duplicaba -cuando no triplicaba- la edad de la mayoría de los asistentes, vestida con un estilo que podría calificarse de boho-chic (pantalón vaquero, zapatos de taco, remera con detalle de puntillas y collar artesanal) realmente llamaba la atención, lo digo con toda inmodestia... pero el punto me lo mató un individuo que no sólo osó ir vestido de “hombre común”, sino que se presentó... ¡con termo y mate! Claro, ante semejante despliegue de rareza, el premio se lo llevó él.
Creo que el año que viene me animaré a ir otra vez. Eso sí, estamos gestionando con Peter, Nicolás, Arlequín y Hiedra Venenosa (todos ellos adultos) la distribución gratuita de desodorantes, o en su defecto, iremos con máscara antigás, a ver si el espíritu adolescente nos impacta un poco menos en las fosas nasales.

Y aquí les dejo algunas fotos:


Nos invaden los japoneses... hoy los dibujos, mañana el mundo.
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Más japoneses... en este caso, origamis
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Los amigus... ¡Una ternurita! (Ya me puse boba...)
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El asombroso stand de "El Cartón Milenario" , réplicas de las naves
de Star Wars hechas en cartón por las manitas laboriosas de Marcel
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Personajes célebres: el propio Peter Parker y Nicolás Peruzzo,
con la mano cansada de tanto dibujar
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¿Alicia en la vereda de las maravillas? (Agujeros no faltan)
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La sanidad estaba a cargo de la Cruz Roja
...Ni idea a quién representa, pero cantaba muy bien
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Los Pitufos momentos antes de practicar el baile del caño
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Hubo que lamentar un ataque a la integridad física y moral de uno de los
concurrentes. Se ha protegido la identidad de la víctima por razones obvias,
y la del victimario por ser inimputable
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[i] Frikiverso, o universo friki, en el entendido que un friki o friqui es individuo de apariencia o comportamiento inusual, que se muestra interesado u obsesionado en un tema muy específico del que se considera fanático. La Real Academia ignora el término, por lo que tuve que echar mano a la salvadora Wikipedia.
[ii] Manga, historieta japonesa. No confundir con la parte de la vestimenta que cubre los miembros superiores, que casualmente, se llama igual.
[iii] Más o menos lo mismo, pero animado.
[iv] Por más datos, buscar en este mismísimo blog el artículo “El día que perdí mi frikinidad”
[v] La Era de los Imperios, serie de videojuegos de corte histórico
[vi] Excelente creador de historietas; no dejen de visitar http://ninfacomics.blogspot.com/
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sábado, 5 de diciembre de 2009

Desesperada

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No sé si será por mi personalidad ligeramente neurótica, o por la conciencia acerca de la finitud de la vida, pero desperdiciar el tiempo por razones ajenas a mi voluntad me desespera. Es decir, podré pasarme horas sacándome la pelusa del ombligo para después volverlo a llenar con la misma pelusa que me acabo de quitar, pero sólo si he decidido hacerlo, y se me canta a mí. Eso de obligarme a pasar un largo rato de nada, me resulta exasperante.
Por eso, hacer una larga cola para un trámite o viajar 50 minutos en un ómnibus para ir de A hasta B, son instancias en las que podría llegar al borde del ataque de nervios, cual chica Almodóvar, si no fuera porque cargo con una mochila llena de actividades que pueden ser realizadas en espacios públicos: corregir tareas, leer, o escribir esto mismísimo que estás leyendo, por citar algunas.
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Ahora bien, la espera impuesta en la sala de espera de un médico, tiene el agregado de que una va allí a esperar que la atiendan, en circunstancias que habitualmente no son particularmente gratas. Sin embargo, algunas personas parecen encontrar allí un ámbito de socialización sanitaria que estoy muy lejos de comprender.
Ni que hablar de la sala de espera del ginecólogo, que suele conjuntar una fauna de lo más particular, y evidentemente femenina, salvo por uno o dos maridos que en cumplimiento del débito conyugal, se encuentran allí con signos de una incomodidad tal que parece que están sufriendo cólicos menstruales o las primeras contracciones del trabajo de parto.
Cuando me llega el momento de la visita anual a mi ginecóloga, allá voy bien provista de deberes para corregir, o del libro más gordo que encontré en mi biblioteca, o del ogo (esta última vez, llevé un fajo de deberes Y el ogo, y cuando terminé de corregir me puse a escribir algo acerca de lo que es esperar en las salas de espera del ginecólogo) pero ni aún así puedo abstraerme de la charla que se genera, de la cual suelen ser partícipes dos o tres señoras mayores, y la o las embarazadas de turno. Es así que una se entera de cuántas semanas está esa perfecta desconocida, de si es el primero, de si es nena o varón, y de cómo fueron todos y cada uno de los embarazos, partos o cesáreas de las demás pacientes. Por otra parte, se enumerarán las virtudes y defectos -si los tuviere- del médico que estamos esperando, se defenestrará a tal otro ginecólogo, se hará un análisis crítico acerca de los mejores lugares para hacerse la mamografía o el Papanicolau, alguna señora contará con el más morboso lujo de detalles la histerectomía a la que fue sometida hace ocho años, con la idea de deslumbrar al auditorio, hasta que otra que se la hizo el mes pasado le mate el punto porque no va a comparar las técnicas de antes con las de ahora.
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Por supuesto no todas las (im)pacientes participan del simposio de ginecología y obstetricia; están las que como yo llevan su novela, la revista de palabras cruzadas o el reproductor de mp3 y se ponen a escuchar música ajenas (o no tanto) a la charla, pero siempre hay al menos una o dos mujeres que cometieron la imprudencia de no llevar nada para hacer, y que no sólo no tienen interés en conocer cuántos puntos le dieron en la episiotomía a la señora de musculosa violeta, sino que les espanta saber tanto detalle.
Particularmente me preocupan aquellas mujeres que son hipocondríacas, o ni tanto, pero que no toleran mención alguna a cirugías o a procedimientos invasivos, y se tienen que bancar la charla como quien soporta una autopsia en vivo y sin anestesia, y las jovencitas que van por primera vez a un ginecólogo, con un poco de vergüenza o hasta temor, y se encuentran con esa especie de antesala de un infierno lleno de DIUs, colposcopías, espéculos y menopausias. Más de una de ellas seguramente saldrá de allí con la firme decisión de realizarse un cambio de sexo, sólo para no tener que volver a la sala de espera de un ginecólogo nunca más en la vida.
No se me ocurre cómo hacer para evitar estas jam sessions ginecológicas... ¿Poner una mampara y dividir la sala de espera en dos para “entusiastas del ateneo médico” por un lado y “ni loca que estuviera escucharía el relato de tu salpingoclasia” por otro?
Se reciben ideas.



Epílogo

Como ni Hipócrates ni Galeno quieren cosas chanchas, después de escribir lo anterior fui castigada: el domingo, cuando volvía en el 147 luego de ejercer mi derecho al voto, escuchando en mi aparatito de mp3 las peripecias de la jornada electoral, se sentó a mi lado una señora con bastón y así de gorda que me dejó como estampada contra la pared del ómnibus, y sin importarle en lo más mínimo mi pretendido aislamiento sonoro y electoral, pasó a relatarme con el más innecesario lujo de detalles los problemas que le acarrea la úlcera varicosa, con la correspondiente y más innecesaria aún exhibición del vendaje...
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