viernes, 27 de junio de 2008

¡Cuidado con esos gringos... que se nos vaaaan!!!!

Resulta que el pasado 19 de junio, en ocasión del Natalicio de nuestro prócer, José Gervasio Artigas, escribí un texto acerca del hipotético destino que hubieran tenido estas tierras, si se hubieran respetado los ideales artiguistas. Debido al inesperado éxito de público y crítica especializada (los otros bloggers, bah) que me sorprendió enormemente porque a decir verdad no me parece que sea uno de mis textos mejor logrados, si es que alguno de ellos aspira a ser considerado siquiera como texto, vuelvo en la misma línea (debo confesar que el éxito fácil me tienta, así como el incremento en mis ya abultados ingresos, tanto es así que la DGI empezó a vigilar con interés mi capital).
La cuestión es que entre 1806 y 1807, el Río de la Plata fue visitado por expedicionarios británicos, que intentaron aliviar a los españoles de la pesada carga de las colonias ubicadas en ambas márgenes de este río ancho como mar. El episodio, conocido como las Invasiones Inglesas, tuvo en jaque a los ¿pacíficos? pobladores de las colonias, que tras una serie de enfrentamientos y escaramuzas expulsaron a los británicos, quienes debieron poner los pies en polvorosa, o a decir verdad, en sus navíos, y los promitentes invasores se volvieron a su motherland chiflando “Jack the sailor” entre dientes.
Y... ¿qué sería de nosotros si no hubiéramos expulsado a los británicos? Muchos dirán que seríamos ingleses de segunda, que el Reino Unido nunca nos consideraría verdaderos hijos de la madre Inglaterra, que bla bla bla... Me ando sospechando que ser inglés de segunda tiene más beneficios que ser uruguayo de primera, pero claro, eso es una mera especulación, y puedo estar equivocadísima como de acá a Newcastle, mirá si no lo mal que les ha ido a los australianos y a los neozelandeses, y lo bien que nos va a nosotros. En fin...
Como sea, aquí dejo algunas ideas que se me han ocurrido acerca de cómo seríamos hoy si no hubiésemos expulsado a los ingleses:
· Para empezar, mis padres no me hubieran mandado a estudiar otro idioma durante la mitad de mi infancia y toda mi adolescencia; en caso de que mi mamá hubiera tenido una visión distinta de las cosas, yo hubiera estudiado español en el Instituto Hispano
· El territorio estaría dividido en condados, no en departamentos, que tendrían nombres tales como Flowers, Black River, Saint Joseph, Long Hill y Thirty-Three
· Carmelo Vidalín sería intendente del Condado de Peach
· La ciudad de Young se llamaría igual, pero se pronunciaría “iang” y no “yun”
· La infusión más popular sería el té, y Artigas hubiera disfrutado del exquisito Earl Grey que le preparaba Ansina
· La religión mayoritaria sería la anglicana (Oh... my... dog! ¡Nos perderíamos los consejos y recomendaciones de Cotugno!)
· En Navidad comeríamos el tradicional budín inglés
· La semana de turismo sería célebre por la cacería del zorro
· La National Comedy actuaría en el Drake Theatre
· El diario de mayor tiraje sería The Southern Star, y los domingos publicaría el célebre libro de los clasificados Louis the Rooster
· Los vehículos circularían por la izquierda
· Los ómnibus de CUTCSA serían de dos pisos, y los guardas, en vez de gallegos, serían galeses
· Los taxis serían amplios y cómodos, y estarían pintados de negro (¡Fuera ese amarillo horroroso!)
· Los principales equipos de football serían el Uruguay Athletic Club, el Central Uruguay Railway Cricket Club, el Albion Football Club y el Kennel Club
· En vez de truco, jugaríamos al bridge
· En vez de empanadas criollas comeríamos kidney pie (pastel de riñones)
· Los Beatles hubieran imitado a los Shakers, y los Rolling Stones a los Mokers
· Mónica Farro, Claudia Fernández y Abigail Pereira serían las próximas “Chicas Bond”
· En Halloween habría rituales en la gruta del Arequita, con murciélagos y todo
· Abel Carlevaro sería un célebre gaitero
· Jaime Roos sería el autor de “A toast for the Clown”
· En los colegios caros de Carrasco se estaría imponiendo la celebración de la Noche de San Juan con hogueras y todo
· En los boliches de Bartolomé Mitre, el día de Sant Jordi se celebraría por todo lo alto, y se les regalarían rosas rojas a los clientes
· Gardel habría nacido en Tacuarembó, y sería hijo del Coronel Plaster, pero los argentinos insistirían con que es de Southampton

jueves, 19 de junio de 2008

Reflexiones de un feriado gris


"A José Artigas"
Alfredo Zitarrosa

Resulta que yo tenía pensado publicar otro texto bien distinto de éste mañana viernes (soy tan obsesiva para todo que siempre tengo varios textos prontos por si viene el viernes antes de lo previsto) pero a raíz de los comentarios que dejaron dejamuchacho y ro en el último capítulo de la Guía Práctica para conocer Uruguay, y sumado a eso, que hoy 19 de junio es feriado por el natalicio de José Artigas, nuestro prócer, se me aparecieron de golpe unas ideas que son estas que ahora escribo.
Resulta que Artigas creyó siempre en la unidad de las provincias del Río de la Plata; jamás se le ocurrió pensar en que la Banda Oriental fuera un país independiente, como terminó siendo ni bien él se distrajo. (Una de las tantas particularidades del Uruguay es que su misma existencia es la prueba más fehaciente de la traición a los ideales de su héroe nacional; no sé si hay otro caso igual.) Pero los vivos que vinieron después se cortaron con lista propia, y este territorio pasó a ser lo que es, un paisito, y no lo que hubiera sido, una gran provincia que integraría, junto con las otras provincias hermanas, un país bien distinto.
¿Y cómo habría sido?
Para empezar, no se llamaría República Oriental del Uruguay, sino Provincias Unidas del Río de la Plata, o tal vez, Liga de los Pueblos Libres.
Sus habitantes seríamos rioplatenses, o unidenses, o provincianos, o ligueros, o librepopulares.
La capital sería Purificación.
Los nativos de la Banda Oriental seríamos bandidos, banderos o bandoleros.
Un importante porcentaje de nuestra población sería de origen charrúa.
Artigas no se hubiera ido al Paraguay al sentirse traicionado; hubiera muerto acá nomás, con la satisfacción del deber cumplido.
El “árbol de Artigas” sería un ceibo o un jacarandá, no un ibirapitá.
El Día de la Independencia sería el 29 de junio (por el Congreso de 1815) y no el 25 de agosto.
La bandera Nacional sería tricolor (¡Jijiji!)
El departamento de Rivera se llamaría Vaimaca.
El himno no empezaría diciendo “Orientales, la patria o la tumba” sino “Provincianos, la unión o la tumba”.
La avenida principal de Montevideo se llamaría 19 de Junio, y no 18 de Julio.
Colón de Santa Fe, Mandiyú de Corrientes o River Plate de Montevideo tendrían serias posibilidades de ser Campeones de la Divisional A.
Los balnearios más conchetos serían Las Cañas y Ñandubaizal.
Fontanarrosa hubiera sido habitué del Sorocabana de Montevideo, y Galeano se tomaría su café en El Cairo de Rosario.
El Che hubiera fumado La Paz suave.
Jaime Roos cantaría “cerca, Rosario siempre estuvo cerca”, Fito Páez cantaría “la calle Llupes raya al medio enfrenta Belvedere”, Jorge Nasser hubiera dedicado su “amo este lugar” a la provincia de Corrientes, Juan Carlos Baglietto sería negro y cantaría “la mandanga” y Ramona Galarza cantaría “a mi Tacuarembó porá”.
José Carbajal sería santafesino, y le dirían Sabalero por ser hincha de Colón.
Olmedo hubiera actuado en Telecataplum.
Antonio Tarragó Ros haría milonga, y Alfredo Zitarrosa sería famoso por sus chamamés.
Horacio Quiroga se habría ido a vivir a la Patagonia.
Valeria Mazza sería la estrella de Valentino Bookings.
El túnel subfluvial Paraná-Santa Fe sería obra de Eladio Dieste.
Chiquita Legrand haría sus eternos almuerzos en Canal 10.
El “Potrillo” Morena sería ídolo de Rosario Central.
Hugo Corazón de León sería ídolo de Newell’s Old Boys.
Nuestro carnaval sería el más famoso del mundo.
Nuestros alfajores, los más ricos.
Claudia Fernández sería vedette en Carlos Paz, e Ingrid Grudke sería vedette en las Llamadas de Sur y Palermo.
El puente San Martín no estaría cortado desde hace dos años, porque Botnia se habría instalado en Neuquén o en La Pampa.

Ahora les toca a ustedes.

sábado, 14 de junio de 2008

No dejen de ver...

Nuevo capítulo de Ágata: http://agatahistorietaimpresentable.blogspot.com/
y nuevo episodio de la Guía Práctica para conocer Uruguay (aquí abajo, nomás).

viernes, 13 de junio de 2008

Guía práctica para conocer Uruguay – Episodio VIII: Frases (des) hechas

Como el Uruguay no hay

No, claro que no, y lo mismo puede decirse de Zimbabwe, Tadjikistan, Islandia o Samoa, sólo que éstos son más difíciles de rimar.
Entre las cosas que acá no hay podemos contar con los terremotos y las erupciones volcánicas, tan frecuentes en otros países de América, no sé si debido a un suelo particularmente duro e inconmovible, distinto al del resto del continente, o por puro afán de diferenciarnos y que no nos confundan.
No hay mucha corrupción, pero básicamente creo que se debe que lo que no hay es mucho para robar. No hay tampoco indígenas; los uruguayos descendemos de los barcos, no de quienes poblaron originariamente estas
tierras; Rivera, allá por 1830 ordenó exterminar a los indígenas, no fuera cosa que algún día se les ocurriera reclamar los territorios a los cuales tenían derecho, es decir, todo el país, y los pobres criollos hijos de españoles tuvieran que volverse a la Madre Patria con una mano atrás y otra adelante, cosa que hoy en día muchísimos uruguayos hacen, y muchos otros sueñan con hacer, paradoja que le dicen. Claro, como el genocidio fue hace tanto y en un paisito medio insignificantón, nunca tuvo mucha prensa, pero de repente convendría de vez en cuando ir pensando en que una de nuestras señas de identidad debería dar más vergüenza que otra cosa. Sin embargo, para lo que nos conviene, sí que somos tremendos indios, pero de la garra charrúa me ocupo en párrafo aparte.


La garra charrúa

Se ve que mi desconocimiento en materia de antropología es tan vasto como profundo, porque que los charrúas tuvieran garras escapa a lo que yo sé, pero como los pobres fueron exterminados, me voy a quedar con la duda. La cosa es que en un país en el que todos somos caciques porque ya no quedan indios, traemos a colación esa frase que viene a ser que en momentos difíciles somos arrojados y valientes, y damos la vida por la causa, sobre todo en cuestiones futbolísticas. Jugamos partidos usando la garra charrúa, es decir, corriendo para empapar la camiseta, trancando al contrario sin importar las tibias que se fracturen, metiendo huevo; de jugar con ingenio, planificando cada jugada, ni hablemos, para qué si a fuerza de garra y corazón salimos adelante... Salimos de los mundiales, salimos de las copas continentales, salimos de los juegos olímpicos... El día que entendamos que al fútbol se juega con la cabeza y los pies, sin garras de ningún tipo, capaz que las poderosas escuadras de Venezuela, Australia, Dinamarca o Senegal dejan de llenarnos el arco de goles.

Los uruguayos somos todos directores técnicos

En el segundo episodio de la guía, ya había mencionado esta curiosa circunstancia: en un país cuya población asciende a tres millones de habitantes, hay aproximadamente unos tres millones de directores técnicos, principalmente de fútbol, aunque nadie le hace ascos a dar directivas en el básquetbol, el ciclismo, el tenis o la fórmula uno, que todo da igual, porque nadie mejor capacitado que un uruguayo para dar órdenes e indicarle a otro lo que tiene que hacer y cómo hacerlo. Nunca ganamos a nada, pero esta circunstancia se debe –corríjanme si me equivoco– a que a dirigir los equipos deportivos ponen a cualquiera, en vez de llamarme a mí.

Carnavales eran los de antes

Los carnavales de antaño, célebres urbi et orbi porque venían orquestas de otras partes del mundo, la gente organizaban bailes de máscaras –fastuosos en los clubes de la alta sociedad o modestos en alguna casa del barrio, que a éstos se les llamaba “asaltos”-- y los desfiles o corsos implicaban gran participación popular, eran, según dicen, bien diferentes a los de ahora; eso sí, antes cualquiera cantaba en una murga, y ahora si no sos primera voz en el SODRE o egresado de la Escuela Nacional de Música o coreógrafo con una pasantía en el Bolshoi o trabajaste como escenógrafo en el off-Broadway, no podés presentarte al concurso oficial de agrupaciones carnavalescas con serias aspiraciones de ganar. Eso sí, las murgas actuales cantan muchísimo mejor, tienen unos vestuarios y maquillajes que ya quisieran en la Scala de Milán y hacen unos espectáculos que los podés pasear por todo el mundo con total garantía de calidad, pero claro, era mejor cuando un grupo de amigotes cantaba desafinado y vestido y pintarrajeado de cualquier manera, que ya sabemos que todo tiempo pasado fue mejor, sobre todo porque vos tenías 18 años y no 75.


M’hijo el dotor

La frase no alude a la obra del dramaturgo Florencio Sánchez, que planteaba la brecha generacional, el cambio de los valores, los conflictos campo/ciudad y tradición/modernidad, sino esa especie de manía obsesiva de los sectores medios del Uruguay de hace unas décadas de que el hijo llegara a la Universidad y saliera con un título a como diera lugar. “Yo no tuve la oportunidad de estudiar, pero a mi hijo no le va a faltar nada” era una frase casi obligada en los hogares uruguayos, en la época en que se creía que la educación podía cambiar al mundo, y se hacía cualquier sacrificio por darles a los hijos -- y a los nietos—una vida mejor. Partiendo de las mejores intenciones, se fue empedrando el camino hacia el infierno de la frustración de ser abogado o ingeniero para no defraudar a los viejos que tanto hicieron por mí, pero yo quería ser actor o diseñador de interiores, el infierno del superávit de profesionales al punto de casi haber más médicos que pacientes, y a que los taxistas tuvieran título universitario, porque ni pensar en ejercer la profesión con tan pocos puestos de trabajo. Y así se generó el exilio de cerebros y de títulos, y tanto sacrificio andá a saber para qué, y como dijo Javier Armentano –-que es argentino pero pa’l caso es lo mismo-- dentro de poco las nuevas generaciones hablarán de “mi viejo, el doctor”.


El Uruguay de las vacas gordas

Hernandarias introdujo la ganadería en estas tierras allá por 1603, y parece que a las vacas y a los toros les gustó el nuevo emplazamiento, y se reprodujeron con prisa y sin pausa. De ahí en más, la ganadería cobró tal auge que mucho depués, pasadas las luchas por la independencia y constituida la República, cuando se crea el escudo patrio, en él figura un buey, que es un animalito de lo menos autóctono que conozco, pero sí muy representativo, o al menos lo era hasta que las sucesivas crisis económicas, que se reprodujeron con prisa y sin pausa, transformaron a los bovinos en animales sagrados, y el tradicional churrasco que frecuentaba la mesa de los uruguayos pasó a ser parte de las leyendas que cuentan los mayores, cuya veracidad las nuevas generaciones ponen en duda. En el paisaje campero, las vacas gordas dejaron lugar a los eucaliptos flacos, para alimentar las procesadoras de celulosa para hacer papel. Tal vez ya sea hora de rediseñar el escudo patrio, y permitirle al buey que discretamente haga mutis por el foro.



La Suiza de América

En la legendaria época en que el Uruguay era un país pequeñito pero próspero, con altos niveles de escolarización y con una legislación de vanguardia, se ganó el apodo de “Suiza de América”. Por aquellos tiempos el peso valía más que el dólar, ganábamos campeonatos mundiales y les vendíamos carne a los europeos; los extranjeros de todo pelo que por distintas razones tenían que emigrar de sus países, encontraban aquí una tierra tranquila y un trabajo digno, con gran amplitud de criterio con respecto a religión e ideología. Claro, como todos los cuentos infantiles, esto es “había una vez... Ahora, de Suiza lo único que nos queda, probablemente, es el caldo en cubitos.



El uruguayo es un pueblo culto

¡Sin duda! Por eso mismo, las listas de libros más vendidos están encabezados por “El horóscopo chino” de Ludovica Squirru, el último opus de Paulo Coelho o Jorge Bucay o el imprescindible “Yo, Paco”; la revista “Caras” (que debería llamarse “culos”) tiene desde hace poco su versión uruguaya porque las colonoscopías de las argentinas no nos eran suficientes; al estreno de Spiderman o de Harry Potter van muchas más personas que a todos los festivales de Cinemateca de todos los tiempos juntos; no te podés subir a un ómnibus sin que el conductor esté escuchando “Malos pensamientos” o una selecta audición de Rascaman ("Si querés ir a una fiesta, vení y llevate esta, que te la apoyo por delante y por detrás"), y nadie se pierde un solo programa de un prohombre de la cultura como Marcelo Tinelli y su “Bailando por un caño”, amén de aderezarlo con los foros académicos conducidos por Jorge Rial y Viviana Canosa.
¡Periclaro!, dijera Jota Erre... Y el auditorio SODRE sigue sin terminar, y nos quejamos por la plata que se gastó en remodelar el Solís...


Cómo va a ser bueno/importante/famoso/destacado si vive a la vuelta de casa

Un uruguayo jamás puede ser famoso o importante; la escasa población del país hace que nos conozcamos todos, por lo tanto Fulano no puede ser un científico de renombre si el otro día lo vi en la feria comprando zapallitos, o cómo le van a dar un premio internacional al escritor Mengano si el domingo estaba en la cancha gritándole barbaridades al árbitro.
Eso sí, el científico Fulano y el escritor Mengano están encantados de vivir en Uruguay, por esta circunstancia que les permite seguir haciendo mandados y puteando tranquilamente, sin que la fama los moleste.



Frases de éstas en el acervo cultural uruguayo hay muchas más, pero lo dejo por acá para no aburrir. Y con esto doy por terminado el octavo capítulo de esta novela por entregas titulada “Nunca quise conocer Uruguay pero después de leer esto, se me fueron las ganas”.

viernes, 6 de junio de 2008

Tirreno

piel dorada
cuerpos esbeltos
sumergidos
en aguas claras

calor y sal
rumor de olivos
etruria y roma
en su pasado

un nombre prohibido
o casi

piel dorada
cuerpos esbeltos
que yacerán
sobre la albura

aroma de hierbas
bocas húmedas
el delicioso tormento
de la espera

olores prohibidos
o casi

el momento que llega
el oro líquido
que se derrama
lluvia balsámica

piel dorada
cuerpos esbeltos
la espera
ha concluido

sabores prohibidos
o casi





Cuando los penne rigate, dorados y esbeltos, están al dente, retirar la cacerola del fuego, colar y servir sobre nívea fuente; verter generosamente sobre ellos aceite de oliva, agregar mozzarella en trozos y tomates cherry cortados en mitades; aromatizar con hojas de perfumada albahaca fresca, y dejar caer una lluvia de pimienta negra molida... Buon appetito!